Tres meses después de Andreas

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Andreas entró corriendo a la casa, y azotó la puerta, sin disculparse y pasó de largo a su habitación, Ben preocupado fue a buscarlo.

Lo encontró tirado en su cama llorando con los labios y ojos rojos, Ben no lo pensó y lo cargó a su regazo.

- ¿Qué pasa?

Andreas intentaba hablar entre hipos.

- Ese estúpido profesor Fletcher, me trató como un niño, me suspendió por corregirlo en clase, todos se burlaron de mí.

En los meses que tenían de conocerse Ben se había dado cuenta que Andreas era un chico muy orgulloso y vanidoso, era normal que estuviera tan molesto por eso, para él fue una humillación, Ben conocía bien al profesor Fletcher y estaba consciente que era un hombre prepotente.

Ben acercó más el joven a su pecho acariciando su espalda.

- No te preocupes amor mañana mismo hablare con él.

- No, no quiero que hables con él, quiero que lo despidas.

Al ver la cara surcada de lágrimas del menor, Ben quería hacerlo, quería despedir a ese hombre por hacer llorar asi a su niño, pues pensaba en Andreas como suyo, pero no podía hacerlo.

- No puedo hacerlo, estamos cortos de personal y aunque es un hombre prepotente es un buen maestro, no puedo despedirlo, te prometo ser tajante y dejarle en claro que no pude hablarte de esa forma.

Andreas volvió a llorar pegado a su pecho, podía sentir su cuerpo temblar por los sollozos y que el infierno se abriera, pero se sentía bien, se sentía bien ser quien pudiera consolarlo y abrazarlo.

- Odio que me traten como un niño, él estaba equivocado, yo... lo odio.

- Mi amor, tranquilízate, mañana lo citaré a mi oficina y lo resolveremos.

Ben quería decir que Andreas se estaba comportando como un niño, pero prefirió callar, no era el momento de hacer enojar más al menor, además sentía que el chico se estaba desahogando de todo el sentimiento acumulado, en lo largo de esos tres meses no había recibido ni una llamada de su familia, cuando a Ben le llegó la factura del teléfono del menor no había hecho llamadas más que a el número telefónico de Ben.

Supuso que el menor se sentía solo y abandonado, asi que lo dejó llorara hasta que se quedó dormido.

Con mucho cuidado de no despertarlo Ben le quitó la ropa muy despacio, tratando de no imaginar nada sensual en ello.

Cuando el menor estuvo en ropa interior lo cubrió con un cobertor y este se hizo un ovillo en la cama, al verlo tan indefenso decidió llamar al padre del menor.

Tomó su teléfono y subió al ático, no quería que Andreas lo escuchara si es que llegaba a despertar.

Al cuarto timbrazo el teléfono fue respondido por una mujer, Ben se disculpó de inmediato pues creyó que se había equivocado de número.

- No se equivocó, el doctor Katsaros es mi esposo, está dormido ahora, en que puedo ayudarlo.

Ben jamás había escuchado a Andreas hablar de su madre, por lo que escuchó del padre del chico la mujer estaba muy enferma, sin embargo, la voz que escuchaba se oía muy enérgica, como de una mujer joven y sana.

- Soy el director Reeve de la universidad de su hijo.

- ¿En qué problemas se metió ahora? ¡Dios! ese muchacho es un demonio, no se preocupe puede enviarlo en el primer avión a Grecia.

Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora