Desahogo

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El cantinero estaba preocupado, el hombre que quedaba sentado al fondo estaba a la mitad de su segunda botella de bourbon y él quería ya cerrar el bar, el teléfono que descansaba en la mesa no dejaba de sonar y el hombre simplemente lo veía sin responder.

- Amigo, es tarde, le pediré un taxi.

- No, no, no. No puedo ir a casa asi, él no debe verme asi.

En el teléfono se podía leer el nombre de Andreas en la pantalla y un corazón, supuso el cantinero que ese era quien no se debía enterar.

- Quieres que le llame a alguien más, un amigo o algo asi.

- Sí, llama a Alan y dile que venga por mí, él es mi amigo, el sabrá como me siento.

El chico tomó el teléfono ignorando la llamada entrante y marcó al que estaba registrado como Alan Marsden, el hombre contestó de inmediato y se vio muy sorprendido por las palabras del cantinero, le pidió la dirección y quedó de pasar por el hombre en diez minutos.

- Su amigo viene en camino, estaré en la barra por si se le ofrece algo.

- ¿Te has declarado?

Nunca lo había hecho, no creía en el amor, no creía en el felices para siempre y el hasta que la muerte nos separe, así que no.

- No, la verdad es que no.

- Nunca lo hagas, te romperán el corazón.

- Pues él se ve muy preocupado, tal vez no aceptó, pero seguro lo ama, o al menos se preocupa, no a dejado de llamarlo.

Ben miró el teléfono, no había dejado de sonar en ningún momento, seguro que Andreas estaba muy preocupado ahora, peor no podía responder y que se diera cuenta que estaba bebiendo por el rechazo, él le dijo que estaba bien, que lo entendía, pero no era cierto.

- Es un buen chico, pero es muy joven, debería hacer lo correcto y...

- ¿Ben, estas bien?

Alan estaba entrando al Bar, parecía preocupado también, ellos eran amigos, no debería preocupar asi a sus amigos.

- Alan, me llevarías a un hotel, no puedo volver a casa hoy, se lo dirías a Andreas por mí también, él está llamando, seguro está preocupado.

Alan volteo a ver al cantinero y este le hizo señas extrañas de un corazón rompiéndose, Alan lo entendió de inmediato, Andreas le rompió el corazón a Ben.

- Vamos amigo, te llevaré a un lugar donde puedas descansar, yo hablaré con el griego.

- No lo digas asi, no es su culpa, los niños son niños Alan.

Alan sabía que los niños podían llegar a ser crueles y egoístas, había algo en el griego que siempre lo puso a la defensiva, esa forma de mirar tan calculadora y la sonrisa que no llegaba a sus ojos, le ponía los pelos de punta.

Alan pagó la cuenta dejando una generosa propina y se llevó a su amigo a uno de sus hoteles, le dieron la mejor habitación y ayudó a Ben a quitarse la ropa y meterse a la cama.

Ben era un hombre muy atractivo, si a Alan le gustaran los hombres Ben sería un buen partido.

- Imagínanos juntos, me vez como si valiera la pena.

- Si no estuviera enamorado de Jesse, serias mi primera opción.

Ben lo jalo y unió sus labios, Alan se dejó besar, no sentía nada, solo era una boca unida a la suya.

Ben lo soltó al poco tiempo, y miró al techo.

- Me dijo no, le mostré el anillo de la abuela y me rechazó, fui un idiota.

- No lo eres, simplemente no está listo, dale tiempo.

Tiempo, Ben sentía que había esperado ya mucho tiempo, eran cuatro años enamorado de ese chico, no quería esperar más, quería estar seguro que algún día seria suyo, pero era imposible.

- Iremos a Grecia, le diré a su padre.

- Te matará.

- Eso espero.

El teléfono de Alan comenzó a sonar, era su hijo quien le llamaba se disculpó con Ben y salio de la habitación para responder.

- Hola bebé.

- Papi, ¿dónde estás? Es tarde y estoy solo.

Alan sabía que su niño estaba simplemente siendo caprichoso, asi que le hablo seriamente, pero sin ser severo.

- Estoy un poco ocupado bebé, iré a casa en un rato, podrías por favor llamar a Andreas y decirle que Benjamin está bien, que está conmigo en un una fiesta o algo asi, que volverá mañana.

- ¿Es verdad? O es una mentira papá.

Haba genuina preocupación en la vos de Jesse, no eran celos pues su bebé sabía que Alan no se sentía atraído por Ben, pero si se escuchaba preocupado por el director.

- Ben no quiere preocupar a Andreas, pero tampoco puede volver a casa hoy, está bien amor, simplemente no pueden verse ahora

- Está bien, le llamare.

Alan estaba seguro que si era él quien hablaba con el griego le diría un par de cosas por las que Ben lo odiaría después, por eso le dejaba esa tarea a su hijo.

Cuando entró de nuevo en la habitación Ben estaba durmiendo y el teléfono no sonaba más.


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora