Cαρíƚυʅσ Sҽιʂ

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Eddie terminó de curarles las cortadas a la chica. Se levantó y se sacudió la ropa para quitarse la tierra.

Ella no levantaba la mirada. Se bajó las mangas y trató de levantarse, pero el dolor en su abdomen la hizo dirigir sus manos hacia este y volver a sentarse.

— Te ayudo —se ofreció Richie.

_____ lo observó a los ojos fijamente y sonrió levemente. El corazón del pelinegro dio un vuelco.

— Gracias —. 

Richie la cogió de las manos y la ayudó a levantarse. Colocó un brazo de la chica alrededor de su hombro para que se pudiese apoyar.

— Puedo llevarte a casa —propuso con cierta timidez. 

— ¿Sabes dónde vivo? —

— Vivo cerca tuyo —respondió—. Pero nunca te diste cuenta.

— Lo siento —.

— No te preocupes —se dirigió a sus amigos—. Nos vemos, chicos.

Empezaron a dirigirse a la bicicleta del bocazas, pero la voz de Bill los cortó. 

— Mañana iremos a la cantera, por si quieres ir —le ofreció a _____. 

— Claro, gracias —. 

Ayudó a _____ a subirse a la parte trasera de su bicicleta y luego fue él.

Sintió sus músculos tensarse al sentir el agarre delicado de la chica alrededor de su cintura.

— ¿Te molesta? —preguntó.

— No, está bien —.

Ninguno habló durante la trayectoria, cada uno estaba ocupado en su propio y tortuoso mundo.

_____, pensaba en él. Bueno, más bien en su actitud. ¿Richie Tozier siendo amable y no soltando un chiste estúpido? Ella lo conocía, pues lo había visto molestar a todos y a cada uno de la escuela.

Richie, pensaba en ella. Bueno, más bien en sus cortadas. Lo único que rondaba en la cabeza del chico era la misma pregunta.
Lo intuyó, sí; pues la primera vez que convivieron algo había pasado que lo hizo dudar sobre si aquel rumor era cierto o no. Pero una parte de él quería creer que sólo era eso, un rumor.

— Aquí es —anunció _____, al ver que Richie casi se pasaba una cuadra.

— Lo siento, iba distraído —.

— Tranquilo —sonrió—. Gracias.

El chico asintió mientras sonreía.

Se bajó y la ayudó a bajar. Colocó el brazo de la chica alrededor de su hombro y se encaminó a la puerta.

— Gracias —.

— Deja de agradecer, no fue problema alguno —.

Ella desvió la mirada y sonrió de medio lado.

— ¿Puedo preguntarte algo? —

— Ya lo hiciste —el de anteojos sonrió.

— Bueno, otra pregunta —_____ asintió—. ¿Por qué lo haces?

— ¿Qué cosa? —

— Lo de tus brazos... —hizo una pausa— ¿Por qué?

— Te... lo cuento después —trató de sonreír—, ¿bien?

— Bien —se dio media vuelta para irse.

— Oye, Richie —interrumpió.

El pelinegro giró al instante para verla expectante.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora