Miré a la muy bonita mujer rubia parada frente a mí ante el escritorio. Obviamente se encontraba nerviosa. Visiblemente fuera de su elemento... el traje pantalón amedida y el bolso Gucci en su brazo delataban que esta probablemente era la primera vez en su vida que ponía un pie en un salón de tatuajes. Le di mi sonrisa más acogedora y arqueé una ceja hacia ella mientras colocaba sus manos bien cuidadas sobre el escritorio frente a mí. Era mi trabajo gestionarel movimiento, asegurándome de que los clientes sabían lo que estabanhaciendo y eran emparejados con el artista correcto. También era mi trabajoasegurarme de que no dejaba que alguien cometiera un error que estaríapegado sobre su piel para siempre.
La mujer probablemente tenía la misma edad que yo, alrededor de losveintiocho o veintinueve años, pero tenía esa vibra que transmitía que no seencontraba muy segura de lo que estaba haciendo en Saints of Denver. Estaera la nueva tienda que Nash abrió después de que falleció su papá. Estabajusto en el corazón de la zona más a la moda, la parte más exclusiva de BaJa,y mucho más moderna y profesional que la tienda que se encontraba fuerade Capitol en Colfax. Los artistas que trabajaban aquí habían sido escogidoscuidadosamente por Finnyck y Nash. Eran expertos y muy impresionantes, yaque esta era una tienda nueva, y Nash quería construir una reputación de ellaademás de tener el doble de espacio, como para la venta al por menor de ropasy otras mercaderías con temática de tatuajes, pasaba más de mi tiempo aquíque en la tienda donde se centraban los chicos. Ellos rotaban los días así uno de ellos siempre se encontraba en la tienda nueva para ayudar a dirigir elmovimiento a través de las puertas.
Hoy era el día de Peeta en la tienda y, normalmente, eso meentusiasmaría, si él no estuviera determinado a fingir que no nos conocíamosel uno al otro y que yo no existía. Iba a ser un mes, y cada vez que esos ojoscolor azul cielo se posaban sobre mí, un segundo más tarde apartaba sumirada y su mandíbula haciendo un tic de irritación. Intenté acorralarlo, másde una vez traté de estar a solas con él así podríamos hablar de todo, pero elchico era bueno evadiéndome y nunca antes había tenido que perseguir a unhombre, así que no estaba muy segura de cómo ir por ello y no parecerdesesperada.
Vi tragar a la rubia, moverse nerviosamente y le pregunté:—Muñeca, ¿qué necesitas?Me miró de golpe y sus labios se abrieron un poco. Realmente eradespampanante del tipo que va a un club de campo. Sus ojos eran del colordel océano y se veía aterrorizada mientras parpadeaba hacia mí.
—Yo... —Hizo una pausa y vi su mirada moverse rápidamente a algúnlugar arriba de mi cabeza mientras literalmente podía sentir a Peeta caminando detrás de mí. Estaba tan en sintonía con él, tan consciente delespacio que ocupaba, la manera en que olía y afectaba el aire a su alrededor,que no tenía que mirar por encima de mi hombro para saber que seencontraba ahí. La bonita profesionista tragó de nuevo y sus ojos se abrieronaún más amplios. Gale era sexy, y cuando sonreía era difícil no enamorarse,pero esta mujer parecía que se encontraba a punto de desmayarse o devomitar.
—¿Puedo responderte alguna pregunta, querida?En las semanas había aprendido rápido que Peeta era a más nopoder un coqueto. Siempre tenía una sonrisa, siempre tenía una palabrasuave y un pequeño brillo especial en sus ojos por una chica bonita. Suencanto era sin esfuerzo, así como el humor ligero que usaba para hacerlessentir a gusto a sus clientes y amigos. Si no hubiera conocido al niño que solía ser, lo aceptaría a simple vista, pero sabía que había algo más en su conductadescuidada y personalidad relajada de lo que le mostraba al mundo.
Observando el color huir de la cara de la mujer mientras miraba a Peeta por encima de mi hombro, le pregunté: ¿Quieres sentarte por un minuto y mirar portafolios o algo así?Puedo conseguirte un vaso de agua y podemos hablar sobre lo que te trajohoy a Saints of Denver. —Le sonreí de nuevo, con la esperanza de que leayudara a calmarse y quizás distraerla de lo que la tenía paralizada por elterror.Lentamente su cabeza perfectamente peinada se sacudió de un ladopara el otro en negación. Levantó sus manos de encima del mostrador yobservé cuando se cerraron en puños apretados a sus costados. Parpadeó denuevo hacia mí y luego apartó su mirada de nuevo hacia donde Peeta estabaacechando detrás de mí y dio un paso hacia atrás tropezándose.
ESTÁS LEYENDO
Peeta Mellark (EVERLARK)
Romance¿Su pasado determinará su futuro? Katniss Everdeen ha trabajado duro para lograr su sueño de la infancia de convertirse en enfermera. Enfocada en su trabajo y dedicada a sus pacientes, no hay lugar para el amor. No necesita a un chico haciendo olas...