Las palabras salen de mi boca incluso antes de que sepa que eso será lo que diga, sorprendiéndome tan pronto termino de decirlas. Pero, lo que me sorprende aún más, es la rápida confirmación de Hades, quien de inmediato está dispuesto a sacar a Helena del Inframundo.
—Ambos están locos, y olvidando lo más importante —reprocha Apolo, luciendo muy disgustado con ambos.
—Me da igual lo que decida hacer tu padre, sobrino —. Sonríe Hades, divertido.
—No me refiero a eso —niega, dirigiéndose a mí—. Helena va a los Campos Elíseos, Artie, no puedes sacarla de ahí.
Los Campos Elíseos, ¿cómo pude olvidar que ese es el lugar de descanso eterno de mis cazadoras? Como agradecimiento por servirme, no pueden ir a otro lugar. ¿Estoy dispuesta a negarle eso? Miro a Hades y me doy cuenta de que, aunque así lo quisiera, él no me lo permitiría. Sabiendo la importancia de la regla que creó hace tantas eras. Incluso ahora que la rabia contra Zeus lo consume por completo.
—¿Puedes ir a verla? —pregunta Rosalie—. Recuerdo estar en un lugar antes del juicio con esos tres jueces...
—El limbo, el lugar de espera —explica Hades, pensativo—. Podrías verla, aunque sólo eso. No puedes cambiar lo que va a pasar, no esta vez.
Las palabras del Oráculo se repiten en mi cabeza, como armando un puzzle en esta: «Sin posibilidad de cambiar el juicio final»... Helena deberá quedarse allá, no como ocurrió con Rosalie. ¿Esa es la vida que debo intercambiar? Las profecías son tan confusas.
—Entiendo —asiento hacia él, resignada—. Al menos espero que nos ayude a saber qué pasó...anoche.
—Bien, entonces movámonos. —Da un pequeño aplauso y me insta a acercarme.
Doy una breve mirada a Rosalie, quien me sonríe apoyándome, y me posiciono al lado de él, Apolo y Ares siguiéndome. Sacudo la cabeza hacia ellos, pero mantienen su vista al frente, obstinados.
—¿Qué hacen ustedes acá? —cuestiona Hades al ver que no se van.
—Los acompañaremos —anuncian a la vez.
—¿Me veo como un carrito de paseo? —señala, apuntándose el pecho—. Sólo Samir y Artemisa vendrán conmigo, nadie más.
—Tío... —refunfuñan ambos.
—Nadie más —repite.
Ares y Apolo, molestos y sin otra opción, vuelven atrás, sentándose en el sofá donde estaba recostada con rostros furiosos. Sonrío hacia ellos, en parte para tranquilizarlos, en parte para molestarlos. Samir se posiciona al lado derecho de Hades y él nos lleva hasta la entrada principal del Inframundo, el acceso por parte de otros dioses, prohibido ahora que está de vuelta.
—¿Vas a decirnos por qué no lastimabas a Samir? —pregunto nada más llegamos al oscuro lugar, que hace mi piel erizarse, reconociendo el terreno en que me encuentro.
—Es simple. Uní nuestras vidas. Sólo si yo muero, él muere —explica, encogiéndose de hombros.
—¿Acaso eso existe? —cuestiono, cerrando mi boca luego de mantenerla abierta en una «o» perfecta.
—Acabas de verlo, ¿de qué otra forma lo explicas? —Se burla Samir, mirando hacia el lugar donde se supone debería estar el templo de Hades, que ahora es sólo trozos derrumbados.
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Alguien Que Amaste (Serie Más Humanos Que Dioses 1)
FantasyA lo largo de la historia, hemos leído y visto, cómo los dioses aman y odian al igual que los mortales, así lo narran sus múltiples travesías. Artemisa, absorta en sus ocupaciones con sus cazadoras, cumpliendo su rol como diosa de la caza, decide ec...