Noveno capítulo.

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Amelia: Dime, ¿qué te dijo?.

Nancy: No es nada, no te preocupes por eso.

Amelia: ¿No quieres que lo sepa, cierto?

Nancy: Obvio no, yo te cuento todo y lo sabes. -nerviosa.

Amelia: Bueno... en eso tienes razón, está bien.

Muy en el fondo, Amelia se quedo con la idea de que era lo que podría ser eso que Joel dijo, pero prefirió no darle tanta importancia. Era domingo y no había mucho que hacer, así que las chicas se quedaron dormidas después de platicar un buen rato, pero, en su cuarto, Joel, no dejaba de pensar en todo lo que había pasado en tan poco tiempo, quería saber quien fue el causante de lo que paso, entonces no dudo un segundo más y salió de su casa, sin avisarle a nadie, caminó hacía casa de Daniel, que no le quedaba tan lejos, aprovechaba para hacer un poco de ejercicio y para pensar, ya que quería contarle todo lo que los policías le habían dicho, para que pudiese ayudarlo, él vivía desde hace más tiempo en el puerto que ellos y conocía a todos. Al llegar a su casa, Damiana le abrió la puerta y lo dejó pasar, llamó a su hermano, que bajó enseguida y los dejó solos para que pudieran platicar.

Daniel: ¿Pasó algo malo? Caminaste mucho, debiste llamarme y yo iba a tu casa.

Joel: No quería preocupar a las chicas, necesito hablar contigo de algo muy importante y no quiero que ellas escuchen.

Daniel: Te juro que fue un accidente, yo no quería entrar al baño, no sabía que Amelia se estaba cambiando en ese momento, de verdad, yo...

Joel: Espera, ¿de qué estás hablando? -lo interrumpe. 

Daniel: Ammm, yo... Mejor cuéntame lo que quieres contarme. -le sonríe nervioso.

Joel: Mejor dime lo que no acabaste.

Daniel: Bueno... está bien, pero no me mates.

Joel: Depende.

Daniel: Ayer, Amelia me dijo que podía cambiarme en el baño de su habitación, pero yo entre y ella se estaba cambiando, sin querer la ví, pero te juro que me salí inmediatamente, la puerta no tenía seguro y creí que ella se había ido a cambiar al cuarto de Nancy y por eso me dijo, fue un accidente, le pedí disculpas.

Joel: JAJAJAJAJAJAJA, no puedo creerlo. -se ríe a carcajadas.

Daniel: ¿Por qué es tan gracioso? Pensé que te enojarías.

Joel: Es que debió ser tan vergonzoso para ambos JAJAJAJAJA, y después los envíe a comprar juntos y no tenía idea JAJAJAJA.

Daniel: Ahora me siento como un tonto.

Joel: Hey, ríete conmigo, es divertido.

Daniel: No lo sería si la primera impresión que le hayas dado a una chica tan única como tu hermana hubiese sido verla semi desnuda.

Joel: Espera, entonces yo tenía razón.

Daniel: ¿En qué? Ya no entiendo.

Joel: Cuando ibas a verme al hospital, me hacía al dormido para poder verte mientras hablabas con José de mi hermana, te ponías celoso, yo lo sabía, te atrae mi hermana.

Daniel: Ammm, uf, ¿cómo te explico? Ayer, conocí un poco más de ella, no estaba seguro de si me atraía o no, pero, creo que después de convivir un rato con ella, tomé una decisión.

Joel: Y después de verla casi sin ropa JAJAJAJA.

Daniel: Deja eso por la paz, sí? Jajajaja. Bueno, sí, me atrae tu hermana, pero, no quiero hacer algo malo, ella es especial, es diferente a todas las chicas que he conocido y es que yo  también tengo dos hermanas, sé como son a veces.

Joel: Me lo esperaba, así que no estoy enojado, por ahora. Confío en ti, has sido un gran amigo, uno que no he tenido por mucho tiempo, así que, ya sabes, aunque eso no quiere decir que no te estaré vigilando.

Daniel: Tú también eres especial, ¿me ayudarás con ella?

Joel: A mí manera.

Daniel: Está bien, ahora sí, ¿qué tenías que contarme?

 Joel le contó todo lo que había pasado, con detalles, a lo que Daniel se quedó sorprendido, pero le dijo que sin importar qué o quién haya sido, iba a ayudarlo, ya que era su amigo, se pasaron las horas platicando en lo que Amelia y Nancy se dieron cuenta de que Joel no estaba, así que lo llamaron y él les dijo que no se preocuparan, porque estaba en casa de Daniel. Las chicas se tranquilizaron y esperaron que regresara para que almorzaran. Después del almuerzo, Joel fue al cuarto de Amelia para decirle que estaba listo para ir a la escuela al día siguiente, no quería perder más clases. 

En otro lugar de la historia, esos días, Román se las estaba ingeniando para que no lo descubrieran, ni Esthela, ni Silvana, ni los policías, quería huir, pero se notaría muy obvio, había pasado mucho tiempo desde que no hablaban del plan, ya que podrían descubrirlos, pero ese día decidió robarle unas pinzas a sus vecinos y llevarlas a casa de Esthela, iba a actuar para solucionar esa parte de su problema. Cuando llegó a su casa, lo dejo pasar.

Román: Toma esto, no lo quiero ver en mi vida.

Esthela: No decías lo mismo cuando estabas decidido a ayudar a Silvana, o no?

Román: Eso ya pasó, desaganse de las pinzas, es una prueba clave.

Esthela: Está bien, recuerda que no hay que hablar de esto en otro lugar, menos en la escuela. Todo está normal.

Román: De acuerdo.

El problema entre ellos estaba arreglado y como nadie lo había visto, se sentía aliviado porque la única pista eran las pinzas obsoletas, sin huellas, ni nada por el estilo o eso creía, ya que, hubo un testigo del cual nadie se espera... pero, eso lo veremos más adelante.

Al día siguiente, los tres hermanos se levantaron para irse a la escuela y en eso, Daniel pasó a recogerlos, no tenían como irse. Cuando llegaron a la escuela, todas las miradas estaban encima de Joel, cuando entraron al salón sus amigos se acercaron para saludarlo, mientras que el grupo de Silvana, permanecía en silencio al rincón del salón, algo sorprendidos de la pronta recuperación de Joel, pero tranquilos, en eso Esthela se separa del grupo y se acerca a él.

Esthela: Me alegra mucho que ya estés bien Joel, aún me debes una cita, la esperaré con ansias.

Joel: Hola Esthela, claro que sí, lo tengo pendiente.

Esthela: ¿Te sentarás junto a mí?

Joel: Sí, así podemos conocernos mejor.

Esa tal chica realmente tiene una doble cara...

¿Qué pasará? Continuará...

A falta de amor: La última llave.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora