La Privacidad según Andreas

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Con Andreas tendido en el sofá de su oficina Ben se sentía más tranquilo, el chico estaba allí recostado con un libro en las manos, un libro muy grande para sus pequeñas y delicadas, manos.

Su secretaria entró sin anunciarse de nuevo con una gran sonrisa que se desvaneció al ver al joven en el sofá.

- Buenos días Betty.

El saludo de ben no fue muy amistoso estaba harto de que su secretaria entrara a su oficina sin anunciarse, pero estaba cansado de decirle un y otra vez que tocara antes de entrar.

- Ben, de las empresas Marsden enviaron un pequeño regalo junto con el donativo para la feria de ciencias, ya deposité el cheque.

Andreas miraba a su secretaria como buscando el regalo, Ben ya sabía que si el regalo eran galletas, chocolates o cualquier cosa comestible ella no lo llevaba a su oficina esperando que él le dijera que podía quedárselo.

- ¿Y el regalo?

La secretaria volteo a ver a Andreas sorprendida, no esperaba que el chico se dirigiera a ella, le dio una sonrisa trémula y volteo a ver a Ben ignorando a Andreas.

- Puedes traerme el regalo Betty, gracias.

La chica le dio una sonrisa avergonzada y se dispuso a salir, pero la voz del griego la detuvo.

- ¿Señorita Betty, sabe usted por que las puertas estan cerradas?

Antes de que la mujer pudiera responder el joven continuó.

- Para poner un límite, es un símbolo que, aunque fácil de abrir o de cruzar, representa privacidad, hasta un niño como yo lo sabe bien, ¿o es que acaso a usted no le enseñaron a tocar?

La mujer estaba roja de ira, volteo a ver a Ben como buscando su apoyo o que este reprendiera al menor, pero no, Ben estaba mirando a Andreas muy orgullosos, la mujer salio muy molesta de la oficina y cuando volvió a traer el regalo tocó a la puerta Andreas con una sonrisa se levantó del sofá y abrió tomando la caja que la mujer le dio sin una palabra más.

- Gracias, por decirlo, aunque no fue de la manera en que yo lo habría hecho.

- Lo sé, y es por eso que lo dije yo.

Andreas vio la caja, eran unos chocolates rellenos que se veían deliciosos, puso el cerrojo a la puerta y fue al escritorio del mayor.

- Mira, son chocolates, tomate un minuto para comer uno.

- Estoy ocupado, tengo mucho trabajo.

A Andreas no le gustaba ser rechazado, camino como un felino hacia el escritorio de Ben, dejó muy despacio la caja de chocolates sobre las hojas que Ben estaba revisando y tomando al mayor de los hombros empujo la silla para hacerse un espacio, luego ante la mirada sorprendida del mayor se sentó en su regazo.

- Entonces tomate el tiempo de darme un chocolate.

Benjamin estaba muy sorprendido, su mirada fue hacia la puerta, si alguien la habría no podría escusar por qué el menor estaba sentado en su regazo.

- La cerré, tendrá que tocar. Ahora dame ese, el que tiene cubierta blanca.

Para poder alcanzar la caja de chocolates, Ben tenía que rodear el cuerpo de Andreas con sus brazos y acercarse mucho al menor, después que por fin logro abrirla vio que el griego tenia sus manos en el regazo y lo miraba expectante.

- Dame tu mano.

- Nop, esa se la pedirías a mi padre.

El chico le dio una sonrisa coqueta y se retorció un poco en el regazo de Ben haciendo un puchero, el pene de este comenzó a engruesarse pues ni en sus más aventuradas fantasías se imaginó al chico diciendo esas palabras.

- Anda, quiero probar ese, dámelo.

Ben tomó el chocolate entre sus dedos y lo llevó a los labios rojos del menor, Andreas tenía la costumbre de morderse los labios al mirarlo y eso los dejaba rojos e hinchados.

El menor mordió el chocolate rozando ligeramente los dedos de Ben y dio un gemido de aprobación que el pene del mayor tomó como un saludo.

- Esta delicioso pruébalo tú también.

Con sus delgados dedos Andreas tomo la mano de Ben y la guío a su boca, el mayor comió el chocolate y en verdad era delicioso, después el menor al ver los dedos manchados del mayor los llevó a su cálida boca y chupó, Ben lo tomó por la cintura mientras Andreas limpiaba bien sus dedos.

- Andreas...no.

- Ahora dame ese.

Como si estuviera hipnotizado por esa voz y esos labios rojos Ben tomó el chocolate siguiente y lo llevó a los labios del chico. Cuando el chico lo mordió un líquido rojo y espeso comenzó a resbalar por la comisura de su labio, el chico sacó su lengua para tratar de limpiarlo, pero no pudo limpiarlo todo.

- ¿Me ayudas?

Sin decir una palabra y con la mirada puesta en esa piel suave y pálida Ben asintió y comenzó a lamer el líquido que escurría.

- Me haces cosquillas, ahora tu cómelo se está escurriendo.

En efecto Ben tenia los dedos escurriendo, comió un trozo del chocolate con cuidado de no mancharse y le dio un poco mas al menor, este se metió el chocolate a la boca junto con los dedos del mayor chupando y lamiendo los dedos con glotonería, haciendo pequeños ruiditos de placer, hasta que los dedos estuvieron muy limpios.

- ¿Quieres otro?

- Son de licor ¿Me quieres embriagar con chocolates?

Las mejillas de Andreas estaban rojas y sus labios hinchados, la respiración de Ben era irregular y su erección dolorosa, era una situación muy comprometedora si alguien llegara a verlos.

- No, yo...

La manija de la puerta se movió un poco, luego unos fuertes golpes se escucharon, Andreas se levantó con un puchero de su regazo y fue a abrir la puerta, antes de abrir el menor tomó una respiración profunda y limpio la comisura de sus labios, dándole una sonrisa a Ben.

Sin recibir o saludar aquien estuviera del otro lado, Andreas giró solo un poco la manija y entreabrió la puerta, Ben entendió las palabras de Andreas de otra forma ahora "es un símbolo que, aunque fácil de abrir o de cruzar, representa privacidad" por eso no había puertas cerradas en casa, ellos ya tenían una relación íntima y no necesitaban privacidad.

Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora