Capitulo 28

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—Pero de igual forma creo que deberías hablar con ella, al menos hacerla sentir mejor...

James me mira casi como si lo estuviera pensando, cierra los ojos, respira profundo y después de un rato me vuelve a mirar.

—La razón por la que no quería tener otro hijo es porque no quiero que sus vidas se vuelvan una competencia —dijo completamente serio—. Dean y yo, desde que éramos niños todo en nuestra vida fue una competencia, quien era el más ágil, quien era el más inteligente, quien disparaba mejor, todo era una competencia entre nosotros y mi padre no sabia que hacer para controlarnos, no quiero que la vida de mis hijos se convierta en una competencia diaria para llamar mi atención.

—Eso no pasará si no lo permites, no tiene porque ser así solo porque ya sucedió con Dean y contigo.

—Eso es de familia, Emily, todo es competencia para los Harris, mi abuelo fue hijo único por eso competía con todos los otros jefes, mi padre con su hermana, Dean y yo...

—Mis hijas no eran así.

—Por tu amor de madre nunca te diste cuenta, pero si lo eran, sobretodo por la atención de su padre ¿Por qué crees que Elizabeth es mas apegada a ti? ¿Por qué crees que Anastasia le hacia más caso a papá?

—Entiendo eso —dije levantándome—, pero no puedes culparla a ella ni desquitarte con ella, solo dale una señal de que todo va a estar bien —me apoyé a su hombro para no caer—. Dile algo que la haga sentir mejor o algo, porque tampoco es justo.

—Está bien —se resignó—, hablaré con ella pero tu tienes que prometerme algo —me pidió ayudándome a sentar—. Tienes que darle a Dean el beneficio de la duda.

—Dean tiene que probarme muchas cosas de ahora en adelante, pero todo dependerá de él.

—Solo recuerda que tu esposo no es el hombre mas paciente del mundo y querrá que lo perdones en seguida.

—Lo sé, pero aun tenemos muchos asuntos que resolver —dije subiendo bien a la cama.

James sale de la habitación y yo me quedo ahí, sentada con la espalda apoyada a la cabecera de la cama mirando al balcón, pronto comenzará a nevar, la ventana está empañada y está haciendo demasiado frío, como puedo me levanto para cerrar la puerta y camino hacia esta, vuelvo a la cama pero mi tobillo se siente algo resentido, se ve hinchado y no puedo mover el pie, cuando Dean vuelve a la habitación yo estoy tratando de vendar el tobillo pero fracaso por completo.

—Eres terrible vendándote a ti misma —se burló acomodando mi pie sobre su pierna.

—Hacértelo a ti mismo no es fácil y tampoco tengo mucha practica —dije haciendo un pequeño gesto de dolor cuando él rodeo mi tobillo con su mano.

—Está muy hinchado —empezó a rodear mi tobillo con el vendaje y apretándolo un poco—. Más te vale que te quedes en cama el resto de la tarde.

—¿Sola? —pregunté mirándolo.

—Me gustaría quedarme contigo cariño —bajo mi pie con mucho cuidado—. Pero hay mucha mierda que limpiar y ahora con lo de Albert todo se ha complicado mucho, muchos están de su lado y eso es preocupante.

—¿Cómo pueden apoyarlo? es solo un loco deseoso de poder.

—Eso es cierto, pero están de acuerdo más que todo con su doctrina de querer que las reglas se cumplan o habrán consecuencias.

—Todo eso de las reglas... me hace sentir como si de verdad hubiera sido un error casarte conmigo —dije colocando mi cabeza sobre su hombro.

—No hay ningún error en que me haya casado contigo —rodeó mi cintura con su brazo—. Eso nunca será un error para mí, las reglas son exageradas y literal del siglo pasado, hay cosas que se deben cambiar y hay otras que no.

Enlazados hasta el finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora