capitulo 36

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Cuando Dean se va me siento más tranquila, renunciar al cartel, eso significa tres cosas, o su padre volverá a tomar el control, o James tomará el control, o los Harris perderán derechos del cartel, no sé exactamente que pretende Dean pero en este momento tampoco me interesa, subo a mi habitación un rato para tomar una ducha caliente y cambiarme, mientras estoy desnuda me miro al espejo, mi vientre aún se ve plano, hasta el siguiente mes no se notará el embarazo y eso, apenas si se me verá una pequeña barriga, solo espero que esto no cambie las cosas entre Dean y yo nuevamente, me visto con unos pantalones de yoga anchos y un suéter de lana grueso, bajo con mi bebé y Yane la cual está algo preocupada.

—¿Qué sucede? —pregunté acercándome a la pantalla.

—Vi a un hombre caminando por la entrada —dijo señalando una de las pantallas.

Retrocedo el video para hasta que veo que es Albert, corro a la puerta del cuarto y lo cierro con llave y seguro.

—Sube a la cama, Yane —dije agarrando a mi bebé y entrenándoselo.

Agarro una de las armas que están debajo de la cama y me coloco al lado de las escaleras que guían a la puerta.

—Necesitamos a alguien más —dije mirando la pantalla.

Camino hacia los monitores y lo busco, sigo en la entrada, mirando algo desesperado y molesto, veo que se acerca un auto y se sube, al parecer está discutiendo con alguien, saco mi telefono y le tomo una fotografia a la placa para enviarsela a mi esposo, minutos mas tarde me responde con un "ya sé quien es", respiro profundamente cuando veo que todo está completamente solo de nuevo, necesito a Dean, lo necesito conmigo.

En la noche Dean no llega y tampoco llama, no voy a comenzar a llamarlo ni a hostigarlo simplemente esperaré a que él aparezca, permito que Yane duerma en su cama ya que ni ella ni yo podríamos pasar una noche más en ese colchón, yo comienzo a brincar sobre la cama para tratar de ablandarlo y apenas si funciona, Dean llama a media noche cuando aún sigo brincando en el colchón.

—¿Qué haces? —preguntó curioso al escucharme algo sofocada.

—Este colchón es un infierno —dije bajándome de encima de la cama—. Es durísimo.

—Debemos ablandarlo —dijo en tono curioso pero yo no le respondí—. Lo siento.

—No... tu tienes razón —dije con una sonrisa—, debemos ablandarlo —me arrojé de espaldas a la cama.

—¿Y qué se te ocurre? —preguntó al otro lado de la línea.

—Qué te coloques sobre mí—metí mi mano en mi pantalón—. Y me beses todo el cuerpo.

—¿Te estás tocando ahora? —preguntó algo excitado.

—Tal vez —dije en tono seductor mientras acarició mi clítoris con un poco de velocidad.

—¿Y que imaginas que te hago? —preguntó imitando mi tono de voz.

—Que me abres las piernas y me besas las piernas hasta que llegas a mi entrepierna —en ese momento mi dedo se desliza en mi interior.

—¿Cómo se siente, cariño? —murmuró sin aliento.

—Apretado —solté un gemido.

—¿Mucho?

—Dean... —susurré moviendo mi dedo en mi interior con fuerza.

—Amo cuando dices mi nombre de esa forma —ahora su voz se escucha mucho más gruesa.

—No es suficiente —dije echando la cabeza hacia atrás y abriendo más las piernas—. ¡Ah! ¡Te necesito!

—Yo también te necesito cariño, también —se nota que se está masturbando—. Pero ahora mismo necesito escucharte teniendo un delicioso orgasmo.

