Cαρíƚυʅσ Dιҽƈιʂéιʂ

3.2K 279 67
                                    

FlashBack:
Diciembre, 1988

Las fiestas habían llegado al pueblo de Derry. Villancicos y luces adornaban todo el lugar.

La familia de _____ ordenaba y decoraba su casa. Era un día bastante especial, no sólo porque era un día festivo sino porque la hija mayor de la familia, la hermana de la chica, iría con su novio de hace algunos meses, a visitarlos después de tanto tiempo.

Los más emocionados eran los padres; la menor no tanto. Había convivido con ella cuando apenas tenía como unos 5 años y aunque debería de estarlo ya que no pasaba mucho tiempo con ella, simplemente... no lo estaba.

No tenía muchos recuerdos con ella, pero cada vez que la mencionaban en esa casa era para alardear a los demás e incluso a su otra hija que ella era la mejor en todo lo que hacía.

Todo en el hogar se alborotó al escuchar el timbre sonar. _____ caminó a la puerta dispuesta a abrirla, pero su mamá la empujó y ella se adelantó a hacerlo.

— ¡Lea, pasa! —sonrió emocionada.

— ¡Mamá! —

Las dos se dieron un caluroso abrazo.

De la cocina salió su padre, quien al ver a Lea, sonrió y se acercó a ella. Los dos repitieron la acción anterior.

_____ la observó, llevaba un vestido rojo de encaje con cola de pato, casi mostrando sus hombros. Sus tacones, accesorios y su pequeña cartera eran de color plateado. Su peinado consistía en chongo un tanto apretado y con algunos mechones de cabello sueltos.

— Mamá, este es mi novio, Hunter —.

El antes nombrado saludó cordialmente a los padres.

— ¿Y esta bonita chica quién es? —todos  dirigieron su mirada a la menor. 

— ¡Cierto! —exclamó la madre— Casi se me olvida.

— Que raro —murmuró. 

— Ellas es _____ —por suerte, nadie había escuchado su comentario anterior—, la hermana menor de Lea.

— Hola —saludó la chica—, un gusto.

— El placer es mío, señorita —.

— Vamos, hijo —interrumpió el padre—, no le digas señorita. Mira cómo está vestida.

Todos miraron su atuendo. Llevaba un short con los extremos doblados y un cinturón negro. Su blusa era de manga larga con rayas de diferentes tamaños. Las más grandes eran de color verde oscuro, gris y piel. Las más pequeñas se encontraba entre las grises y las verdes,  de color gris oscuro y blanco. Sus zapatos eran unas botas un poco grandes y anchas color cafés.

— ¿En serio te vistes así, _____? —ella asintió.

— Y eso que la pude convencer de que use shorts —.

Nadie dijo nada, hasta que el padre habló cortando ese silencio.

— Será mejor que comamos —.

— Sí, cierto —todos caminaron hacia el comedor—, o la comida se pondrá fría.

_____, por órdenes de su madre, tuvo que ayudar a colocar la mesa.

— ¿Quiere que la ayude, señorita? —le preguntó Hunter a la chica. 

— S... —

— No, querido —la menor la miró—, no hace falta.

— Pero _____ no puede, se mira muy pesado —.

— No puede, clásico —fulminó con la mirada a la antes nombrada—. Lea, corazón, ayuda a tu hermana.

— Sí, madre —agarró la comida y la llevó a la mesa.

— Para que aprendas —.

_____ observó a su madre, pero decidió no decir nada y seguir ayudando en lo que podía.

Luego de un rato, cuando todo estaba en orden, se sentaron a comer. Todos platicaban alegremente... O más bien, todos platicaban excepto la menor.

— Cuéntanos, Lea —la miró—, ¿cómo te va en tus estudios?

— De maravilla —respondió—, soy la mejor de mi clase.

— Que orgullo —mencionó el padre—. Ojalá pudiéramos estar contigo, pero algo nos retiene.

Nadie contestó. En su lugar, Hunter cambió la plática.

— ¿Y cómo te va a ti en los estudios, _____? —

— Déjala, es sólo una vergüenza —comentó la madre.

— ¿Lo saben, acaso? —preguntó enojado. 

— Sí, porque no sólo no sabe nada, sino que tampoco sabe vestirse —.

— Es cierto, querido. Sólo mírala, ojalá pudiera ser perfecta tal y como su dulce hermana —.

— Es todo lo contrario —rieron—, por eso nadie quiere juntarse con ella.

La chica se levantó de la mesa y se alejó de ellos rápidamente.

Subió las escaleras a paso apresurado y se encerró en su habitación. Se tiró en su cama y lloró.

Odiaba a su familia y se odiaba a ella misma. Tal vez su padre tenía razón y es por eso que no tenía amigos.

Hacía lo que podía para ser perfecta, como su madre o como su hermana. Lo más triste, es que daba su mayor esfuerzo e incluso así, no lo lograba.

Tal vez estaba condenada a ser imperfecta por el resto de su vida.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora