PARTE 3. Capítulo 48: Lo que pasó cuando rompimos

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Henry palideció al ver al imponente León frente a él. Intentó pararse para salir corriendo pero no lo logró, por alguna razón no pudo separar sus rodillas del suelo. Pegó un grito de susto.

-¡Aléjate de mí, Bruja!- me gritó haciendo maniobras con sus brazos.

Sentí pasos detrás mío, los demás Reyes y Reinas se acercaron.

-Todos ustedes son unas blasfemias- dijo sintiéndose amenazado.

Reí ante su comentario, aunque el resto parecía enfurecer cada vez más con cada palabra de Henry.

-Henry- lo llamé- Henry- lo volví a llamar pero seguía gritando- ¡Henry!- le grité lo suficientemente fuerte para callarlo.-¿No te das cuenta de lo que acaba de pasar? No tiene caso que intentes luchar, se acabó. Perdiste.-

-No, yo nunca pierdo. Puedo vencerte, vencer a Peter, Edmund o Caspian. No tengo problemas, sólo dame una espada y elijan a su mejor pieza. Terminemos de resolver esto como lo empezamos- dijo retadoramente.

-No- respondí.-no voy a permitir que tomes un arma más para intentar dañar a mis amigos. Es hora de que recibas lo que mereces-

-¿Vas a matarme así de fácil?- preguntó.- qué bajo, mi Reina.- rió.

-No quiero matarte, lo único que busco es que pagues todo el mal que hiciste a tu pueblo, por cada injusticia que pasaste por alto cuando tuviste la oportunidad de enmendarlo, por cada azote a tus soldados, por cada gota de sangre que derramaste junto a tu padre y por cada lágrima que me causaste- dije entrecortada.

-Entonces, ¿Vas a regresarme los golpes que te dí?- preguntó riendo- Adelante-

Los chicos se notaban molestos, intentaron acercarse más pero Aslan no les dejó.

-Tampoco- dije.

-¿Qué harás comigo entonces?-preguntó Henry.

-No soy quién para darte una condena pese al daño que provocaste. Siento que la persona más justa y sensata es el propio Aslan. Que sea él quien decida tu destino, yo no- contesté apartándome y poniéndome al lado de mis amigos.

-Fuiste muy bondadosa, Arely- habló Aslan tomando mi lugar- desafortunadamente, tu bondad no exonera a Henry de recibir su merecido- miró al adversario- le daré la peor condena que alguien como él pueda tener; podrá regresar a Tashbaan, sí, pero envejecerá con cada paso que de fuera de tu Palacio. De tal forma que cuando intente salir de su propio pueblo, no será más que un puñado de cenizas.-

Hubo un murmullo entre las personas que alcanzaron a oírlo.

-No vas a hacerme nada, demonio- amenazó.

Todos nos acercamos al escucharlo hablar así, Peter incluso había desenvainado su espada, pero el León rugió en señal de que no no acercáramos.

-Pero, Señor- intentó hablar Caspian.

-No tiene caso- habló Aslan- quien nunca conoció el amor, jamás podrá dar una verdadera muestra de compasión y empatía por los suyos.-

-Tú no eres "uno de los míos" ninguno de ellos tampoco lo es- escupió.

-Hijo, pudiste enmendar tu camino cuando hubo tiempo, conociste los errores de tus antepasados y aún así te prestaste para seguir adelante con sus planes. Fuiste partícipe del daño a tu pueblo. Eso no es lo que un verdadero Rey hace, te daré una última oportunidad para empezar de cero y resolver los conflictos en Calormen, pero sólo una más- susurró

Henry seguía a la negativa, por lo que Aslan decidió mandarlo a él y a todos sus hombres restantes a Calormen. Los transportó mágicamente, un segundo después, sólo quedaban gente de Archenland y Narnia.
El tiempo transcurrió entre abrazos y apretones de mano entre líderes y soldados.
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Dos días después de la batalla, el Rey Grind, Naville y sus soldados ya habían regresado a Archenland y habíamos acordado comer con ellos en su palacio a la semana de la victoria. Mientras tanto, las cosas en Cair Paravel estaban tranquilas, si bien, al principio me costó adaptarme a la idea de que Edmund y yo habíamos terminado, terminé por darme cuenta que era lo mejor y que resultaba de lo más normal su desición. Debo admitir que lloré por dos noches a solas en mi habitación y antes de que el sueño terminara por apaciguar mi llanto, solía hablar con las estrellas desde la ventana de aquella lujosa habitación.
Por las mañanas, me gustaba salir a cabalgar y recolectar algunas frutas, este tiempo me servía también para pensar. Cuando los Reyes y Reinas intentaban cuestionarme sobre todo lo acontecido en Calormen y Archenland, yo cortesmente me negaba diciendo que aún no era tiempo.
Susan y Lucy hablaron mucho conmigo los primeros días, pues pensaban que aún estaba herida por la desición de Edmund y aunque tenían razón, intenté aparentar lo contrario.
Peter se acercaba más a mí para charlar sobre estrategias para sus tropas, pues notó que yo poseía un liderazgo y mente brillante para los temas de guerra.
Por otra parte, Edmund casi no me dirigió la palabra los tres primeros días, pues se veía tan apenado como yo al estar cerca mío. Sin embargo, una tarde, me lo encontré cuando yo estaba entrando a la biblioteca y al intentar salir antes de que me viera, se atrevió a llamarme. Esa tarde, pudimos poner las cartas sobre la mesa y aclarar lo que realmente había pasado, él expuso sus sentimientos y luego yo expuse los míos. Finalmente, decidimos que lo mejor sería darnos un tiempo para que cada uno recobrara la confianza que habíamos perdido con nosotros mismos. Y así lo hicimos, pactamos nuestra amistad con un fuerte abrazo que había hecho falta al final de la batalla, intenté regresarle el anillo pero se negó diciendo que era un obsequio para mí y por tanto, me pertenecía. Le agradecí y al mirarlo de nuevo a los ojos pude notar cuán enamorada seguía de aquel castaño. Sabía que sin importar el tiempo, él sería siempre mi primer y único amor.

NARNIA. La Última Reina De Antaño (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora