Cαρíƚυʅσ Dσʂ

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"HANSCOM Y ASOCIADOS"

Eso era lo primero que se leía al entrar a la oficina.

— Gracias, damas y caballeros, por dejarnos presentarles hoy —miró el ejemplar del edificio—. Esto incluirá más de 90,000 metros cuadrados de espacio comercial y residencial. Oficinas con la más moderna tecnología.

— Lo que en realidad quiero entender es cómo mejorar las ventas —interrumpió uno de los presentes—. Si colocamos paredes aquí y aquí —señaló el plano de construcción.

— Sáquenlas —ordenó una voz.

Todos giraron y miraron al hombre en la pantalla.

— Con todo respeto, señor Hanscom... —

— Ben, por favor —corrigió—. Y con todo respeto para usted, me está dando claustrofobia sólo de mirar el modelo. ¿A usted no? —nadie contestó— Si se añaden más paredes, parecerá una prisión. ¿Sabe qué quiere hacer la gente en prisión? Salirse, ¿verdad? —todos se miraron entre sí— Debe ser un lugar que una a la gente —desvió la mirada—. Un lugar de encuentro. 

Miró su billetera, y con cautela la abrió.
Una pequeña parte de la hoja de su anuario se visualizó.

— Una casa club —comentó con melancolía—. Y si, mientras la gente está ahí... —dejó la frase en el aire al ver que le entraba una llamada.

Frunció el ceño y respiró hondo. Miró la pantalla y habló.

— Discúlpenme un segundo —cortó.

Agarró su celular mientras se levantaba de su escritorio y contestó.

— ¿Hola? —

¿Ben? Soy yo. Mike... Hanlon. De Derry —.

>><<

El rompecabezas más grande que te puedas imaginar, estaba siendo armando por Stanley Uris.

— ¿Hago la reservación? —preguntó la esposa— ¿Estás seguro de que te puedes escapar del trabajo?

— Es verano, ¿por qué no? —respondió, todavía concentrado en su rompecabezas.

— Bien, nos vamos a Buenos Aires —.

Se corrió un poco y ladeó la cabeza. Sujetó sus anteojos en la pequeña bolsita de su camiseta y se agachó para agarrar la pieza que le faltaba.

Pero en eso, el celular del chico resonó por el lugar.

Lo miró a través del vidrio de la mesa y se reincorporó.

Lo tomó y verificó el número. Atendió la llamada y llevó su celular al oído.

— Habla Stanley Uris —.

Soy Mike —.

— ¿Cómo? —

Mike Hanlon. De Derry —.

Se quedó de piedra y tardó unos segundos en poder responder.

— Mike... —cerró los ojos por un instante— Dios, lo siento. Sí, hola —rió levemente—. No sé por qué no... —le costaba articular palabra— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Mucho —contestó vagamente—. 27 años.

Se levantó de donde estaba y caminó por la sala.

— Regresó, ¿no es así? —preguntó, con la mirada fija al suelo— ¿Por eso me llamas?

Está empezando de nuevo, Stan. Están pasando cosas malas —.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora