O C H O

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París, Francia

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París, Francia.

Pour une baise — refunfuño.

Mis tacones chocando contra el piso es lo único que se logra escuchar por el pasillo en el cual me encuentro corriendo.

Olvidé la pulsera que mi madre me obsequió por mi cumpleaños cuando era pequeña. No puedo perderla. Ella se enojaria demasiado si lo hago, y no quiero que lo haga.

Debo darme prisa, ya que mi madre y yo siempre nos vamos juntas y si se da cuenta de que no llevo la pulsera puesta seguramente causará que se enoje y lo recalque durante mucho tiempo, pero ir con tacones no me permite ser veloz.

Desde siempre he llevado esa pulsera conmigo. No puedo perderla justo ahora.

Cuando llego frente a la puerta del aula donde he olvidado el accesorio, logro percatarme de una melodía saliendo de ahí, y de un cuerpo moviéndose al unisono de aquella música que se escucha.

Al acercarme más hacia la puerta, logro darme cuenta de que se trata de una chica de cabello rubio, alta y con un cuerpo tan delicado y pequeño que pareciese una muñeca de porcelana.

Es como si en aquel preciso instante me sintiese cautivada por sus movimientos. Ella se pierde y se deja llevar por aquella música, como si no estuviese aquí cuando en realidad si que lo está.

Me causó curiosidad el tipo de música, y baile que ella está haciendo. Me gusta. Nunca he podido bailar ese estilo, o siquiera tocarlo. Mi madre, ella es así, puede que en su academia se permita todo estilo de música, pero no es lo mismo conmigo, su hija. A mi me dice que la música clásica lo es todo y que debo de centrarme en ella y no en otra. Que no existe ni existirá otra estilo de música en mi vida, que no sea ese.

Con lentitud, y sin querer hacerlo. Me aparté de la puerta, dejando de admirar a aquella dulce chica bailar.

No fui capaz de entrar por mi pulsera. Se veía tan centrada en sus movimientos, que lo ultimo que deseaba era el interrumpirla.

Me devolví por el mismo camino por el que llegué. Pero esta vez de manera más calmada, y girando una que otra vez hacia atrás.

Mañana iría por mi pulsera. A final de cuentas mi madre — solo por hoy— no notaria que me hacia falta, o aquello era lo que esperaba. Que no se diera cuenta porque, de ser así, se enojaria demasiado.

Pese a pensar en lo que mi madre podría decir, o podía sacármela de la cabeza a esa rubia. Sus movimientos, tan limpios  pese a ser un estilo de música algo movido. Su cabello rubio meciendose a los lados, y lo poco que logré ver de su tan delicado rostro me cautivó; era preciosa.

Y era consciente de que la belleza era subjetiva, pero ella era preciosa y no podía negarlo ni simplemente no pensarlo.

No tenía ni la menor idea de quien era, pero si que estaba dispuesta a averiguarlo.

Sabría quien era aquella rubia chica que me había cautivado.


Pour una baise; Por un carajo

ᴅᴇꜱᴄᴜʙʀɪᴇɴᴅᴏɴᴏꜱ | ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora