París, Francia.
Al día siguiente asistí a mi clase con el profesor Abraham, donde está vez si que pude hacer una buena coreografía que pareció no decepcionarle. Una mezcla entre jazz y danza contemporánea. Cuando terminé de bailar aplaudió con vigor y pude notar cierto brillo en su mirar.
— magnifique Lalisa — dijo complacido sin dejar de aplaudir —. Ha hecho una buena mezcla entre dos estilos diferentes. Algo grandioso. Lo mejor que he visto durante toda la clase.
— Merci — murmuré.
— Bien hecho. Puedes ir a tu lugar, Lalisa.
Hice caso a lo que pidió y fui hasta una de las esquinas de la sala de ensayo. Donde bebí de la botella de agua que había traído para la clase.
Los próximos cuarenta minutos que restaban de clase, trataron de mis compañeros presentando sus coreografías renovadas, algo mucho mejor elaborado que lo del día anterior y algo que logró satisfacer al profesor Abraham, quien sonreía sin decepción alguna como lo había sido antes. Esta vez parecía orgulloso.
(...)
A la misma hora que toda la semana, me encontraba caminando por el mismo pasillo por el cual se encontraba el aula donde aquella preciosa chica castaña tocaba el piano.
Me acerqué hasta la puerta que estaba entreabierta, y me asomé. Encontrandome con la misma chica, sentada sobre un pequeño y banco y con sus manos meciendose sobre aquellas blancas y negras teclas. La melodía proveniente de aquel fino instrumento me deleitó de tal manera que no pude entender.
Nunca me consideré especial fan de aquel estilo de música, pero escucharla a diario ser tocada por ella, se había vuelto mi cosa favorita.
Estuve durante algunos minutos observándola, hasta que, nuevamente hice un gran ruido que la hizo detenerse. Al instante me escondí detrás de la puerta, pero antes de lograr escapar, escuché su voz.
— ¡Attendre! — murmuró —. No te vayas.
Su voz era sutil, dulce. Aquellas palabras que me dio fueron suficientes para lograr detenerme, aunque no estaba segura de por qué lo hacía.
— ¿Tu has estado aquí toda la semana? — cuestionó, pero no respondí —. Sé que ha habido alguien escuchandome tocar, no eres para nada cuidadosa o cuidadoso. Siempre haces ruido.
Silencio.
— Responde — refunfuñó — ¿Lo eres?
— Oui
— ¿Quién eres? — pude escuchar sus pisadas acercandose cada vez más hasta la puerta. Fue entonces cuándo intenté irme, pero su mano tomó mi brazo con brusquedad, impidiendolo —. No te vayas.
— Suelteme Mademoiselle — murmuré.
— ¿Quién eres y por qué llevas toda la semana viniendo a escucharme tocar?
Intenté soltarme de su agarre, cosa que no logré. En cambio, lo que hice fue que nuestros brazos rozaran aun más a tal punto de que las manos de ambas llegaron a ser sujetas. Ahora ella sujetaba mi mano y yo la suya. Era tan suave, que ahora no quería soltarla nunca, solo quería quedarme ahí.
— Tocas precioso, no sé quien seas, porque no he logrado apreciarte. Pero déjame decirte que lo haces hermoso — se quedó en silencio —. Prefiero no decir quien soy, así esto queda en el anonimato. Pero en verdad me gusta escucharte.
— Me gustaría saber quien eres, y podría averiguarlo ahora mismo teniendo en cuenta que lo único que nos separa es esta simple puerta que con un empujón podría ser abierta — confesó—, pero respetaré lo que quieres y no lo haré.
— ¿De verdad?
— Sûr — contestó — Eres una chica ¿Cierto?
— Lo soy.
— ¿Cómo eres?
— Soy rubia — dije sin pensar. Quizá había dicho más de lo que debía.
— Tus manos son suaves.
— Las tuyas también lo son.
Ambas nos quedamos en un absorto silencio. No me quejé ni ella lo hizo. Yo no quería soltar su mano y ella tampoco parecía querer hacerlo.
— ¿Cuanto llevas espiandome?
— Una semana — respondí —. Pero prometo dejar de hacerlo.
— No me molesta. En realidad es lindo que alguien quiera escucharme tocar.
— De igual manera —dudé por unos momentos—, es momento de dejar de hacerlo.
— Comprendo...
Miré la hora en el reloj de mi muñeca derecha. Ya era tarde para mi última clase. Si no me iba en ese momento llegaría tarde y tendría probable falta, algo que no podía permitirme en mi primer día aquí.
— Debo irme, ya es algo...— entonces olvidé como era que se decía 'tarde' en frances— ya empezó mi última clase.
— ¿No eres se aquí cierto? — eso parecía más una afirmación que una pregunta —. Tu idioma es fluido, pero el acento es distinto.
— No entiendo por qué piensas eso.
— ¿Esto quedará siempre como algo anónimo y sin descubrir? — cuestionó cambiando de tema.
— ¿El qué?
— El descubrir quien era esa chica rubia a quien le gustaba escucharme tocar piano.
— Probablemente lo sea.
— ¿Irás a la gala del sábado?
— Sûr.
— Tenemos la posibilidad de encontrarnos — fue soltando mi mano, de una manera muy lenta pero no tanto como me hubiera gustado que lo hiciera —. Jusqu'à samedi, blonde.
Me soltó por completo la mano. Dejandome ir, y cerró la puerta.
— Jusqu'à samedi, châtaigne.
Macnifique: Magnifico
Merci: Gracias
Attendre: Detente
Oui: Si
Sûr: Claro.
Jusqu'à samedi, châtaigne: Hasta el sábado, castaña.
Jusqu'à samedi, blonde: Hasta el sábado, rubia.
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ᴅᴇꜱᴄᴜʙʀɪᴇɴᴅᴏɴᴏꜱ | ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ [1]
Fanfiction«Tu eres sol, y yo soy lluvia. Juntas creamos un hermoso arcoiris que puede tentar a nunca acabarse o a terminarse.» "Donde Lisa es el sol de Jennie, y Jennie, la lluvia de Lisa" Portada elaborada por: @-Lo...