¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ー¿Estás bien?
Aparto la mirada de la ventana, girando mi cabeza. Una señora está parada en el pasillo del vagón, su pelo blanco perfectamente ordenado en una coleta me deja saber que es de edad avanzada.
Asiento. ーSí, no es nada.
Con prisa subo una de mis manos, estirando mi suéter para que este absorba toda el agua que empapa mis mejillas. No debería estar llorando en el tren, pero por más que trato de contener las lágrimas, estas bajan y bajan.
La mirada extraña que las personas me daban dejo de ser un problema cuando decidí enfocar mi atención en el paisaje. El campo, seco por la temporada, es todo lo que puedo ver. Una que otra casa de pronto se asoma y es tan fugaz que no me puedo fijar en los detalles.
La mujer ocupa el lugar que está a mi lado, suspirando no sé si por el cansancio que le produce agacharse o porque le he recordado algo. No medito nada, regreso mis ojos al exterior del tren donde todo se mueve tan rápido.
ーTengo ochenta y dos años, y me sigue gustando viajar en tren tanto como la primera vezーPiensa en voz alta, impidiendo que yo me quede absorta en mis pensamientos.
Suspiro de la misma forma que ella, con pesar y cansancio.
ーA mí no me gustaーRendida, continuo su pláticaーMe hace pensar mucho.
ーPensarーLa mujer de edad avanzada bufa, recostando su espalda en el asiento azul del trenーEso es lo que necesita hacer mi nieta.
Su comentario me confunde, pero no hago ninguna pregunta al respecto. Paso saliva e imito sus acciones, pegando mi espalda contra el colchón del asiento. Sin que yo se lo pida, ella sigue hablando.
ーCompró dos boletos de tren que ya estaban ocupadosーExclama.
Junto el entrecejo, tan centrada estaba ya en la conversación que las lárgimas habían dejado de caer, y la nariz se me comenzaba a destapar.
ーEso es imposibleーLe respondo, apuntando lo obvio.
Ella niega con la cabeza.
ーYo también creía eso pero ahora mírala alláーLevanta su barbilla, señalando al frente. Hago caso omiso a su comentario y sigo con los ojos fijos en la ventanaーPeléandose con la señorita de traje porque en la estación le vendieron dos asientos ocupados.
ーEs un mal díaーConcluyo, tragando saliva. La mayor vuelve a suspirar como hace rato, pesadamente.
ーPara ella siempre es un mal día. Tiene un suerte para que le sucedan cosas como esta todo el tiempo...ーSe lamentaーPor eso me la llevo conmigo a la capital, a ver si la suerte le cambia un poco. Sus padres se pusieron locos cuando...
Dejo de escuchar todo lo demás que tiene por compartir y me quedo por fin perdida entre mis propios pensamientos. Yo también había creído que un cambio de aires era la clave para terminar con mi sufrimiento, y resultó ser todo lo contrario. Una vía de escape que me costó una vida.
