Capítulo 1.

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Nueva escuela, el camino continúa.

Aún se podía sentir el frío de la mañana y el cielo aún no se iluminaba. Miraste el papel que tenías en las manos para después subir la mirada, dando un suspiro. No podías encontrar tu salón de clases en tremendo lugar tan grande, el uniforme no ayudaba en nada la tela con la que estaba hecho era delgada y para nada cálida.

Caminaste, los demás alumnos caminaban platicando entre ellos, tú, sola, sin amigos ni conocidos, intentando encontrar tu salón de clases.

Los ruidos de los chicos y chicas comenzaban a molestarte, acomodaste la mochila en tus hombros dirigiéndote a un salón, veías los letreros donde decía que grupo era, seguiste caminando así, con las manos congeladas y sin dar con el tuyo. ¿Qué diablos? ¿Parecía una mala jugada, tanta mala suerte tendrías al empezar?
Viste a un profesor a lo lejos, supusiste que era profesor por su apariencia y aunque era simple se veía impecable, estaba apunto de entrar a un salón así que lo detuviste antes.

—Esto... —hablaste avergonzada mientras desviabas la mirada —¿podría ayudarme por favor?

Sus ojos dorados dieron con los tuyos, dejó el pomo de la puerta dándose media vuelta para quedar cara a cara contigo, tu corazón latía rápido, ansioso de su respuesta. Esbozó una sonrisa que te tranquilizó.

—¡Buenos días! ¿Qué necesitas?

Su tono energético te hizo sonreír también, acomodaste tu bufanda tapando tu boca, habías olvidado saludar de forma apropiada.

—Soy nueva, tengo que encontrar mi salón y... Me perdí.

—¿Qué grupo te tocó? —preguntó sin quitar esa sonrisa de la cara.

—Soy de primero "B" —respondiste enseñándole tu papelito.

—Puedo llevarte, ¡vamos! El deber del estudio está cerca —empezó a caminar.

Sus palabras te sacaron una pequeña risita, quizá era el primer profesor que veías pero no parecía que todos fueran tan malos.

Como prometió, te llevó a tu aula de clases. Sentiste una gran pena al darte cuenta que era uno de los salones que eran más fáciles de identificar, querías darte un maldito golpe mientras rezabas para que todos los maestros fueran como el rubio que te ayudó. Había más alumnos adentro, parecían platicar y tu corazón se encogió cuando viste que ya había una profesora ahí, ahora sí, querías morir absolutamente.
Él hombre mayor, tu profesor que te ayudó, habló por ti mientras tocaba la puerta.

—¿Kanae? Disculpa, ¿la dejas entrar? Se había perdido pero me pidió ayuda, ¡hizo lo correcto!

La profesora, Kanae sonrió tranquila mientras se dirigía a la puerta, te pidió que pasaras.

—Gracias Rengoku, la mayoría se pierde —rió.

"Así que se llama Rengoku..." Pensaste mientras volteabas a ver a la maestra para después devolver la mirada al hombre rubio.

—¡Muchas gracias sensei! —le dijiste mientras te inclinabas, haciendo una reverencia.

—¡Nuestro deber es ayudar a nuestros alumnos! —respondió con una gran sonrisa.

Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora