Peeta, Accion de Gracias...

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8 Años despues


Mi Dodge Charger totalmente restaurado se estaba devorando la carretera mientras corría a través de la fría noche de Colorado. El enorme motor estaba gruñendo con furia a ritmo con mi corazón tronando y las ráfagas de ligera nieve salpican el parabrisas, de modo que podría culpar el parpadeo rápido de mis ojos en tratar de ver a través de las desagradables condiciones de la carretera y no en la emoción amenazando con superarme. No registré nada de eso, ni tampoco el hecho de que tendría que estar por encima de los 120 y que el terrible tráfico de las festividades estaba, sin duda, peleándose por salir de mi camino. Estaba en una niebla tal, un estado de incredulidad tal, que me sentí entumecido y apenas consciente de lo que estaba pasando a mí alrededor. Acababa de encontrar a mi tío Phil, la única figura paterna que tuve en mi vida, inconsciente en el suelo de su cabaña de caza. Estaba frío e inmóvil. Parecía un esqueleto, la piel estirada sobre los huesos que parecían demasiado frágiles. Corría el "Vuelo por la Vida" mientras los guarda parques que había llamado lo transportaban por aire a la sala de emergencia en Denver.

Solo para añadir al peligro de la velocidad en estaba manejando y la forma en que mi mente estaba en cualquier otra cosa que el camino delante de mí, hice una llamada de pánico a Cora Lewis, mi compañera de trabajo y amiga cercana. Ella era del tipo de persona que se encarga de las cosas y reuniría a las tropas y haría llegar a todos los demás que importaban la información que necesitaban sin que yo tenga que preocuparme por ello. Ella ayudaría a cuidar de mí, siempre lo hacía. Llegué al hospital en un tiempo récord e irrumpí en la sala de emergencia en una ola de ansiedad y temor. Estaba más familiarizado con estos muros institucionales y estériles de lo que quería estar... uno de mis mejores amigos, mi sustituto de hermano mayor Rome, se había visto involucrado con un grupo de motociclistas y un montón de balas no hace mucho tiempo y me había pasado horas y horas paseando nerviosamente en estas mismas salas de espera para ver si iba a salir adelante. Pero esta vez, esta visita se sentía que podría definir el resto de mi vida. El guardia de seguridad me dio una mirada de preocupación. 

Estaba acostumbrado a ello. Cuando tienes una llama amarilla, naranja y roja tatuada a lo largo de cada lado de tu cuero cabelludo y tienes tatuajes desde el cuello hasta la muñeca en cada brazo, la gente tiende a pensar que no eres realmente un tipo muy agradable. Lo curioso es que yo era normalmente mucho más agradable que la mayoría de los chicos que quiero como hermanos, pero no en este momento, y si la enfermera que estaba sentada detrás de la mesa no me decía en dónde estaba mi tío al segundo siguiente iba a perder por completo el control. Estaba a punto de respirar fuego mucho más caliente que del tipo tatuado encima de mí cuando la vi caminando hacia mí. Tenía el aspecto de un ángel, incluso su nombre era Katniss. Se ajustaba a ella, Katniss Everdeen, sanadora de los enfermos y la única que odia cualquier cosa y todo lo que tenga que ver con Peeta Mellark. 

Ella era hermosa, impresionante, me despreciaba absolutamente, y no hacía nada para ocultarlo. Me había topado con ella más de una vez en mis desafortunados viajes frecuentes a esta sala de emergencia, donde parecía ser un elemento permanente como una de las enfermeras asistentes. Habíamos ido a la escuela secundaria juntos hace años, y aunque estaba a favor de entablar una especie de reunión, ella opinaba todo lo contrario. Hacía un gran espectáculo en evitarme, o darme nerviosas miradas de soslayo como si no confiara en mí o estuviera obligada a soportar mi compañía. Solo que en este momento, esta vez, ella me miraba con partes iguales de compasión y seriedad en sus suaves ojos gris claro. Eso no dejó ninguna duda de que las cosas con Phil eran muy, muy malas. Puso una mano en mi hombro y sentí que iba a hacerme añicos bajo el suave toque.

—Peeta... —Su voz fue suave y pude oír las malas noticias en ella—. Ven aquí y habla conmigo por un minuto. No quería. No quería oír cualquier palabra terrible que iba a tener que decirme, pero porque era tan hermosa, porque tenía los ojos más bonitos que había visto nunca, aturdido, solo hice lo que me pidió. Había gente peor de quien recibir malas noticias. Nos alejamos un poco del mostrador  de enfermeras, y la miré con inquietud. Ella era bastante alta para ser una chica, así que estábamos cara a cara cuando niveló su mirada en mí con una voz suave como las plumas diciendo palabras duras como una piedra.—¿Sabías que Phil estaba tan enfermo? Sentí como si me estuviera preguntando como un amigo, o alguien que realmente se preocupaba por lo que estaba sucediendo, y no como un profesional de la medicina. Sabía lógicamente que solo estaba haciendo su trabajo, pero eso me hizo sentir mejor que fingir lo contrario. No tenía ninguna palabra que se escuchara o sintiera correcta para contestar, así que negué con la cabeza.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora