Cαρíƚυʅσ Dιҽƈιɳυҽʋҽ

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Beverly forcejeó con el cerrojo, pero de pronto, unos golpes en la puerta la hicieron retroceder.

La puerta se movía frenéticamente con desespero, tratando de ser abierta desde afuera.

Ben estaba asustado. Las "paredes" de la casa club emitían un extraño sonido y un montón de tierra se empezaba a reflejar. Todo empezó a desmoronarse y el lugar comenzó a llenarse de tierra.

La puerta se dobló.

— ¿Estás ahí, pedazo de mierda? Puedo olerte —Gretta.

— Hueles como Luisa Lane —el señor Keene.

— ¡Ahí está Johnny! —Henry Bowers.

La pelirroja se puso en posición fetal en una esquina del baño mientras tapaba sus oído intentando acallar esas voces. Estaba empezando a desesperarse y su cuerpo no paraba de temblar.

Todo pareció calmarse súbitamente.
La tierra dejó de caer, y las voces y los golpes dejaron de sonar.
Ben y Beverly se asustaron.

Se escuchó un ruido en ambos lugares.
Sangre comenzó a entrar al baño a montones; la tierra empezó a llenar la casa club con más rapidez.

Ben gritó aterrado y Beverly trató de abrir la puerta. Parecían atrapados, parecía que iban a morir.

Todo se derrumbaba en la casa club y el chico se elevaba al compás de la tierra.
El baño se llenaba apresuradamente con la sangre, que venía de la puerta y salía del inodoro como si no hubiera un final.
La chica se subió al retrete y se sujetó de las paredes manchadas con cosas obscenas.

Ben trató de saltar y llegar a la superficie, pero justo entonces, apareció Pennywise. El chico lo miró.

— Todo ese éxito, todas esas sentadillas... Pero en el fondo, sigues siendo un pequeño y muy gordo perdedor —rió y se acercó a la compuerta— que siempre supo que moriría solo.

La cerró.
Todo quedó a oscuras, el espacio empezaba a achiquitarse y Ben gritó; él tenía razón, moriría.

La puerta seguía abriéndose gracias a los dobleces que tenía en la parte superior y las personas seguían apareciendo. Su esposo Tom, el señor Keene, Gretta, Henry...

— ¡Puta! —

— ¡Bev! —

Beverly golpeó fuertemente la pared lateral derecha. Ben oyó aquello.

¡Beverly!

La puerta del baño se abrió con lentitud.

— Bevvie —ella volteó al momento de escuchar esa voz, su padre—. Ábreme la puerta, ¿sí?

Beverly, ¿me escuchas? —Ben.

La pelirroja trataba con esfuerzo sujetarse y no caer completamente en la sangre que comenzaba a elevarse más.

— Ven con papi, ahora —.

¡Bev, no escuches! —suplicaba el chico con la tierra en la garganta.

La chica no soporto más y su grito se ahogó en la sangre.

¡Bev! —esta salió de la sangre e intentó sujetarse.

— ¿Sigues siendo mi niñita, Bevvie? —

¡Beverly, te amo! —la pelirroja lo escuchó.

— ¡¿Ben?! —

— ¿Sigues siendo mi niñita, Bevvie? —ella se agarró de las compuertas— ¡¿Sigues siendo mi niñita?!

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora