Miel con Veneno

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Lo despertó el olor de la comida, al principio no reconoció las paredes desnudas de mármol y el sonido del mar, después de unos segundos recordó donde estaba, la Villa Katsaros, el hogar de Andreas.

Había estado cansado cuando se tumbo en la cama, no se dio cuenta en que momento se quedó dormido.

Temiendo molestar a la madre de Andreas si alzaba la voz para buscarlo intentó seguir el olor de la comida esperando que este lo llevara a la cocina, ese lugar parecía un laberinto de habitaciones oscuras.

Ella lo miró primero, el percibió el ruido de las maquinas después.

- Es usted, es americano que se llevó a mi bebé.

Poniendo atención Ben logró ver una silueta tendida en una cama de hospital, era una versión femenina y demacrada de Andreas, el parecido era tal que Ben sintió terror al verla, no podía imaginar algún día ver a Andreas asi.

- Lo sé, todos lo dicen, supongo que ahora que es mayor nuestro parecido es mayor.

La mujer parecía ver perfectamente en la penumbra, pues Ben no creyó que su asombro se notara tano, él se enorgullecía de ser profesional y educado con las personas.

- Lo lamento, es sólo que, son casi idénticos.

- Casi, esa es la palabra, mi hijo esta en la flor de la juventud mientras yo estoy marchita en esta cama, la misma miel que sale de sus labios y el brillo en sus ojos lo etnia yo, disfrute de ese cuerpo dulce y fragante mientras dure, un día no valdrá nada.

las palabras de la mujer, aunque débiles estaban cargadas de desprecio, parecía que envidiaba la belleza de su hijo mas que enorgullecerse de ello, pero Ben no la conocía, no tenía derecho a juzgarla.

- Su hijo es más que una cara bonita, es un joven inteligente y fuerte, él es...

- Extraordinario, eso fue lo que usted lo llamó cuando ofreció llevárselo, pero yo lo conozco mejor, es miel con veneno, endulza su oído y su cama, para que usted le de lo que mi esposo no puede, supongo que se merecen uno al otro, ¿qué tipo de hombre se aprovecha del cuerpo de un niño y tiene el descaro de poner sus sucios pies en su casa?

Esta vez Ben o pudo disimular su asombro no hacía falta tampoco, de alguna manera esa mujer lo sabia y el esposo también entonces. Tenia que hablar con él e irse cuanto antes, se lo había prometido a Andreas.

- No sé de qué me habla y es muy peligroso hacer ese tipo de comentarios.

- Lo sé, usted no a dicho ni su nombre, pero se le llena la boca de orgullo al hablar de él, está aquí dispuesto a todo para llevarlo consigo, cuidado profesor o terminara como el otro, un inocente muerto por probar la dulzura de mi hijo.

Ben quería negarlo y a la vez preguntar sobre eso, quería saber a ciencia cierta que era lo que había pasado ese día, que Andreas se seguía culpando y un hombre se quitó la vida.

- Pero hay una forma de enmendarse, venga aquí director Reeve.

Ben entró a la habitación como la mujer le dijo hechizado por su voz, de cerca era más delgada de lo que parecía, el gris de su rostro reflejaba la muerte, Ezio etnia razón, se estaba muriendo.

- ¿Puede ver ese monitor de allí? Tiene un temporizador, es de los que los doctores usan para decir que los pacientes murieron entre la noche, simplemente pones una fecha y una hora y me desconectará, prográmelo director, escoja un día al azar y en mi testamento le dejaré la custodia permanente de mi hijo.

***

Evander Katsaros sabía lo que tenía que hacer, tenía que hablar con ese hombre y dejar todo en claro, dejar zanjado el tema y que cada quien tomar e rumbo que quisiera, era tarde para actuar como un padre preocupado cuando había dejado a su hijo a la deriva siempre, ahora por más que se arrepintiera de eso ya era tarde, tarde para todo.

Jóvenes Extraordinarios 2 Pequeño EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora