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— Así que... Me están diciendo que han venido de parte de... ¿Su obispo?

Esto es lo más irónico que me ha pasado hasta ahora en este dichoso barrio.

— Así es, lo vimos ir un par de domingos con la familia Park además que anotó su nombre en la fiesta de Oro y Verde.

«Familia Park»

Ya no solo podía desaparecer de su vida o de nuestra relación amorosa, sino que ahora también vienen los misioneros de su iglesia a visitarme.

Ambos eran americanos, unos gringuitos de primer mundo, llevaban como unas placas colgando del bolsillo de su camisa por el lado izquierdo el cual tenía sus apellidos.

Ambos están parados frente a mí, eran algo intimidantes porque parecían que fueran los misioneros de Sabrina.

— Si bueno... — Rasco mi cabeza con algo de incomodidad, no me gusta tener a dos personas reventándome la puerta hasta que abra. — No soy miembro. — Me alzo de hombros.

Ambos sonríen, uno de ellos saca una hoja de su maletín y me la entrega. Tomo la hoja con algo de desconfianza.

— Sabemos que usted no es miembro, hermano Park. — No me llames hermano, Bro. — Pero para eso estamos aquí nosotros, para llevarlo al camino del Señor para los tiempos venideros.

«Si... Yo creo que no»

Ya iban a empezar a salir con sus cosas religiosas.

— No dudo en lo que dicen, pero yo no estoy interesado. — Quiero sonar amenazante, pero vuelven a sonreír lo que me hace preguntarme, ¿cuántas veces han tenido que rechazarlos para que sean tan resilientes?

— Es comprensible que no entienda muchas de las cosas ahora hermano Min, pero luego podrá ver el camino de Nuestro Padre Celestial tan claro y podrá caminar aferrado a la barra de hierro como Lehi.

Creo que mi cara entró en un pasmo porque no reaccionaba a todos estos términos religiosos nuevos para una persona normal como yo.

— Claro. — Miro hacia otro lado para decir una mentira piadosa para que me dejen de molestar.

— Entonces, ¿podría darnos unos minutos de su tiempo para poder hablar del Libro de Mormón y como es otro testamento de Jesucristo?

«Alto allí»

— Uh, créanme que me gustaría en serio. — Voy retrocediendo un poco para que mi cuerpo quede detrás del ras de la puerta. — Pero soy menor de edad y no puedo hablar con extraños y mucho menos dejarlos entrar a mi casa, así que; ¡adiós y buen día!

Y diciendo eso cierro la puerta de una.

No estaba bien, pero conozco a los misioneros de las diferentes religiones, no se detienen con nada.

Lo único que me faltaba era esto, que ahora ya sería lo comidilla de la iglesia sin ser miembro y para colmo el obispo me hace llamar ¿Con qué derecho?

— ¿Puedes creerlo Holly ellos... — Miro al piso y no veo a mi dulce hija.

Oh, claro, claro que no está.

Me había acostumbrado en los pocos días que la tuve a hablar mucho con ella.

Ahora está con su padre el "rompe reglas", tal vez deba quitarle la tenencia por esos comportamientos que está teniendo últimamente.

Tomo asiento en mi cómodo sofá y me dejo reposar.

Aún tengo en entre mi mano la pequeña hoja que me ha dado uno de los élderes.

Silence • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora