Cαρíƚυʅσ Nυҽʋҽ

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La pelirroja llegó tarde a su casa, así que nuevamente procuró en no hacer ruido para que su papá no supiera que estaba ahí. Por suerte, no se lo encontró en medio de los pasillos asustándola, sino que en uno de los sillones durmiendo.

Llegó a su habitación y se sentó en su cama mientras colocaba su mochila en esta. Sacó un libro/cuaderno y de este cayó una pequeña postal.

Se agachó para agarrarla, estando entre confundida y sorprendida. La inspeccionó entre sus manos y luego se levantó para dirigirse al baño.

Al estar ahí, le echó seguro a la puerta y se acercó a la bañera, para después acomodarse en ella y leer la postal.

Se sorprendió al ver lo que contenía.

"Eres fuego en invierno,
En enero brasas,
Mi corazón también late por ti."
- Admirador secreto.

Se sintió conmovida al leer el poema. Nadie le había hecho algo tan hermoso como eso y lo único que deseaba era que el responsable fuese Bill Denbrough, el chico que había conquistado su corazón en tan poco tiempo.

Se llevó la postal al pecho y sonrió.

— Beverly —.

Su sonrisa desapareció y frunció el ceño al escuchar su nombre.

— Beverly —ella dirigió su mirada al lavabo, ahí era donde provenía— Beverly, ayúdame.

La chica se reincorporó, dejó la postal en una esquina de la bañera y finalmente salió.

— Ayúdame, por favor —.

La chica se acercó al lavabo a paso lento, con las manos temblorosas y con el ceño fruncido. Beverly apoyó sus dos manos en los costados del lavabo.

— Todos queremos conocerte, Beverly —escuchó—. Todos flotamos aquí abajo.

Se acercó al tubo de desagüe y trató de observar qué era lo que estaba ahí.

— ¿Hola? —preguntó— ¿Quiénes son?

— Soy Verónica —.

— Soy Betty Ripsom —.

— Soy Patrick Hockstetter —.

Beverly se acercó aún más.

— Acércate, ¿quieres ver? Flotamos —.

Sonidos escalofriantes sobresalían del tubo de desagüe.
Beverly volteó a ver hacia la puerta y salió. Se acercó a donde estaba su padre, el cual todavía se encontraba durmiendo y de una pequeña mesa, sacó una cinta métrica.

Regresó al baño y empezó a meterla por el desagüe. Beverly bajaba y bajaba, parecía que no iría a tener un fin.

Beverly frunció el ceño confundida y empezó a bajarla con mayor rapidez, hasta que finalmente la cinta llegó al tope.
2.87 metros tenía de profundidad.

Suspiró y empezó a elevar la cinta, pero frunció el ceño notablemente cuando este salió con la punta llena de sangre y cubierto de pelos que solían ser de ella.

Esos pelos agarraron a la chica por la muñeca. Esta soltó la cinta métrica asustada y trató de liberarse, pero más cabello salió del lavabo, agarrándola de la otra muñeca. Los pelos emitieron fuerza y la obligaron a colocar sus brazos a los costados del lavabo.

Beverly gritó y más cabello salió. Agarró a la chica por el cuello, la cara, los brazos, la cintura y los pies, para finalmente tenerla atrapada.

Los pelos la jalaron y la acercaron al lavabo, colocando su cara exactamente en el principio del tubo de desagüe.

— ¡Papi! —exclamó— ¡Auxilio, ayúdame!

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora