Frío

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Lo encontró sentado en la roca en la que él solía llorar de niño, estaba mirando el mar, como si buscara el fin del mundo.

- Nos iremos mañana.

- No quieres quedarte un poco más.

Le gustó que no preguntara el por qué, seguro lo sabía, Ben era asi, demasiado considerado con él, por eso tenían que irse y volver a casa sentía que cada minuto que pasaban allí, la imagen de ben se contaminaba.

- Sabes, cuando vine a conocerte tu padre no te llevó con él, me sentí tan decepcionado, había viajado hasta acá para algo que podía hacer por video llamada, con la esperanza de conocerte y no lo hice.

- Esa noche lloré aquí, me sentía solo y pensé que mi padre me estaba arrojando lejos, ahora sé la verdad.

Ben lo miró a los ojos, y Andreas sintió sus piernas flaquear y una extraña sensación en su estómago, donde antes había paz por la presencia de se hombre de pronto sentía un hormigueo extraño.

- Me alegro mucho, por eso quiero que sepas que si quieres quedarte yo...

- No, me voy contigo, mi padre te ha dado mi custodia, vámonos. Pero antes prométeme que si en algún momento alguno de ellos quiere ir con nosotros lo aceptaras.

Era una promesa extraña, Ben entendía que Andreas tuviera la ilusión de que algún día su hermano pudiera ir con él, pero Ben vio el amor en los ojos de su padre, ese hombre no se movería de allí, hasta la muerte de su esposa, extrañamente Ben lo entendía.

- Está bien, mañana le diré a tu padre que son bienvenidos cuando quieran.

- Y Ben, no le aceptes mi custodia total, que tal si algún día el anillo de tu abuela deja de pesar tanto.

Ben saltó de la roca sorprendiendo al menor, tomó a este de la cintura y lo levanto en vuelo dando vueltas con él mientras el griego reía.

- Te amo, te amo, te amo, te amo.

- Lo sé, pero aún no estoy listo, ¿lo entiendes verdad?

Le partía el corazón la sonrisa de felicidad en los labios de Ben y la ilusión en su mirada, pero aún no podía, sabía que lo amaba, pero no quería convertirse en ella, no quería arruinar a el hombre que lo amaba.

- Te esperaré hasta mi último aliento mi amor.

- Soy egoísta.

Estaba llorando, estaba llorando de nuevo en los brazos de ese hombre que lo hacía fuerte y a la vez débil, lo hacia sentirse un hombre y a la vez un niño.

- No me importa, soy tuyo desde antes de conocerte mi cielo, no habrá nunca nadie más, que importa esperar un poco mas si te e esperado toda mi vida.

Le creyó, porque Ben era asi, ben lo amaba enteramente y él lo sabía.

- Bésame.

- Pero tu padre o Ezio...

- No me importa, no importan, bésame.

Y lo hizo, delicado y dulce, con sus labios saboreando lentamente el sabor del otro, con la luna de testigo de que algún día estarían juntos de nuevo.

Los recibió un día frio en casa, Andreas se abrazó al enorme cuerpo de Ben para recibir calor y este lo cargó en brazos hasta llegar al coche.

Dentro de este el menor durmió en brazos de Ben hasta que llegaron a casa.

Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora