El Castigo

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Andreas acababa de dejar al idiota de Jesse en la mesa de la cafetería, ese idiota acababa de decirle que pronto seria adoptado, ¿Qué tenían todos por la adopción esos días?

Él ni siquiera seria amigo del enano si no fuera porque Ben lo obligaba, era un chico demasiado estúpido, vivía con un hombre guapo, rico y que estaba enamoradísimo de él y el idiota quería ser su hijo.

Estaba caminando al auto de Ben cuando vio a este ser abrazado efusivamente por una mujer muy atractiva, Ben parecía admirarla y decirle lo guapa que se veía pues la mujer se mecía sonrojada.

Andreas sin pensarlo realmente caminó hacia los dos adultos y tomó a Benjamin de la mano y lo jaló al auto.

- Hey espera, tengo que hablar con ella.

- No.

Ben miró incrédulo al chico frete a él los últimos días Andreas se estaba comportando de una manera demasiado caprichosa.

- ¿Disculpa?

- No, vámonos, estoy cansado quiero ir a casa ahora.

El joven subió al auto y azotó la puerta, algunos alumnos que pasaban fingían no ver la discusión de su director y el que todos sabían era su alumno favorito.

Benjamín volvió a donde la mujer y le pidió que lo llamara más tarde se disculpó por el arrebato del menor y se fue al auto pues este comenzó a tocar el claxon.

Cuando entro en este Andreas estaba de brazos cruzados volteando el rostro.

Ben arrancó sin decir nada, el silencio era tenso pero esta vez Benjamin no sedería tan fácilmente, eso que hizo Andreas fue demasiado grosero.

Cuando llegaron a casa Andrea pretendía entrar en la casa haciendo un berrinche como siempre, pero Ben no se lo permitiría.

Antes de que el chico subiera las escaleras ben lo cargó en sus hombros como un bulto y este comenzó a gritar.

- ¿Qué estás haciendo? Bájame.

- No, eres un niño malcriado que tiene que ser castigado, no puedes comportarte asi con las personas.

Subieron hasta el ático donde ben se sentó en un amplio sofá que Andreas usaba normalmente para tomar la siesta y se acomodó al chico boca abajo en su regazo.

- Déjame, no soy un niño al que puedes azotar.

- En eso te equivocas, eres un bebe malcriado y egoísta al que es necesario corregir.

Ben bajo los pantalones del menor dejando expuesto el pálido culo redondo y respingón, los pantalones de Andreas eran muy ajustados y enmarcaban más las nalgas que Ben amasaba y fuertemente.

- Esto es maltrato, si me pegas perderás mi custodia.

- Si no me detuve de cogerte ¿enserio crees que me detendré de azotarte?

El primer golpe sorprendió al menor y dio un grito de sorpresa, Ben miró como ese pálido culito se ponía rojo por el golpe, lo sobó un poco y dio otro más para emparejar el color de ambos globos.

- No, te atrevaz a repetirlo...

Otro más y otro, Andreas se quejaba y gemía de dolor mientras Ben lo azotaba fuerte, las nalgas le escocían mientras el mayor no paraba de azotarle y amasarle las nalgas.

Extrañamente Andreas tenía una dolorosa erección que estaba atrapada en sus pantalones y podía sentir la de Ben en su estómago, la enorme verga del mayor era una roca y Andreas la deseaba dentro penetrándolo duro.

Los azotes se volvieron más suaves y los masajes más prolongados, los jadeos de dolor se convirtieron en placer y pronto los dedos de Ben estaban jodiendo su entrada preparándolo mientras Andreas lloriqueaba como una puta.

- Te joderé, pero eso no significa que esto no fue un castigo, ok.

- Ok, si fui un niño muy malo y aprendí la lección ahora jodeme.

Benjamin prácticamente arrancó los pantalones de las piernas del menor y escupió en la entrada de este para lubricarla alienando su pene.

- Será rápido y duro bebé.

- Pervertido.

De una estocada el mayor se hundió hasta las bolas en el culo del griego haciéndolo gritar, sin darle tiempo de acostumbrarse a la invasión siguió jediéndolo duro y profundo mientras Andreas se retorcía y gritaba de placer.

- Dios ben, asi... más.

- Se supone que es un castigo.

- Entonces más duro.

Ben lo obedeció, sosteniéndolo fuerte de las caderas lo jodía duro y profundo, con azotes esporádicos que tenían a Andreas convertido en un manojo de sensaciones, gritos de placer y el nombre de Ben envuelto en maldiciones.

Cuando el menor estaba a punto de correrse Ben sostuvo el pene del menor con una mano impidiéndole terminar.

- Dios no, suéltame, necesito... Ben por favor.

- Discúlpate y te dejaré correrte bebé.

Andreas sentía que podía estallar, la sensación era demasiado abrumadora, era increíble que estuviera siendo castigado con sexo, se sentía muy vulnerable, por primeras se dio cuenta que Ben era un hombre, un hombre más fuerte, más grande y experimentado que él y sintió miedo.

- Por favor, no, suéltame Ben, suéltame!

Ben se dio cuenta que le niño estaba aterrado y lo soltó, sin separarse del menor se sentó en el sofá con el chico en su regazo pegándolo a su pecho.

Se dio cuenta que Andreas en verdad estaba llorando.

- ¿Qué pasa mi amor, te lastimé?

El chico negaba cubriéndose el rostro, Ben tomó la manta con la que él chico se cubría al tomar la siesta y los cubrió a ambos.

- Andreas, por favor amor, dime si te hice daño.

Ahora Ben también estaba aterrado, aterrado de haberlo lastimado, de asustarlo de algún modo.

Dejó que el pequeño llorara en sus brazos hasta que se calmó y sin mirarlo a los ojos comenzó a hablar muy despacio.

- Eres un hombre.

Ben pensó que tal vez Andreas se había dado cuenta que Ben era masculino, que él también era un hombre y de alguna manera lo que hacían estaba mal.

- ¿Es por qué somos hombres?

- No, es por qué... soy un niño, comparado contigo, soy un niño.


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora