El regalo de cumpleaños

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Ben despertó con una boca tibia chupando y lamiendo su pezón y una mano de dedos delgados y suaves acariciando sus bolas, dio un gemido largo de aprobación cuando unos dientes romos le dieron una ligera mordida.

Andreas estaba dormido haciendo eso, Ben no sabía si despertarlo y avergonzarlo o dejarse llevar por la sensación, con una fuerza de voluntad que no sabía que poseía decidió alejar al pequeño, dándose el tiempo de guardar esa imagen en su memoria para después.

Suavemente retiró la mano del menor, más delicadamente su boca, este se quejó e intento prenderse de nuevo del pecho del menor per este tomó su barbilla firmemente.

- Despierta bebito.

Le dio una ligera sacudida al menor este abrió los ojos somnolientos.

- No quiero despertar aún.

Andreas se ocultó en el costado del mayor abrasando a este por la cintura, pegando su cuerpo desnudo al de Benjamin.

- Vamos se nos hará tarde.

- No me gusta estudiar en mi cumpleaños.

Por el estrés de la época de exámenes Ben olvidó por completo el cumpleaños de Andreas, por suerte un mes antes había hecho la reservación en el restaurante y pedido un regalo especial por internet que llegaría ese mismo día.

Tomando al menor por sorpresa Ben lo abrazó aplastándolo con todo su peso y llenándole la cara de besos.

El chico comenzó a reír con sonoras carcajadas pues la barba del mayor le hacía cosquillas.

- Basta, déjame ya.

- Es tu cumpleaños amor, tenemos que celebrar.

- Pues parece que me quieres comer.

Ben abrió cómicamente los ojos y se lanzó con gruñidos y mordidas suaves sobre el menor, mientras este intentaba escapar.

- Soy el devorador de bebés dormilones.

- No, basta, me haré pipi, basta.

El mayor tuvo piedad del muchacho y dejó de perseguirlo, estaban sonrientes, agitados y abrazados en la cama, desnudos y con las sabanas revueltas.

- Dime bebé que soñabas.

Andreas dio un bufido y rodó los ojos empujando a Ben lejos de él.

- Tuve un sueño super loco, soñé que era un bebé y me alimentabas con... un biberón.

Andreas se cubrió la cara con el edredón y Ben soltó una carcajada y se puso de pie.

- Ok... ahora quien es el pervertido.

- Es tu culpa, por decirlo antes de dormir.

Andreas le arrojó una almohada a Ben, este la atrapó en el aire arrojándosela de vuelta al menor, Ben seguía desnudo parado allí en medio de la habitación con su pene medio duro.

Y era enorme, Andreas se quedó mirándolo más de lo necesario y tal vez salivó un poco.

Ben carraspeo, para que este lo viera a los ojos, Andreas se puso rojo de la vergüenza y se cubrió la cara de nuevo.

- Descuida bebé, es halagador.

Andreas no se descubrió hasta que Ben estuvo vestido y listo para salir, sintió más que ver al mayor sentarse en la cama a su lado y buscarlo bajo las cobijas.

- Hola bebé.

- Hola.

Andreas aún estaba avergonzado cubriéndose el rostro, Ben intentaba ver debajo de sus manos moviéndolas suavemente.

- Esta noche pasaré por ti a las seis e iremos a cenar para celebrar, ponte algo lindo mi amor que reserve en un lugar especial.

- ¿Es una cita?

El corazón de Ben dio un vuelco en su pecho, le encantaría que esta noche fuera una verdadera cita para ellos dos, cada día el griego se colaba más en su corazón.

- Te traeré flores entonces.

Con las manos del menor atrapadas entre las suyas, Ben se acercó a esos labios que lo tenían sediento con tan sólo verlos y les dio un ligero beso.

- Disfruta tu regalo mi amor.

Cuando Benjamin se fue Andreas volvió a dormir, no sabía a qué regalo se refería Ben, pero aún no quería levantarse, las palabras de su hermano aun le dolían, pero el calor del mayor lo confortaba, era egoísta aprovecharse de eso, pero le encantaba sentirse amado y mimado por el mayor.

Ben era un hombre maravilloso y atractivo, seducirlo no era para nada un sacrificio, pero Andreas se daba cuenta que era jugar con fuego pues el interés de Ben era genuino.

Andreas dormito un rato, el día anterior había adelantado exámenes y ese da podía darse el lujo de holgazanear

Cuando de pronto fuertes golpes en la puerta lo sobresaltaron.

Se vistió con la camisa del día anterior de Ben pues el encantaba hacerlo cuando este no estaba encasa, eran grandes y cómodas, podía usarlas de vestido, eran su versión americana de túnicas

Los golpes en la puerta seguían parecía que la persona del otro lado estaba impaciente, eso le molestó al griego y cuando abrió la puerta lo hizo con una mirada asesina.

- ¡Wow! Yo... em... eres hermoso.

Del otro lado de la puerta estaba un chico muy atractivo sosteniendo un cachorro con un gran lazo azul en el cuello, Andreas sabía bien a lo que el chico se refería, él estaba allí con el cabello largo y suelto vistiendo solo una camisa holgada con sus largas piernas torneadas y pálidas, era hermoso.

Aunque el chico frente a él no se quedaba atrás, era un poco más alto que Andreas, robusto y muy apuesto, por la estructura de su cuerpo Andreas estaba seguro que aún no daba su estirón asi que sería muy alto cuando esto pasara, pues aún había grasa infantil en sus mejillas.

- Ok, yo soy hermoso ¿Y tú eres?

El chico titubeo un poco por el cachorro en sus brazos y le tendió a Andreas una enrome manos sudada.

- Mi nombre es Peter O'Donnell y soy tu nuevo mejor amigo.

- Ok... ¿Y quién lo dice?

El chico no se esperaba esa respuesta al parecer, debió creer que con el simple hecho de decir que serían mejores amigos, automáticamente lo serían.

- El director Reeve y ... te mandó esto.

Andreas tomó al cachorro en brazos, era un hermoso husky siberiano de ojos azules que le lamió la cara apenas se lo acercó.

- Llegó por error a la universidad y el director Reeve me pidió que lo trajera, lo llevaron esta mañana, es muy travieso, fue la sensación con las chicas.

- Es hermoso, nunca tuve un perrito antes.

Andreas invitó al chico a pasar llevándolo consigo a su habitación, juntó con el perrito.

- Cuídalo mientras me visto, estaba dormido cuando llegaste.

El chico se sentó en la cama se dio cuenta que esta estaba impecable, acaso que el joven frente a él hubiera tendido antes de abrir la puerta, era obvio que no había dormido en ella, puso atención también en la camisa que traía puesta y se dio cuenta que era enorme, unos cuantos cálculos y dio con los hechos.

- Oh por dios duermes con él director!!


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora