C-52 Compromiso.

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Había pasado una semana desde que Jesús llegó al puerto, había estado con Graciela todo este tiempo, excepto cuando todos se reunieron, decidió salir con sus amigos en una noche de chicos, así que le avisó a Richard, fue a su casa y se sentaron a platicar en la sala.

Richard: ¿Qué pasó?

Jesús: Bueno, vine para pedirte que salgamos.

Richard: ¿Cómo así?

Jesús: Pues, una noche de chicos.

Richard: Me parece muy buena idea, ¿hoy?

Jesús: Va, iré a casa de los demás a decirles, me gusta dar vueltas por el puerto, lo extrañaba.

Richard: Sí, te entiendo. Ve y me avisas. ¿Okay?

Jesús: Okay.

Jesús se fue rumbo a casa de Joel, éste le abrió la puerta y lo invitó a pasar.

Joel: Hola, ¿qué te trae por aquí?

Jesús: Noche de chicos, hoy. A las 8 en la orilla de la playa, donde nos reuniamos antes.

Joel: Perfecto.

De ahí, Jesús emprendió camino hacia casa de Amelia y Daniel, llegó y habló con Daniel, le dijo lo mismo que a Joel y así también se fue a casa de José. Era hora de que se encontrarán, Jesús había preparado una fogata, había llevado malvaviscos, salchichas, carne, bebidas y unas sillas para que se sentaran a convivir, empezó la noche y derrepente Joel notó raro a Daniel.

Joel: ¿Qué te pasa, Daniel?

Daniel: Oh, lo siento. Estoy pensando.

Jesús: Está noche era para no pensar, amigo. Debe ser muy importante.

Daniel: Lo es, estoy nervioso.

José: ¿Por qué?

Richard: ¿Tienes algo?

Daniel: No, no, no, no se preocupen.

Joel: No nos engañas, tienes algo.

Richard: Dinos, si es algo importante, podemos ayudarte.

Daniel: Bien, pero es muy importante...

José: Habla ya.

Daniel: Bien, he estado pensando en pedirle a Amelia que se case conmigo.

Richard: ¡Ya era hora!

José: ¡Felicidades!

Jesús: Quiero ser padrino.

Joel: Yo seré el padrino, obviamente. ¿Cómo piensas hacerlo? Es muy importante para los dos.

José: Aún recuerdo cuando le pidió su primera cita en la preparatoria jajajaja.

Jesús: Es verdad, ¿cómo olvidarlo?

Daniel: Estoy preocupado, ayúdenme.

José: ¿Cuándo lo harás?

Daniel: Mañana, por eso estoy tan nervioso.

Joel: ¿Qué necesitas qué hagamos?

Daniel: Les diré, quiero que salga perfecto.

Los chicos comenzaron a hablar entre ellos. Daniel quería que todos estuvieran ahí pero al mismo tiempo no, o sea, que al principio estuvieran solos pero los demás estuvieran escondidos y al momento de pedirle su mano, todos salgan, ella volteara, no se dará cuenta, así que todos señalaran a Daniel y se sorprenderá. Era un gran plan, sería en el mismo lugar que su primera cita, en ese gran muelle, todos estarían escondidos detrás del auto de Daniel, ella estará de espaldas para no notar que ellos iban a caminar hacia ellos, luego pasará todo lo demás, así que, empezaron a preparar todo. Cuando acabo la noche de chicos, Daniel llegó a su casa y subió a dormir con su amada.

Amelia: Creí que tardarías más, amor.

Daniel: No quería dejarte sola mucho tiempo, además tengo sueño y tengo una sorpresa para ti.

Amelia: ¿Qué es?

Daniel: Salgamos en una cita, como cuando éramos adolescentes.

Amelia: ¿De verdad? Claro que sí, ¿qué debo ponerme?

Daniel: Lo que sea, mi amor. Tú eres hermosa con lo que te pongas.

Amelia: Ouh, te adoro.