Meto otro dedo en mi interior y los sigo moviendo con más y más fuerza, en ese momento imágenes vienen a mí, de la ultima vez que lo hicimos, de como me hizo el amor una y otra vez sin descanso, de su miembro entrando y saliendo de mí con dureza, sus labios diciendo cuánto me ama mientras me penetraba con fuerza, sus labios rodeando mis pezones mientras yo brinco encima de él, aprieto los dedos de mis pies y comienzo a gemir con más fuerza, escucho a Dean al otro lado de la línea gimiendo de igual manera y en ese momento me vengo, gimo y grito mientras mis dedos se llenan de flujo al igual que mis pantalones, le tomo una foto a mis dedos y se la envío con un mensaje diciéndole "mira lo que provocaste" y él me responde con un "y no te imaginas todo lo que te haré cuando estemos solos" me cambio los pantalones y limpio mis dedos, por fin duermo prácticamente como un bebé, apenas si sentí la dureza del colchón, por fin siento que todo vuelve a la normalidad en mí y ahora mismo solo pienso en hacer el amor con Dean apenas lo vea.

A la mañana siguiente hablo con Elizabeth, se escucha tan contenta por sus lecciones de piano y su profesor me dice que tiene un increíble talento, que se adapta bien a la clase inmediatamente llega, eso me alegra demasiado, en la tarde recibo una llamada de Dean diciendo que vendría por mí, que empaque las cosas de Ethan y que Yane empaque sus cosas porque deben quedarse con Irina en un lugar seguro, cuando llegamos a casa de sus padres él me recibe con un abrazo y un beso, entramos a la casa y el ambiente se sentía un poco tenso pero se calma al momento en que me ven, después de que Irina se va con Yane, Ethan y James a un lugar seguro soy obligada por Dean a encerrarnos en el cuarto de huéspedes.

—¿Has sentido mareos o fiebre? —preguntó mientras besa mi cuello y me quita la ropa.

—No —susurré excitada.

—¿Has vomitado más de dos veces al día o has sangrado? —preguntó después de aferrarse a mi boca por un buen rato—. ¿Has presentado dolor o malestar?

Y yo volví a negar.

Vuelve a devorar mi boca con pasión y se coloca sobre mí pero sin colocar todo su peso, abro mis piernas para que él se acomode mejor y como puedo lo desnudo por completo, en el momento en que acomoda su miembro en mi entrada comienzo a sentirme nerviosa, Dean siente esa tensión y une sus labios con los míos para tratar de calmarme, empuja sus caderas un poco hacia adelante y lentamente entra, suelta un suave gemido al sentir lo apretada que estoy y yo gimoteo con mas fuerza sintiendo como mi vagina se ajusta al ancho de su miembro, comienza a moverse suave y yo clavo mis uñas en su espalda sin soltar sus labios, Dean nunca deja de moverse despacio, supongo que para tener cuidado, pero fue más que suficiente para hacerme venir, cuando él saca su pene de mi interior este está completamente mojado, me doy la vuelta y él vuelve a entrar, agarra de las caderas y se acerca a mí, mi interior está sensible y cuando él se viene sobre mis nalgas yo no puedo dejar de gemir y jadear, coloca delicadamente su mano sobre mí vagina y comienza a acariciarme.

—Esto es lo más delicioso que he sentido en mi vida —dijo acostándose a mi lado—. Gracias...

—¿Por qué? —pregunté arrastrándome hasta estar encima de él.

—Por permitirme volver a tocarte, volver a hacerte el amor es algo que anhelaba más que cualquier cosa —dijo colocando sus manos en mis mejillas.

—No podía perderme de ese gusto por mucho tiempo ¿Sabes algo? Cuando hacemos el amor yo me siento diferente.

—¿Diferente como?

—Poderosa... como si pudiera dominar el mundo.

—Es porque lo eres, Emily, al parecer en ocho años no has notado que tú me dominas, que tú eres la que manda cuando hacemos el amor, tú eres mi diosa y yo soy un simple lacayo que te obedece con todo el gusto del mundo.

Le doy un suave beso y él ya esta dispuesto a hacerlo de nuevo cuando tocaron la puerta.

—¡Los encontramos! —exclamó su madre al otro lado de la puerta.

Enlazados hasta el finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora