-Estaba embarazada cuando me vine a vivir aquí...
-¿Qué? –Dominique abrió bien los ojos mientras que Giulia se bajaba de sus piernas para sentarse en la cama después de recoger la camisa de botones del chico y ponérsela.
-Yo... Yo no sabía nada, Dominique. Te lo juro.
-¿Pero estás hablando en serio? ¿Dónde está el bebé, Giulia? ¿Lo diste en adopción? ¡¿Abortaste?!
-¡No! Claro que no. Yo nunca haría algo de eso... –Dominique se incorporó cogiendo el albornoz que había sobre una silla junto a la cama antes de ir hacia ella. –Comencé a sentirme mal unas semanas después de que me mudara. Creí que sería fruto del estrés por todo lo que había pasado, por encontrarme sola en un país desconocido para mí o por estar lejos del amor de mi vida. –Dominique se acuclillo ante ella para poder mirarla a la cara. –Una compañera de curso me insistió en que fuera al médico para hacerme unas pruebas por si tenía el hierro bajo o cualquier otra cosa. No le hice caso, no quise ir al médico pensando que pronto pasaría, pero un día... –Se puso de pie esquivándolo para darle la espalda avergonzada. –Un día me desmayé entrando a mi edificio y una vecina llamó a la ambulancia. Poco tiempo después desperté en el hospital y el doctor me dijo que había tenido un aborto natural... –Giulia se abrazó a sí misma sin poder contener las lágrimas. –El estrés de todo lo vivido influyó a su perdida y yo... Quise morirme... ¡Había matado a mi propio hijo sin ni siquiera saber que existía!
-No, no es tu culpa. Esas cosas pasan a menudo en madres primerizas, Bambi...
-Pero era mi hijo, Dom. ¡Nuestro hijo! –El chico la rodeó con sus brazos mientras que ella comenzaba a llorar sacando todo lo que había estado guardando bien en su interior durante tanto tiempo.
Dominique no tenía ni idea en que momento algo había salido mal para que la chica terminara embarazada, pero mentiría si dijera que algo dentro de él no se había removido al pensar en tener un bebé con Giulia.
Después de aquel beso tan único y especial que habían compartido aquella desastrosa noche, se le habían sumado más encuentros clandestinos en los que la pasión los había consumido por dentro y a la chica se le había hecho imposible no haber consumado su amor siendo así su primera vez.
Pero esos encuentros no habían durado más de un mes. Reinaldo, su padre, la había pillado en una mentira y la había seguido sin ella darse cuenta de nada. Se las había arreglado para entrar en aquel piso de soltero que se había convertido en el nidito de amor de la pareja y los había pillado juntos en la cama.
Ese mismo día la había mandado a Londres sin revelarle la información a nadie. No le había faltado tiempo para decirle lo decepcionado y avergonzado que estaba de ella. El hombre no creía que su adorable hijita estuviera retozandose con un hombre casado y veinte años mayor que ella a escondidas de todos.
-¿Por qué Reinaldo nunca me dijo nada? ¡Tenia derecho a saberlo!
-Porque él no sabe nada... Después de lo que me hizo, apenas me dirigía la palabra y preferí no meter más leña al fuego.
-Bambi... –Murmuró él totalmente destrozado estrechandola más fuerte entre sus brazos. –Nunca debiste pasar por ésto tú sola. Eras una cría...
-¿Comprendes ahora mi dolor? No sé si estoy preparada para encarar mi antigua vida en Seattle, Dom, pero no quiero perderte... No ahora que volviste a cruzarte en mi camino.
-Y no lo harás. Yo estaré aquí siempre para apoyarte condicional e incondicionalmente. No volveré a perderte.
-No prometas algo que no sabremos si se va a cumplir...
-Mantendré mi promesa mientras siga vivo.
-¡Dominique! –Gritó horrorizada mientras que él reía. –No digas eso, idiota.
-Bueno, era una pequeña broma para relajar el ambiente... –Le pasó los pulgares por las mejillas para limpiar todo rastro de lágrimas. –Además, me conservo bien, ¿no? Puedo hacerme pasar por un jovencito de tu edad...
-Mmm... No sé si tanto de mi edad, pero al menos aparentas diez años menos.
-Gracias. –Ambos rieron volviendo a la cama abrazados.
Giulia tenía razón, Dominique se conservaba bastante bien y era muy meticuloso con todo lo relacionado con su cuerpo. Siempre se cuidaba bien e incluso iba sus horas al gimnasio para mantener el tipo y la musculatura.
-Ahora creo que sí tengo ganas de comer algo... –Dominique rió.
-Pediré algo para comer. ¿Por qué no vas preparando mientras el baño?
-Mmm... Una idea fantástica, señor Reened. –Giulia dió saltitos hacia él para besar sus labios antes de dirigirse al cuarto de baño.
Ambos se habían extrañado mutuamente. Incluso más de lo que alguno de los dos pudiera imaginar. Por eso ahora, que habían vuelto a encontrarse por casualidad del destino, no tenían pensamiento de distanciarse.
O eso era lo que creían...
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Young love
General FictionGiulia Jennings siempre ha sido una chica tranquila y extrovertida. Tenía una vida resuelta, muy buenas calificaciones, una hija ejemplar, etc, etc. Todo en su vida era perfecto, todo hasta aquel trágico día... Por su parte, Dominique Reened era un...