A Casa

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El día era soleado en Grecia, llegaron con un atraso de cinco horas y nadie los estaba esperando en el aeropuerto, tomaron un taxi que los acercara a la villa de los Katsaros, después de treinta minutos encerrados ene se auto el recorrer lo ultimo del camino andando, el sonido del mar era tranquilizante y Andreas recordó el olor del hogar, quería regresar el tiempo a cuando era pequeño y podía escapar e todo corriendo a la orilla del amor pero era imposible.

Ben se percató de lo pensativo que estaba el muchacho y lo tomó de la mano, este se sorprendió un poco, pero al darse cuenta que era Ben quien lo tomó se relajó.

- Pensé que te sentirías feliz de volver a casa.

- Cuando lo hagamos estaré feliz.

Ben sonrió y apretó un poco la mano del menor, ya podía ver la villa, estaba mirando frente al mar, cuando Ben vino a conocer a Andreas no tuvo la oportunidad de ver el lugar donde el chico había crecido, él se imaginaba un lugar severo y frio, no una villa de mármol abierta al mar.

- No es el lugar que imaginé.

- A veces las prisiones no tienen barrotes Ben, a veces la celda esta en nuestra alma, creada por las personas que estan a nuestro alrededor.

- No me gusta esta actitud amor, no les permitas verte asi, demuéstrales el joven fuerte y seguro que está logrando sus metas, yo estaré aquí mi amor, no te dejaré solo ni un minuto.

Andreas le sonrió a Ben, sabía que no mentía y que estaría apara él, pero también sabia lo débil que podía llegar a ser estando frente a su familia.

Mientras más se acercaba a casa más pesado se sentía. Quería subir el avión de vuelta y olvidarse de todo, lo único que lo motivaba a seguir era que extrañaba demasiado a su hermanito, quería abrazar a Ezio y sacarlo de allí.

El lugar seguía como siempre, como si esos dos años no hubieran pasado, el olor del mar y el rugir del océano eran los mismos.

- Es un enorme lugar, tu padre sí que era un hombre acaudalado.

- No la compró él, es de mi madre, ella lo heredó de su familia, luego lo perdió todo.

Andreas le dio una mirada significativa a Ben, ya habían hablado de por qué este no le dijo que era acaudalado y de que no estaba renunciando a nada por él, que si Andreas se comprometía a guardar el secreto Ben no cometería suicidio social.

- Tal vez era amor, uno nunca sabe de lo que es capaz de hacer por ese sentimiento.

- No es gracioso Ben.

Andreas le reclamaba eso, que Ben a su edad fuera un romántico, pero Ben no se ofendía, al contrario, tomó como un reto el lograr derretir las barreras en el corazón de su hermoso griego.

Llegaron a la casa y no había una puerta que les impidiera el paso, Andreas le invitó a entrar sin anunciarse y Ben lo hizo un poco reticente, pasaron por estancias vacías hasta llegar a una sala que daba al mar en la que una cabeza de cabellos negros se asomaba por un sofá.

- ¿Hermano? Hermano, eres tú.

Una pequeña replica de Andreas corrió a los brazos de este llorando de felicidad, Andreas se arrodilló para abrazar al menor y lloró con él también colmándolo de besos.

A Ben se le partía el corazón con esa escena, no podía entender cómo es que Andreas podía aguantar la distancia.

- Andreas.

Al escuchar la voz de su padre Andreas se limpió las lágrimas y se puso de pie, era mucho mas alto que cuando se fue, más maduro y tenía una mirada dura que antes no había estado allí. Su padre al verlo se arrepintió de haberlo dejado ir, pero era tarde para arrepentimientos, no podía moverse quería ir y abrazar a su hijo, pero no podía moverse.

Un gritó lastimero sobresalto al director y a Andreas, Ezio y su padre no se inmutaron, el hombre sólo dio media vuelta y se fue.

- Deberías ir a verla, esta peor y esta vez no es mentira, el dolor es real, morirá pronto, papá tiene miedo de dejarla sola.

Andreas no dijo nada y volvió a tomar la mano de Ben, Ezio no lo dejó pasar, pero no dijo nada al respecto.

- Estamos cansados, nos instalaremos en mi cuarto.

A ben no le aprecio correcto que se quedaran en la misma habitación en casa de sus padres mucho menos después que terminaran su relación, pues habían dejado claro que no continuarían juntos hasta que Andreas estuviera listo.

- Puedes dormir conmigo hermano, te extrañe, no creo que el señor este cómodo durmiendo en una cama estrecha.

La forma en que Ezio se refirió a Ben era como un recordatorio de la diferencia de edades, cómo lo veía un niño, cómo lo veían los demás.

- Es verdad, Ezio él es Benjamin Reeve, es el director de la universidad y el maravilloso hombre que me cuida.

Ben le tenido la mano a Ezio y este le dio un apretón fuerte, como si quisiera dejar algo en claro, Andreas le dio una sonrisa de disculpa al mayor que sólo se encogió de hombros.

Los chicos llevaron a Ben a la antigua habitación de Andreas, esta era austera y sencilla, estaba llena de libros por todos lados y ni un juguete.

- Tal como la dejé.

- Si, papá me prohibió entrar en ella, dice que te molestarías si tocan tus cosas.

Tl vez antes lo hiciera, pero ahora poco le importaban esas cosas, ya no reconocía este lugar como su casa, ahora su habitación estaba en otro lugar, en otra casa. De aquí no le interesaba nada.

- Puedes tomar lo que gustes, no me llevaré ya nada.

- Pero, volverás ¿verdad?

Andreas no podía responder eso, porque no quería volver, al estar en esa casa, con el olor del mar y la brisa sentía que debería salir corriendo, incluso extrañaba el frio de América

- Por qué no vienes conmigo cuando termine la escuela, te gustará América, tengo muchos amigos muy agradables.

- No puedo dejar solo a papá, ¿quién cuidara de él?

Ben pudo ver le dolor en el rostro de Andreas y sin detenerse a pensar lo defendió.

- Todos los padres debemos de prepararnos para el día que nuestros hijos se vallan de nuestro lado, nuestro trabajo es verlos crecer y darles alas para que vuelen, estoy seguro que tu padre lo sabe también.

El joven no aprecia muy convencido con las palabras de Ben, pero no discutió más, dejándolos a solas en la habitación, Ben estaba encantado de contemplar el mundo que Andreas conocía antes de conocerse, quería absorberlo todo, para tratar de entender mejor a ese joven del que estaba enamorado.

- Me gusta más la habitación que tengo en casa.

- Me gusta cuando lo dices asi, me da esperanza de que vuelvas conmigo.

- Lo haré, pase lo que pase, digan lo que digan, lo haré.


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora