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Los pajaritos cantaban en esta cálida mañana que no tenía ni tanto sol ni tanto frío, pero estaba tan perfecto como para tomar un chocolate caliente en el desayuno.

La tranquilidad gobernaba en todas las casas de este barrio excepto para la casa de los Park.

Jihyo estaba algo confundida, ya que entre sus sueños unas risitas y algunos susurros habían logrado colarse entre sus oídos.

Lo único que hacía era moverse más no abría los ojos, aunque sí lo hubiera hecho hubiera ocurrido una catástrofe.

Levantándose un poco ida se puso de pie para estirarse un poco, para después vestirse para ir al trabajo.

En la tarde pasada meditó un poco sobre sus acciones, de cómo debía tratar a Jimin al igual que a Jin.

En realidad; Jin no le parecía un mal chico pues había sido el único amigo de su hijo por muchos años pero que fuera "homosexual" cambiaba todo el panorama.

Fue la enseñanza que tuvo Jihyo desde niña, su padre machista no fue de gran ayuda para distinguir entre lo bueno y lo malo, aprendió que lo inmoral era todo lo que era contrario a la actitud conversadora que tenía su familia, lo mismo que su madre había permitido.

¿Eran religiosos acaso? Claro que si, por ello sintieron una tristeza profunda cuando Jihyo se volvió al mormonismo.

Sus padres siempre estuvieron en contra de que fuera una "mormona más" ya que ellos eran católicos a hueso colorado y que su hija que había hecho todos los dictámenes que mandaba lo católico, está se fuera a otra iglesia que no creían en santos, ni en los rezos era lo mismo que el caos.

Ciertamente Jihyo fue una chica entregada a su Fe desde el día de su nacimiento, pero fue un nuevo mundo para ella al conocer a los misioneros que salían a predicar de la Iglesia De Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Entre ellos el misionero Heis.

Al escuchar las charlas sacó sus conclusiones de que las creencias de esta iglesia no eran tan diferentes a la católica, no permitían lo inmoral, ni lo promiscuo, más bien le prometían la vida eterna cuando muriera al igual que poder tener una vida con su familia no solo en esta vida si no que también en la otra y siendo así no le fue tanto problema bautizarse.

Cómo toda jovencita le había gustado uno de los misioneros que les daba charla, sabía que no después de cumplir con profesar su Fe se iría y así fue.

Ella se bautizó una semana antes de que él hermano Heis se fuera, ella no podía ser la más feliz.

La iglesia había sido como un refugio para ella después de que sus padres le dirán la espalda por un tiempo, pero no le importó tanto al tener a Dios consigo.

Consiguió muchos amigos y amigas de una gran Fe, al igual que conoció al padre de su hijo.

Todo su alrededor era de colores pasteles y dulces delirios en el pasto hasta que le tocó afrontar la maternidad sola. Los sucesos anteriores solo incrementaban la decepción por sí misma, los recuerdos de lo que le decía su padre volvían a su cabeza una y otra vez, generando un caos en esta.

«Una mujer soltera no sirve, pierde su valor hacia los varones»

Se arrepintió de haber llevado al pequeño Jimin a conocer a sus abuelos, la estúpida idea que tuvo de que tal vez sus padres le darían el refugio de estabilidad que ella necesita al pasar por todo esto.

Solo bastó con tocar su puerta para que su padre saliera, nunca olvidaría esa mirada llena de desdén.

 Vienes aquí sola. ¿Dónde está tu marido? ¿No que los mormones eran hombre de palabra y de familias eternas?

Silence • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora