—Artemisa, me sorprende verte por acá. —Hera me ve llegar algo asombrada cuando me acerco, al parecer ni siquiera confiaba en que aparecería luego de su carta. A su lado se encuentra Eros, quien suele acompañarla cuando realiza algo relacionado con jardinería, como hace ahora.
—Ya sé que no he acudido a varias de tus llamados, pero me encontraba ocupada —miento, sin querer dar a conocer mis debilidades frente a otros dioses; Hera es alguien de confianza para mí, sin embargo, a pesar de que no tengo una mala relación con el dios del amor, aún no sé qué tanto confío en él, así que prefiero ser cauta al respecto.
—Así me han informado. Me alegra saber que ya estás... desocupada. —Mira hacia Eros, quien se encuentra pendiente de nuestro intercambio, aunque pretende no hacerlo, fingiendo cortar algunas rosas del jardín—. Hemos terminado por hoy, querido. Seguiremos la siguiente semana, hiciste un maravilloso trabajo, como siempre. —Lo despide y este asiente, dándose por aludido. Murmura una pequeña despedida para ambas al pasar por nuestro lado, retirándose.
—¿Soy yo o parecía algo molesto? —pregunto, emprendiendo junto a Hera el camino hacia su templo, el cual no comparte con mi padre, ni nunca ha compartido, para ser fiel a la verdad.
—No eres tú, es la situación. Debe haber intuido que quería conversar contigo sin su presencia y le molestó que lo excluyéramos —responde al cerrar la puerta.
Se adelanta en dirección a su sala de estar y toma asiento, haciendo aparecer en su mesita central un pequeño servicio de té y una bandeja de galletas de chispas de chocolate, Hera es una excelente anfitriona, nadie puede negarlo, y no lo digo sólo porque ha hecho aparecer las galletas que más me gustan, claro que no. Observo el sofá en que se encuentra, pensando en qué sitio amerita la situación. Hera, al parecer consciente de mi duda, palmea el lugar a su lado, instándome a sentarme junto a ella.
—¿Qué té toca? —pregunto luego de tomar asiento.
—Té verde; tu favorito, ya sabes.
—Creí que habíamos tomado de este la vez pasada.
—Lo hicimos... —afirma, y luego me mira fijo durante unos segundos—. No quiero conversaciones de relleno, dime por qué te pedí que vinieras —instruye y sirve nuestras tazas de té, dándome tiempo para decidir qué tanto quiero decirle, o si quiero decirle algo en absoluto.
—Acudí a tu llamado. —Hace un pequeño sonido al escucharme, como de reproche, y me encojo mentalmente.
—Llevo semanas buscándote para que vengas y hables conmigo, Artemisa. Y ahora que decides venir, ¿me mientes? —No suena molesta, pese a que sé cuánto odia las mentiras, cortesía de mi padre.
—Lo siento —me disculpo, aunque hasta en mis propios oídos suena como una pregunta—. Te prometo que vine con otras intenciones, pero es como si mi cerebro y boca no estuvieran conectados.
—Entonces bebe tu té, come algunas galletas y llega a un acuerdo con tu cerebro y boca sobre lo que quieres decirme. Algo que sea verdad, no otra mentira que voy a descubrir fácilmente.
—¿No debes ir al Olimpo? —pregunto incrédula, sorprendida de que esté dispuesta a darme tanto de su tiempo cuando ella es una diosa muy ocupada con sus reuniones y casos que requieren su presencia.
—No. Con tu padre... nos estamos dando un tiempo, razón por la que no me encuentro realizando mis tareas olímpicas. Pero eso no es por lo que viniste a hablar conmigo.
—¿Fue decisión tuya o de él? —vuelvo a interrogar, ignorando por completo su segunda frase, no por curiosidad o porque quiera andar de chismosa, sino porque me preocupo por ella.
![](https://img.wattpad.com/cover/204723648-288-k463074.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Alguien Que Amaste (Serie Más Humanos Que Dioses 1)
FantasyA lo largo de la historia, hemos leído y visto, cómo los dioses aman y odian al igual que los mortales, así lo narran sus múltiples travesías. Artemisa, absorta en sus ocupaciones con sus cazadoras, cumpliendo su rol como diosa de la caza, decide ec...