Nuevos comienzos

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Hacía frío, no recordaba haber dejado las puertas del balcón abiertas, pero lo estaban, el viento movía las cortinas y el aire gélido le erizaba la piel.

Se levantó para cerrarlas cuando miró la silueta de Andreas en la baranda, llevaba solo una de sus camisas como pijama, veía al horizonte, el sol que estaba saliendo le daba un brillo angelical.

- ¿Amor? Te estas congelando, entra.

- Está muerta.

Ben no sabia a que se referia, pensó que tal vez Andreas estaba aun adormialdo cuando de pronto sonó su telefono. Entró para contestarlo y vio el nombre del padre de Andreas en el identificador.

Respondió de inmediato, después de un silencio prologado Ben creyó que tal vez había perdido la llamada hasta que el doctor Katsaros habló.

- Espero no despertarlo, sólo quería avisarle que la madre de Andreas a muerto, tuvo un paro respiratorio mientras dormía.

- Yo...lo lamento.

Ben dijo lo primero que s el vino a la mente, no sabía cómo decírselo a Andreas, acababan de regresar apenas hace quince días de Grecia y no podían volver de nuevo, no por falta de recurso si no que Andreas ya había comenzado sus prácticas en el hospital, tendrían que pedir un permiso, no debería de importarle, pero no quería eso en los primeros días de Andreas en sus prácticas, sin embargo, lo harían.

- Hablaré con el director del hospital, nos pondremos en camino...

- No es necesario, será cremada y sus cenizas regadas en la arena como fue su voluntad.

El hombre se escuchaba cansado, como si estuviera listo para ir a dormir. Andreas tocó el hombro de Ben asintiendo, como si supiera de que iba la llamada, se veía sereno.

- ¿Benjamin, su oferta sigue en pie?

Ben recordó el día de la partida, el padre de Andreas había escuchado lo que su madre le había dicho a este y había tratado de hacer las paces con su hijo, Ben le pidió que si algún día quería empezar de nuevo considerara venir con ellos, él quería que Andreas encontrara paz con su familia.

- Claro que sí, son bienvenidos cuando quieran.

- Gracias.

Colgó el teléfono y abrazó a Andreas, pero este no estaba triste, la idea de su madre murió hace mucho tiempo, no le remordía la conciencia, últimamente esa mujer sólo era la sombre de su madre, prefería recordarla como cuando era niño y caminaban por la arena tomados de la mano, pero eso fue hace mucho tiempo.

El rencor que sintió por ella ya era cosa del pasado, decidió que esa mujer era fruto de una enfermedad que no solo le consumía su juventud y fuerza, también sus sueños e ilusiones, que ella hizo lo creyó conveniente, que si de algo pecó fue de egoísmo.

Algo de lo que él no estaba exento.

Pasaron seis meses antes de que su padre y su hermano llegaran.

Fueron a recibirlos al aeropuerto y Andreas estaba muy nervioso, tenía muchas ganas de ver a su hermano, desde que su padre les dijo que se mudarían había estado contando los días para su llegada.

Limpiaron el departamento de al lado y compraron algunos muebles nuevos, arreglaron algunas cosas que hacían faltan y le dieron un toque hogareño, el joven que vivió antes no tenia buen gusto a criterio del griego.

Cuando terminaron y todo estaba perfecto en el interior siguieron con el jardín, Andreas le dijo a Ben que a Ezio le encantarían las flores del jardín, asi que pusieron jardineras y flores por todos lados, incluso colgaron un columpio de un gran árbol, sus fines de semana los pasaron haciendo de dos departamentos separados un hogar.

Ben en algún momento pensó que Andreas le pediría abrir la pared que dividía ambos espacios, pero este le dijo que no, que necesitaban cada quien su intimidad y que su hermano no conocía de eso, que era mejor mantener un poco de privacidad para todos.

Asi qe para el dia que el resto de los katsaros llegaron un hogar ya les esperaba.

Lo estaban esperando con un cartel en griego que decía "Bienvenidos Katsaros" que Ben había hecho ya que Andreas decía que no era necesario pues no eran desconocidos de intercambio, pero estan allí y viendo como recibían todos a sus familiares con globos, flores y carteles se sintió agradecido de que Ben lo hiciera por él.

- Wow.

Ben estaba viendo a lo alto de las escaleras donde un hombre con gafas de sol y una chaqueta de cuero bajaba con un jovencito de cabello negro que usaba unos pantalones de gasa que led aba un aire eterio.

Andreas vio a su hermano y su padre y una burbuja de felicidad explotó en su pecho, parecía un sueño hecho realidad.

- Son ellos.

- Tu padre, él se ve... wow.

Si, su padre se veía diferente, parecía que había recuperado su peso y musculatura, el color de su piel ya no era cenizo y tenia el cabello en un corte fresco, se veía muy guapo, como no se había visto en mucho tiempo.

- La viudez le sienta bien.

- No, la libertad.

Al verlos Ezio dejó caer su mochila y corrió al encuentro de su hermano, por un momento Evander se sorprendió hasta que vio al mayor de sus hijos y a Ben, se relajó.

Estos últimos meses cerrando la villa y dejando todo en orden antes de partir le había servido para cerrar un ciclo de su vida y entregarse a un nuevo comienzo, el ver a sus hijos abrazados se dio cuenta que la decisión había sido al correcta.

Con las cenizas de su esposa esparcidas por la arena se fueron también muchos años de su vida que ya no podía recuperar, que no quería olvidar pues, aunque el sentimiento no era mutuo el amó a esa mujer todo ese tiempo, y el que ella muriera le alivio de una forma inesperada.

No fue el alivio por su libertad, fue el descanso de su alma, por años viéndola sufrir sin poder hacer nada, amándola.

Estrechando la mano de Benjamin Reeve en este país desconocido, sentía que una nueva vida le esperaba, un nuevo comienzo junto a sus hijos.


Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora