Iɳƚɾσԃυƈƈιóɳ

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SEᑭTIEᗰᗷᖇE, 1989

— Nos vi a todos —comenzó Beverly—. Todos estábamos ahí, en la cisterna. Pero éramos mayores, teníamos la edad de nuestro padres

— ¿Sigo siendo guapo de adulto? —preguntó Richie, aplastándose el mentón mientras sonreía.

Todos sus amigos rieron.

— Mejorarás tu apariencia —contestó la pelirroja.

— ¿Qué demonios significa eso? —preguntó el de anteojos divertido.

Sus amigos volvieron a reír.

— ¿Y yo? —preguntó Stan.

Beverly bajó la mirada y tardó unos segundos en responder.

— Como ahora, pero más alto —el judío sonrió satisfecho.

Quedaron en silencio. Hasta que el tartamudo visualizó algo en el pasto y lo recogió.

Se levantó y enseñó un pedazo de vidrio de lo que fue seguramente una botella.

— Juren que si Eso no está muerto, si es que logra volver..., nosotros también regresaremos —.

Nadie respondió.

«La memoria... es algo extraño. La gente quiere creer qué es lo que elige recordar.
Lo bueno. Los momentos, los lugares, las personas a las que nos aferramos.
Pero, a veces...

Desaparecida.

A veces, somos lo que quisiéramos olvidar».

ᐯEIᑎTISIETE ᗩÑOS ᗪESᑭᑌÉS, 2016

La feria de Derry.

Juegos, niños riendo, comida y tiempo en familia. De eso se trata, ¿no?

— Bien, niños... —habló el encargado del juego— ¿Listos? —hizo una pausa— ¡Fuera!

Todos los participantes apretaron el gatillo de su pistola y empezaron a tirar agua hacia la boca del payaso para inflar el globo.

— ¿Quién será? ¡El primero que reviente su globo, gana! —

Un niño, dos niños, tres niños y... un adolescente.

— ¡Podría ser cualquiera! —volvió a hablar— Esto está muy reñido, amigos.

— Vamos —.

— Se está acercando —comentó el encargado.

El globo empezó a agrandarse.

— ¿Quién lo alcanzará? ¿Quién será el gran ganador de esta noche? —

El globo reventó.

— ¡Sí! —celebró emocionado.

El encargado hizo sonar la campanita y tomó uno de los tantos peluches.

— Y el ganador es... —le tendió el osito al adolescente.

— Gracias —sonrió.

— Vaya... —exclamó alguien detrás— Lo pusiste en su lugar, ¿verdad?

— Lo hice —desvió la mirada por instinto—. Lo...

Observó a la pequeña niña ver el peluche.

— Sí... —se agachó a su altura— Niña, ¿quieres esto? —lo sacudió y se acercó a su oído para susurrar—: Gracias por dejarme ganar.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora