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Conocía muy bien lo que estaba sucediendo dentro de mi cuerpo. Una sucesión en cadena de reacciones químicas estaba cobrando vida. Una tras otra se encargaban de hacerme sentir cosquilleos en varios lugares como la parte baja del estómago y los mismos labios.
Por fuera sé que soy una chica más compartiendo el momento con otra persona pero por dentro me siento como la Minah que era la primera vez que dejé a Kihyun besarme. Me siento igual de ansiosa y miedosa, como si alguien pudiera entrar en cualquier instante a mi casa para ver que de nuevo lo estoy haciendo.
De nuevo me estoy portando mal.
El sentimiento es terriblemente conocido.
Y lo terrible dentro de la oración tiene que ver con lo mucho que a mi cuerpo le gusta sentirlo.
Esto no está bien. Nunca lo estuvo.
Pero ¿y si eso fue lo que siempre me gustó más?
Las palmas de sus manos se estiran, tocando tanto como pueden la piel de mis caderas. Algo en mi interior se enciende, como una alarma que anuncia peligro.
De la misma manera sus labios tampoco pueden quedarse en la tranquilidad, abrazan una y otra vez los míos, pegándose a mí lo más posible. La desesperación está viva en cada acción que hace. Quiere tocarme y ya lo está haciendo, es como si quisiera llenar algo dentro suyo.
El aire comienza a ser insuficiente, de repente mis pulmones se agotan por lo que ambos comenzamos una batalla por el oxígeno; su corazón debe estar igual de acelerado que el mío.
Los traviesos dedos de una de sus manos se escabullen más allá, tocando la piel de mi cintura y entonces dos de ellos pellizcan la zona, haciéndome saltar. Mis ojos se abren por el repentino picor en mi cuerpo, y con ellos los labios se me separan un poco. Estoy por separarme de él cuando su lengua se escabulle dentro de mi boca, profundizando el beso y sus dedos inician una trayectoria lenta y circular sobre el lugar que pellizcaron antes.
Poco a poco mi vista vuelve a fundirse hasta que sólo puedo ver la oscuridad. Su calor y sus respiraciones se mezclan con las mías, y es tan potente el sentimiento que olvido el pequeño dolor que causó en mi cintura.
La batalla por el oxígeno regresa y ninguno de los dos planea separarse primero.
Hasta que hay un choque de ideas en mi cabeza. Dolor, sanación, dolor, sanación, dolor... dolor.
Giro el rostro de golpe, cortando con un cuchillo imaginario y de un solo golpe todo el calor que nos comenzaba a encerrar en una burbuja de la que no estoy segura que podría escapar y que una vez me ahogó en el pasado.
ー¿Qué pasa?ーSe preocupaー¿Te lastimé?
La realidad comienza a caer, y como si fueran gotas de lluvia, su segunda pregunta inicia la precipitación por debajo de mis ojos . El contacto de sus manos en mi cuerpo termina, deja de sostenerme para enfocarse totalmente en observarme. No hablo, ni emito ningún sonido. Clavo la mirada en una de la esquinas que hay en la habitación y espero a que él se mueva, a que se aparte.
