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Agotado, eso es lo que estaba.

Estuve castigado por un par de semanas, mi madre había sido pasiva conmigo por un momento, pero después de comer me dejó muy en claro que no iba a salir bien librado de esta situación.

De todas formas, no era diferente a como había llevado mi vida todos estos años.

Siempre he vivido encerrado.

Era de ir al colegio a casa, esa era la rutina que siempre había llevado, claro, antes de que Kim y Min hubieran entrado a mi vida.

Taehyung había estado un poco raro conmigo en el salón.

Sus acciones me parecían un poco torpes y a veces se quedaba ido, pero ¿debería preocuparme? No lo sé, la mayoría de las cosas que me pasan es por ser paranoico y no poner bien los pies sobre la tierra.

Pero, era muy extraño que en cada vibración que emitía su celular se pusiera un poco nervioso, eso es tonto, y eso que yo soy el que lleva muchos secretos detrás.

Lo único que hacía era mirar, no dudaría del cariño que me tenía, digo, él dice que siempre ha estado enamorado de mí y lo ha demostrado en todo este tiempo, y más con lo que pasó en su departamento.

Desde ese día le tuvo más respeto a mi madre, cuando al fin nos vimos en el salón me revisó literalmente todo el cuerpo por si me encontraba bien.

«Por favor, no es como si mi mamá fuera troncha toro, puff... Es peor que eso»

Pensó que le había dicho a mi mamá sobre lo nuestro y obviamente no lo haría.

Con solo ver cómo reaccionó en ese momento no quiero saber cómo se pondrá cuando sea abiertamente homosexual y le diga: Sabes qué mamá, tu hijo es un muerde almohadas.

Dios, no.

Yoongi no me habló para nada, creo que ya es una rutina que hemos tomado, besarnos, coger, darnos amor y dejarnos de hablar hasta que se repita el mismo ciclo.

Mis frustrados suspiros iban dirigidos a él cuando no había nadie en mi habitación.

Últimamente éramos Holly y yo, una familia de padre soltero y su hija esponjosa.

Holly había crecido un poco, tan solo un poco y no creo que crezca más.

Era muy juguetona pero también se dormía con cierta facilidad como su padre.

Ah.

Pero otra vez domingo.

El día de ponerme mi máscara una vez más.

Era el primer domingo de diciembre, tan abrumador.

En este mes la mayoría de la congregación utiliza sus mejores ropas de estreno como si cada domingo fuera navidad lo cual es muy estúpido.

Lo peor es que dentro de ese grupo estaba mi mamá.

Llegábamos temprano, aunque eso significará madrugar para mí.

«Nadie en su sano juicio se levantaría temprano un domingo para ir a la iglesia»

Estaba listo para mí primera tortura de cada mes, no podía esperar el momento en que los hermanos empezarán a subir por las pequeñas escaleras del púlpito y empezar a llorar por sus experiencias de antaño, tan largas como su edad y que no es para nada un testimonio.

Los hermanos eran más serios y eran de pocas palabras, lo cual agradecía un poco porque equilibraban el llanto con la seriedad.

Nosotros, las mujeres y los hombres jóvenes éramos la excepción de la generación hablante, parecía que ninguno de nosotros quisiéramos salir a hablar frente a todos sobre nuestra Fe.

Silence • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora