Cαρíƚυʅσ Dιҽȥ

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Hace mucho tiempo atrás, _____ juraría y estaría más que segura que nadie llegaría a fijarse en ella.

Las inseguridades que había plasmado en ella su madre no se lo permitían.

Pero ahora, un Richie Tozier yacía de rodillas ante ella, con un enorme ramo de girasoles y con una sonrisa cargada de sinceridad que hacía que la chica estuviera a punto de llorar.

— Richie... —

— Una cosa más —.

Estaba sin palabras.
Siempre se imaginaba tener un romance hermoso y lleno de amor puro y de sinceridad. Se imaginaba a ella misma siendo sumamente feliz y sintiéndose completamente plena con alguien. Sin embargo, nunca imaginó que llegaría a suceder. Tuve en mente y se encargó de recordar que eso sólo ocurría en las películas y en los libros. Y que, aunque hubiera una pequeña posibilidad de que eso sucediese en la vida real, nunca pensó que llegaría a pasarle a ella.

El de anteojos sacó un diminuto objeto de una de sus bolsas de su pantalón y lo mostró en dirección hacia su novia.

Un llavero.

— Esto es para ti —sonrió de medio lado —. Espero que te guste.

_____ lo tomó con delicadeza y lo observó con detenimiento.

Tenía un álbum lleno de fotos de ellos dos. Sonriendo, besándose, _____ haciéndole una broma a Richie y viceversa, abrazándose... Eran ellos dos, siendo simplemente ellos dos.

Y atrás tenía una corta frase escrita con la caligrafía del pelinegro:

"Para mi cookie, la perfección en este mundo imperfecto".

Ya no lo soportó más; un sollozo salió de su boca al mismo tiempo en el que las lágrimas finalmente recorrían el largo de sus mejillas.

— Richie —.

El mencionado se levantó, le entregó el ramo a la chica y la tomó de la cintura.

— Feliz cumpleaños, cookie —sonrió levemente—. Te amo.

Y lo besó. Un beso apasionado, pero cargado de amor y ternura.

Al separarse, juntaron sus frentes con los ojos todavía cerrados.

— Yo también, Rich —susurró—. Gracias.

Se abrazaron, como si ese fuese su último día, como si ese fuese su último abrazo.
Se abrazaron, como si ya nunca pudieran estar juntos.

End FlashBack

Miró el lago con nostalgia. Ahora parecían enemigos..., desconocidos.

Amaba a Richie, pero lo odiaba por hacer lo que hizo.
Pudo olvidar casi toda su infancia cuando se fue de Derry, pero ese día seguía perturbando su cabeza.

Bajó la mirada. Llevó su mano al bolsillo trasero de su pantalón para tomar el llavero, puesto que era lo único que se había llevado al irse de Derry y lo único que tenía de Richie. Pero en cambio, agarró el papelito que le había salido en la galleta de la fortuna.

Lo sacó, lo desdobló y lo leyó:
«Et fac me tuis puellam hanc causam offerimus in moriar!»

— Lo siento, cookie —escuchó atrás suyo—. ¿Me perdonas?

Giró rápidamente al oír esa voz. Pero tan rápido como se volteó, Pennywise se acercó a ella y la tomó por el cuello con fuerza. Soltó el papel y trató inútilmente de disminuir la presión que obstruía el paso de aire hacia sus pulmones.

𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖳𝖠𝖲                    𝖨𝖬𝖯𝖤𝖱𝖥𝖤𝖢𝖢𝖨𝖮𝖭𝖤𝖲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora