Dignidad

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La camioneta se detuvo por fin, a Ben le parecieron siglos. Cuando Andreas dijo que por fin llegaron, Ben dio un suspiro de alivio.

- Eso no estuvo tan mal, no seas dramático.

- Soy tu esposo, tengo derecho a serlo.

Andreas guardó silencio, fue tan largo que Ben pensó que se había ofendido por ello.

- No quería ofenderte...

- No lo haces, vamos o perderemos la reservación.

Ben escucho cuando Andreas salio del auto, la puerta del conductor cerrarse y después la suya abrirse, el griego le ayudo con el cinturón y Ben pudo escuchar el mar.

- Ahora te quitaré la venda, pero cierra los ojos.

- Está bien.

La brisa era fresca y se escuchaban las aves, a arena bajó sus pies era suelta. Andreas lo tomó del brazo y le hizo caminar unos cuantos pasos hasta que por fin se debieron.

- Ábrelos.

Y lo hizo, lo primero que vio fueron las luces, las luces que daban al lugar una apariencia de ensueño, después la sonrisa tímida de Andreas, que aprecia estar esperando una reacción.

- Tal vez no lo recuerdes, pero hace ya diez años que nos conocimos y creo que es momento de que te regrese todo lo que me has dado, incluyendo este momento, ese día me hiciste sentir especial, amado y valorado. Es mi turno de cuidarte Ben.

- Este es el lugar de nuestra primera cita, tienes que reservar con meses de antelación.

- Si.

Eso quería decir que desde hace meses Andreas se sentía asi por él.

Quería decir demasiado, quería volver a sentir...pero estaba asustado, que pasaba si solo lo estaba mal interpretando, si esto sólo era una mera celebración y no tenía nada que ver con el amor.

- Yo...creo que entonces no debemos perderla.

- Si, que bueno que esta vez no traigo tacones.

- ¿Por qué, crees que no soy capaz de levantarte?

- ¡Dios, Ben ¡

Andreas apenas tuvo oportunidad de poner sus brazos al cuello de Ben cuando este lo levanto atravesando la distancia que les separaba de las escaleras de madera.

Aunque Andreas era alto, aún era esbelto y Ben seguía igual de fuerte que antes, Andreas escondió la cara de vergüenza en el pecho del mayor hasta que este lo bajó en las escaleras.

- ¿Todo bien?

Andreas no respondió con palabras estaba demasiado avergonzado y excitado, le encantaba saber que Ben aun podía hacer con él lo que le viniera en gana.

Asi que solo pudo sentir y subir corriendo al restaurante.

Cuando Ben llegó detrás de él y puso su enorme mano en la espalda baja de Andreas este se estremeció y dudó cuando la anfitriona le pidió sus nombres.

- Si... yo... tenemos una reservación, a nombre de los señores Reeve.

- Con gusto, señores Reeve pasen por aquí.

Se sintió bien, que les llamaran asi se sentía bien, correcto, justo.

Pasaron la velada hablando de todo y de nada, recordando viejos tiempos, Andreas termino más avergonzado esa noche de lo que pensó que podía sentirse nunca.

Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora