—Señor Ken —lo saludó Dean con algo de precaución—. ¿A qué debo su visita?
—Hace mucho no venia a esta casa —dijo el hombre caminando por la enorme sala—, desde que tú y tu hermano eran unos adolescentes para ser más específicos —agarró un portarretrato que tiene una foto familiar nuestra—, esta casa era un desastre, pero ha cambiado mucho, ya no hay botellas de cerveza en el piso ni suciedad —colocó el portarretrato en su puesto.
—Señor Ken, no quiero sonar grosero pero no entiendo porque vino —Dean se sienta en el sofá mientras que yo me quedo de pie junto a las escaleras.
—Claro que lo sabe —el señor Ken empieza a caminar hacia Dean—. Ya todos lo saben, su deseo de renunciar.
—Soy libre de hacerlo —le aseguró mi esposo sacudiendo sus hombros.
—Claro que es libre de hacerlo, pero usted tiene que entregar el puesto.
—Eso lo sé —dijo Dean rápidamente—. Es algo que tengo que discutirlo con mi familia.
—Le ofrezco diez millones de dólares por su lugar en el cartel —ofreció el señor Ken sentándose en el sofá frente a Dean.
Yo abro los ojos en seguida ¿Tanto dinero? ¿Por qué? Pero Dean apenas si lo movió esa oferta.
—¿Por qué tanto interés en ese puesto? —preguntó Dean mirándolo fijamente.
—Me sorprende su pregunta, señor Harris —dijo el señor Ken con una suave sonrisa—. Los puestos de jefes se ganan de dos maneras, comprándolos o matando al heredero y yo muy a diferencia de Albert soy un hombre sensato, nunca pelearía contra usted, por su juventud tendría todas las de perder, así que me voy por el camino fácil.
—¿Y quién va a ocupar el puesto de Albert? —preguntó Dean inclinándose hacia adelante.
—Los Siffer, por supuesto, ellos siguen en la línea de mando —dijo el señor Ken relajando su cuerpo sobre el sofá—. Pero esa no es lo que me interesa ahora.
—Escuche señor Ken —Dean se coloca de pie—, su oferta es muy interesante, demasiado —recalca mientras sirve dos vasos de Whisky—. Pero no es una decisión que yo deba tomar a solas, le recuerdo que James aún está en la línea de herencia y mi padre aún no se ha retirado.
—Su padre no aceptará —alegó rápidamente mientras recibe el vaso—. Él simplemente sugerirá que nos matemos entre nosotros por el puesto y su hermano, tengo entendido que su salud no es la mas optima, no es como usted.
—Le recuerdo que esto es un negocio familiar, si tomo decisiones sin consultarlos ellos mismos me matarán o peor, me exiliarían.
—Lo entiendo —el señor Ken bebe un sorbo arrugando un poco la cara—. Pero necesito que le haga entender a su familia que no estoy dispuesto a derramar mas sangre, así que hacemos esta transacción a las buenas o simplemente me negaré a aceptar su renuncia.
—¿Eso fue una amenaza? —preguntó Dean mirándolo con la ceja levantada.
—No, fue una advertencia —el señor Ken dejó el vaso a un lado—, así que piense mejor lo que hará, señor Harris —se colocó de pie—. Y créame que lo entiendo, usted tiene una buena familia, una bella esposa, unos hijos maravillosos, no lo culpo por querer protegerlos, pero sea sensato, no inicie una guerra en donde no la hay.
Se despide con una inclinación y se va, después de la cena y de que terminamos de acomodar toda la habitación de Ethan nos encerramos en nuestra habitación.
—¿Qué quiso decir con eso de "iniciar una guerra donde no la hay"? —pregunté mientras Dean me ayuda a quitarme los zapatos.
—Para ser heredero y jefe de este cartel solo puedes conseguirlo de dos formas, matando al jefe y al heredero, cosa que hicimos con Albert y Mariana, o comprando el puesto, hasta el día de hoy solo Albert ha comprado el puesto.
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Enlazados hasta el fin
RomanceTERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA "LAZOS" es increíble como una sola persona es capaz de arruinar una vida en un segundo, y es mas increíble cuando la vida decide acomodarse en el momento menos inoportuno, pero para Dean nada había terminado, todo volver...