Daniel: Mañana tendrás una gran tarde, así que te recomiendo que vayas a relajarte al spa, comprar ropa, maquillaje, todo para mañana, ya que ahora que lo pienso, será una gran velada

Amelia: Claro, lo que tú digas. Me alegra mucho, hace tiempo que no lo hacíamos.

Daniel: Ya es tiempo.

Amelia: Bueno, ya hay que dormir.

Daniel: Pues, a dormir. Descansa.

Daniel estaba abrazando a Amelia mientras ella dormía, no podía conciliar el sueño pensando en todo lo que podía pasar, ¡le iba a pedir matrimonio! Realmente era algo en que ponerse a pensar. Llegó la mañana, Daniel estaba cansado, no durmió lo suficiente.

Amelia: Amor, te veo cansado. ¿No dormiste bien?

Daniel: Sí dormí bien, cariño. Tal vez quería quedarme en cama.

Amelia: Entiendo, iré a abrir la veterinaria.

Daniel: No, irás a hacer lo que te dije ayer, hoy es un día especial y no trabajarás.

Amelia: Bueno, bueno. Está bien, iré a arreglarme, les diré a Nancy y a Karen que me acompañen.

Daniel: Me parece buena idea, así ellas también podrán relajarse.

Amelia se fue con su hermana y su cuñada al centro comercial, mientras que Daniel y los chicos fueron al muelle. Pusieron un arco de flores rosas, detrás estaba la mesa redonda con un mantel blanco, colocaron unas sillas y trajeron la comida, el vino y unas velas, todo parecía perfecto. Daniel regreso a casa, justo a tiempo ya que minutos después llegó Amelia, se bañaron y comenzaron a arreglarse.

Amelia se puso un vestido rojo vino, que le llegaba hasta las rodillas, unas zapatillas y tenía el cabello completamente recogido en un peinado simple, Daniel se puso una camisa azul muy elegante, unos zapatos negros y un pantalón de vestir café, ambos se veían muy bien. Llegó la hora y al llegar al lugar, los ojos de Amelia se llenaron de brillo como aquella primera cita, estaba apunto de ponerse a llorar. Daniel bajó, le abrió la puerta como todo un caballero, la condujo por el muelle hasta la mesa y jalo la silla para que ella pusiera sentarse. Fue por el vino y tocó su bolsillo del pantalón, el anillo estaba seguro. Los chicos llegaron y estaban escondidos, Daniel estaba muy nervioso, así que cometió algunas torpezas en la cena, pero todo iba bien, había llegado el momento, el sol había comenzado a ponerse, Amelia lo observaba, mientras Daniel le hacía una seña a los chicos, que empezaron a avanzar lentamente. Llegaron a una distancia adecuada y gritaron: ¡sorpresa! Amelia volteó asustada, y su sonrisa estaba de oreja a oreja pero no entendía que estaba pasando. Volteó y su adorado novio estaba hincado casi a la orilla del muelle con un anillo en sus manos...

Daniel: Hoy te ves muy hermosa, ¿quieres ser mi esposa?

Amelia: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH.

Amelia se abalanzó sobre Daniel y ambos cayeron al agua, eso no estaba en el plan. Todos se asustaron y corrieron hacia el lugar, en eso salen los dos a la superficie y...

Daniel: ¡DIJO QUE SÍ!

Todos estaban muy felices, los ayudaron a salir del agua y los felicitaron mucho. Había pasado una semana y la feliz pareja había fijado fecha para la boda. Empezaron a planearla, faltaban tres meses exactos, antes de que Jesús y Graciela se fueran del puerto, así es, Graciela y Jesús se irían juntos por sus sueños. Regresando a lo de la boda, todos estaban muy emocionados, querían una boda tranquila pero en grande.

Una noticia que podría preocupar era que, faltaban dos meses para que Román saliera de la cárcel, pero nadie lo sabía.

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Sorpréndete...

Continuará...

A falta de amor: La última llave.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora