Cαρíƚυʅσ Tɾҽƈҽ

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Septiembre, 1993

— ¿Qué estás buscando, preciosa? —preguntó Richie.

_____ rebuscó en el cajón de su ropa interior.

— Una galleta —el de anteojos frunció el ceño divertido.

— ¿Tienes galletas en tu habitación? —rió.

— Sí —volteó a verlo—. O sea, obvio —volvió a girar y siguió buscando.

El pelinegro rió de nuevo.

— ¿Por qué? —

— Porque... —sacó la galleta con una sonrisa y se giró—, si me da hambre en la mitad de la madrugada no tendré que levantarme y caminar sola por la oscuridad.

Agrandó su sonrisa. Abrió la envoltura y se metió una galleta a la boca. Alargó su brazo hacia atrás y cerró el cajón.

Se acercó al chico, dándole la primera mordida a su galleta y sacándosela de la boca.
Se sentó a horcajadas de él, con este sujetándola de las caderas.

— ¿Dónde habías dicho que estaban tus padres? —

— Con Lea —dejó la última galleta en su mesa de noche y se sacudió las manos para quitarse las migajas.

— ¿Con quién? —entrecerró los ojos confundido.

— Con mi hermana —.

— ¿Así que me llamaste porque estabas aburrida? —

— Bueno, en parte —asintió—. Pero también porque quería estar contigo. Aunque si no quieres, puedes irte.

— ¿Estás loca? ¿Y desperdiciar la oportunidad de estar contigo a solas sin ningún adulto que nos moleste y nos llegue a interrumpir? —

— ¿En qué nos interrumpiría? —preguntó divertida.

— En... —desvió su mirada y sonrió— comer galletas.

Agarró la galleta, la sacó de su envoltorio y se la metió a la boca. La masticó dificultosamente y luego se la tragó de un solo.
Sonrió inocentemente para el final.

_____ rió y se acercó a su oído, apoyándose en el torso del pelinegro.

— ¿Y estás seguro que solamente quieres comer las galletas? —

— Conste que tú lo dijiste, no yo —.

Se besaron apasionadamente. El de anteojos llevó sus manos al trasero de su novia y lo apretó. De la chica salió un leve gemido.

Llevó sus besos hasta el cuello de _____ y dejó un chupón.

— Dios, Richie —este rió.

— ¿Qué? Así se enteran que ya tienes dueño y uno muy sexy —.

Y lo agarró del cuello de la camisa y lo volvió a besar, ahora con desespero.

Richie apretó el trasero de su novia nuevamente y la chica frotó sus intimidades. El pelinegro gruñó de excitación.

— Dios, nena, me pones caliente —.

— Sí, bueno... —sonrió— Sé cómo quitártelo.

Se bajó de encima del chico y se acercó a la ventana.

— Wow, wow, wow... —exclamó sorprendido— ¿Qué mierda?

— ¿Qué? —movió su cabeza para verlo divertida.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora