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— Jihyo nosotros solo...

— Creo que Jimin te dejo bien claro que no tienes nada que intervenir en esta conversación. — Mi madre lo manda a callar.

No hay nadie que me pueda salvar de esta.

— Mamá, no hagamos esto aquí, por favor. — Le suplico, la recepcionista nos queda mirando, agradezco que no haya más residentes por aquí para no admirar este espectáculo.

— Nos iremos para la casa, tienes mucho que explicar.

Me jala del brazo aplastándolo tan fuerte, que mañana quedarán sus dedos marcados en mi piel. Agacho mi cabeza siendo incapaz de mirar a la cara a Taehyung.

Creo que todos se han quedado conmocionados por lo que acaba de pasar.

El frío me ataca cuando mi madre casi me avienta a la calle cuando las puertas se abren. Me tambaleo un poco más no caigo. Toma un taxi casi al instante y me hace subir como si fuera un preso, miro por detrás y Taehyung sigue allí parado con las manos en su cabeza.

Entro al taxi cuando me empuja cayendo sobre el asiento. Muerdo mis labios para no soltar un quejido de dolor. Estaba agotado tanto mentalmente como físicamente por todo lo que había hecho al rededor del día.

Ella entra y cierra la puerta de un portazo.

Le dice la dirección al taxista que me mira por el retrovisor. Puedo sentir su lástima. A las finales eso es lo que doy.

Coloca su mano en mi pierna y me aprieta haciéndome gemir de dolor cuando me hunde sus filosas uñas en la piel.

— Mamá... Me estás haciendo doler... — Gimo.

— Cállate.

Eso es todo lo que dice, otra vez volvemos al tortuoso silencio.

Silencio.

Eso es todo que me rodea últimamente. Es mi fiel amiga en mis peores decisiones.

Cómo ese domingo lleno de lágrimas. Cómo cuando lo extraño en las madrugadas.

Estar solo a veces es malo dicen, puede ser. Lo estaba empezando a poner en tela de juicio.

Mi cabeza choca en el vidrio de la venta del auto, choca contra si vez que hay baches, pero no la muevo. Mi cráneo sigue chocando y sus uñas siguen impregnándose en mi piel, duele, sí. Pero no tendría sentido llorar.

Llorar no vale de nada.

Mi respiración es firme, tan firme que me hace sentir pesado más no vivo. ¿Desde cuándo todo se empezó a ir un poco más a la mierda?

Las marcas de las lágrimas secas siguen en mis mejillas, marcadas, siempre el mismo recorrido, siempre el mismo dolor.

Estaba desconectado, sin vida latente en mi ser. Estoy cansado, agotado y roto. Quiero gritar, maldecir una y otra vez al cielo por seguir viviendo y padeciendo de lo triste e injusta que puede ser la vida.

Nadie se daba cuenta, ni en la escuela, ni en la iglesia, ni mi propia madre.

Pero Yoongi, Yoongi si me nota. A él verdaderamente le importo.

Todo era tan confuso, tan doloso, tan pecaminoso y lleno de remordimiento. Sus ojos vuelven a mi mente y quiero llorar.

Los líderes siempre dicen que Dios nos manda aquí, a la tierra porque tiene un propósito para cada uno de nosotros. Pero, ¿cuál es el mío? ¿Cuál es mi propósito en esta mierda de vida?

Había entrado a artículos de la iglesia para leer lo que pensaban los profetas sobre el suicidio. Aquella palabra que paseaba por mi mente muy seguido estos días.

Silence • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora