Celos

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Pasaron exactamente dos semanas para que Andreas irrumpiera en la ofician de Ben, este estaba calificando el desempeño de los maestros, tenía un nuevo profesor que era muy joven y por lo tanto popular con los chicos, por suerte también era bueno en su trabajo.

Cuando el griego entró a su oficina Ben pego un brinco del susto.

- Cásate conmigo.

Ben pensó que era una ilusión, algo que los meses de alcohol que había ingerido en los últimos meses, no fue hasta que Ezio le pidió llorando que dejara de beber que lo hizo, pero algunos días la botella ganaba la batalla.

- Andreas?

- Si, Ben soy yo. Cásate conmigo por favor.

La persona frente a él, vestía un saco negro largo y unos pantalones del mismo color, se veía como Andreas y hablaba como Andreas, pero esas palabras jamás las diría el griego.

- ¿Qué está pasando? Por qué me pides eso.

- Pasó algo, en el hospital yo... me distraje con mis investigaciones y olvidé llenar mis papeles y ahora mi visa venció y esta este chico que lo descubrió, que me odia y... cásate conmigo.

Andreas estaba muy nervioso, estaba tan distraído con sus celos, el departamento, las investigaciones y proyectos, que cuando se dio cuenta había olvidado todo lo demás.

Ben estaba seguro que los abogados podían ayudarle, era cuestión de pedir una prórroga, la visa de estudiante había vencido, pero aun podía sacar una de trabajo, aunque para eso tendría que volver a Grecia, con su padre.

Era egoísta, era tonto, tal vez un poco ilegal, pero era algo que Ben deseaba tan desesperadamente que lo tomó.

- Con una condición.

- ¿Cual?

Andreas estaba tan nervioso, que el mundo se le cerró a esa única opción, haría lo que Ben quisiera.

- Usa el anillo de la abuela.

El anillo.

Andreas recordó las palabras de Ben sobre ese anillo y no quería cargar ese peso.

- Pero, esto... no es. Aun no estoy listo, esto es sólo porque...

- Lo sé, sé que sólo es para evitar que te deporten, pero ese anillo no será de nadie, es tuyo amor, úsalo.

- ¿Simbólicamente?

La sonrisa de ben le hiso temblar las piernas.

Una mescla de celos, pánico y desesperación le hicieron tomar esa decisión, esperaba no arrepentirse.

***

Ezio estaba muy aburrido en casa, su padre llegaría tarde del trabajo y Dylan tenia cosas que hacer en la ofician de su padre, asi que decidió ir a asegurarse que Ben estuviera bien y de paso robar uno de esos pastelillos que compraba para él, aunque no se lo dijera.

Fue por el jardín trasero, Ben siempre dejaba la puerta trasera abierta para él, aunque Ezio le dijo que sería as fácil darle una llave.

Mientras se acercaba a la puerta escucho ruidos extraños, eran como ligeros gruñidos y maldiciones, incluso jadeos. Como si alguien estuviera siendo lastimado.

Abrió la puerta y entro a la casa los ruidos venían de la sala, se acercó muy despacio sin hacer ruido cuando de pronto el torso desnudo de su hermano se levantó del sillón, parecía estar montando en algo, pues estaba sudado y jadeante.

- ¿Hermanó?

La espalda de su hermano y este volteo a verlo muy sorprendido, se veía sonrojado y agitado.

- ¿Qué haces aquí, donde esta Ben?

- Estoy bien.

Su hermano empujo a alguien abajo y volteó a ver molesto a Ezio.

- Sal de aquí, vete.

Uno, dos, tres y Ezio se dio cuenta de lo que estaba pasando.

- ¡¡Oh por dios!! Estan teniendo sexo!!

Andreas le arrojó un cojín y Ezio salio corriendo de allí, estaba feliz, feliz de que su hermano y Ben estuvieran juntos y no lo hubiera arruinado tratando de darle celos a su hermano.

- Ok, en estos momentos no puedo pensar bien, pero recuérdame reñirte por esto después.

- No prometo nada amor, prefiero hacerte olvidar tu nombre.

Y por Dios que lo hizo, Ben era el único hombre que podía hacerlo sentir como en el cielo, el sexo era perfecto con él.

Cada estovada perfecta, cada beso depositado en el lugar correcto y esas manos formes que le erizaban la piel.

Le hizo olvidar, a su hermano, su propio nombre y el peso de la esmeralda en su dedo.

***

- ¿Estás seguro de esto?

Estaban en el jardín, no sería una gran ceremonia, sólo familia, el juez y Dylan. Andreas comenzaba a cansarse del muchacho, pero este parecía no enterarse.

- ¿Qué va a pasar el día que conozcas al hombre con el que en verdad desees casarte, el romperás el corazón a Reeve?

- ¿En verdad crees que lo encontraré? Yo estoy seguro que Ben es el hombre de mi vida es sólo que tengo miedo de quedar atrapado, cómo tú.

Evander no se ofendió por eso, él se había perdido en el amor que le tubo a la madre de sus hijos y aunque por mucho tiempo se resistió a aceptar que se estaba enamorando de Brian Rice, ahora que lo había hecho no podía arrepentirse.

- Tú no eres yo, pero no te conviertas en tu madre, tienes tanto miedo de estar con él, como lo tienes de perderlo, aunque Reeve te diga que esto no es nada, para él lo es todo y en el fondo lo sabes.

Su padre lo dejó solo.

Lo pensó, en verdad lo pensó.

Trató de comparar todas las opciones, los pros y los contras, pero cuando vio a Ben sonreírle a su hermanito, supo que jamás dejaría que ese hombre mirará a alguien más cómo lo hacía con él.

Las palabras fueron dichas, los papeles firmados y sin más ceremonia, se convirtió en Andreas Katsaros - Reeve.

La felicidad en los ojos de Ben era tan deslumbrante que le dolía, en el momento que lo besó sintió que este hombre podría detener el mundo si se lo pedía y eso le aterró.


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora