Capítulo 43: Sacrificio de amor

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Logramos conciliar el sueño rápidamente, me propuse a dormir en el suelo para que las niñas pudieran descansar bien, Reepicheep se acostó a mi lado y volvimos a atar a la alfombra para evitar problemas.
No tengo idea del tiempo exacto que pasé dormida, pero durante el sueño, unas pequeñas garritas tomaron mi brazo y me movieron de lado a lado.

-Majestad- susurró Reepicheep- alguien entró.-

Abrí mis ojos al instante y nos mantuvimos en silencio para escuchar. De pronto, unos pasos se acercaron a la puerta de aquella habitación, así que con cuidado, me escabullí debajo de la cama donde dormían las niñas intentando que la armadura hiciera el menor ruido posible. Lo logré y Reepicheep me siguió.
Desde abajo, sólo podía ver unos pies que definitivamente no eran de la señora, pues éstos eran toscos, gordos y muy descuidados. Intuí que eran del padre.
Aquel hombre sólo observó a sus hijas y al ver todo en orden, cerró la puerta saliendo de la habitación.
Me incorporé de nuevo poco a poco y me acerqué a la puerta de madera gastada que llevaba a la sala. Escuché la conversación de los padres de familia.

-¿A qué hora llegaste?- preguntó la mujer que parecía acabar de encontrárselo.

-¿Quién te entiende, mujer?- le respondió el hombre en un tono extraño- primero ruegas que no me vaya y ahora parece que prefirieras mi desaparición.-

-Sabes que no me agrada que tomes a altas horas de la mañana- comentó la mujer.

-¡Silencio, perra!- gritó furioso el señor mientras azotaba algún objeto de vidrio al suelo.

Las niñas se levantaron al oír el alboroto, pero les indiqué que guardarán silencio.

-SI BEBO, ES PORQUE ME LO MEREZCO, ¿TIENES IDEA DE LO PESADA QUE FUE LA NOCHE? SEGURAMENTE NO, PORQUE USTEDES LAS MUJERES SÓLO SIRVEN PARA JUZGAR EL ESFUERZO DE NOSOTROS LOS HOMBRES.- Gritó de nuevo el padre.- ¡ESTUVE TODO ESTE MALDITO TIEMPO INTENTANDO ENCONTRAR A LA MOCOSA NIÑA QUE ME HUMILLÓ Y NO LA ENCONTRÉ! PROMETÍ A MIS AMIGOS QUE LA ATRAPARÍA PARA LLEVARLE ANTE EL TISROC Y QUEDÉ COMO UN TONTO-

No se escuchaba la voz de su esposa.

-Y LUEGO DE TODO ESTO, VIENES A DECIRME QUE NO MEREZCO BEBER. YA ME CANSÉ DE TI Y DE TUS REFINAMIENTOS... VOY A...-

El furioso hombre no pudo terminar su frase porque Rebeca me hizo a un lado y abrió la puerta para evitarle a su madre una golpiza. Tomó el puño de su padre hábilmente y lo dirigió hacia otro lado para ponerse frente a su madre.
Yo estaba tirada en el suelo de manera en que era imposible que me vieran debido a un mueble que obstruía la visibilidad de la sala a la habitación.
Las gemelas salieron detrás de su hermana para ponerse a su lado.
Seguí escondida mirando.

-¿QUÉ DEMONIOS HACES, NIÑA?- Le preguntó el hombre molesto a Rebeca.

-Lo que debí de hacer toda mi vida- respondió con seguridad la mayor de las hermanas.

El padre rió al ver la acción.

-No me digas que tú también estás en esa postura estúpida- le escupió su padre.

-No es una postura estúpida, es la defensa de nuestra integridad- respondió la niña.- También nosotras estamos cansadas de tí-

El asunto empezaba a subir de tono.

-Mira nada más que tonterías dice nuestra hija- argumentó el señor a su esposa- todo esto es culpa tuya, no les pusiste mano dura y ahora se han hechado a perder. Seguramente tú pusiste esas ideas en sus huecas cabezas, las pusiste en mi contra-

-Yo nunca las puse en tu contra. Tus acciones hablaron por sí mismas- refutó la madre.

-Van a pagarlo muy caro.- amenazó el hombre mientras jaló a una de las gemelas hacia él.- a mí, ninguna vaga mujerzuela me contradice, mucho menos de aquellas que poseo, ¿Me entendieron? Será mejor que moderen su forma de hablar o aquí mismo las mato a las cuatro.- tomó una cimitarra que tenía en su lado izquierdo y la acercó a la niña.

NARNIA. La Última Reina De Antaño (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora