Epilogo

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Peeta.

Seis Meses Después 

Vivir con una oficial de policía era una experiencia interesante.

Me había acostumbrado a la mezcla de Kevlar con seda y algodón en el armario. La visión de las armas en la casa ya nome sacudía con sorpresa, y sus extrañas horas de trabajo ya no me hacían quedarme despierto cuando ella se levantaba de la cama al amanecer o en el medio de la noche. Lo que todavía estaba aprendiendo a manejar era la forma en que su trabajo la afectaba. Había noches en las que llegaba a casa para encontrarla arrastrándose fuera de su piel con adrenalina de sobra, y apenas acababa de pasar por la puerta antes de que estuviera encima de mí buscando alguna manera de liberar toda esa energía acumulada. Luego había días que llegaba a casa y apenas podía mirarme.

Esos eran los días en que la encontraba acurrucada llorando en la ducha y tenía que sacarla y abrazarla hasta que recobraba la calma. Me di cuenta muy rápidamente que esos eran los días en que los chicos malos ganaban. Por suerte los días en que me abordaba y desnudaba eran mucho más comunes, por lo que aprendí a amarla a través de ambos. Todavía creía que su trabajo apestaba pero ella lo amaba tanto que mantenía la boca cerrada... la mayor parte del tiempo. Dom había trabajado duro y tenía la ayuda de un fisioterapeuta muy hábil que había hecho un papel decisivo en más de un sentido cuando había regresado a las fuerzas.

Sorprendentemente, Katniss le había preguntado si estaba bien para él si se quedaba emparejada con Barrett a su regreso. Se sentía como si se hubiera estado apoyando sobre Dom con demasiada fuerza hasta el momento en su carrera, y con un compañero diferente en realidad estaba obligada a ser la policía que siempre debió ser. Además, ella le dijo que no había manera de que su corazón pudiera soportar verlo con un arma apuntándolo de nuevo, y Dom, siendo el amigo y hombre excepcional que era, tomó todo eso con calma. 

Todo lo que había querido era que Katniss alcanzara su pleno potencial y estaba haciendo exactamente eso.

Lancé mis llaves en el lujoso tazón de cerámica que ella había escogido para ponerlo cerca a la puerta principal. Incluso con un lugar designado para todas las llaves, todavía estaba corriendo por la ciudad de forma intermitente para dejarle las de su auto porque ella todavía estaba quedándose afuera de los lugares o cosas con bastante regularidad. Era lindo y la forma en que me daba las gracias siempre me dejaba con una sonrisa en mi cara. Mi sexy policía era un bicho malo y no la tendría de ninguna otra manera.

Esta noche era yo quien llegaba tarde a casa. Tenía tantas cosas pendientes que a veces era difícil hacer un seguimiento de todo. El negocio que Rome estaba lanzando se expandía de manera frenética. Nuestra inversión inicial se había duplicado en tan solo unos meses. Sinceramenteme enorgullecía en tomar los negocios que necesitaban una mano amiga y darles una nueva vida. Todavía trabajaba un turno de día en el Bar, sobretodo porque no podía dejarlo ir. El lugar fue como un hogar para mí cuando realmente necesitaba un lugar para sentirme bienvenido y no estaba en mí el simplemente alejarme completamente.

Generalmente trabajaba el miércoles o jueves por la noche, en su mayoría para que pudiera ver la forma enque Dixie y Church todavía bailaban alrededor del otro. Era como un reality show en vivo y a color, solo que mucho más entretenido. Dixie había comenzado recientemente con las citas por Internet y Church tenía todo tipo de opiniones gruñonas y quejumbrosas sobre el hecho. No podía entender por qué no la llevaba a la cama y los ponía a ambos fuera de su miseria, pero no se estaba explicando.

Yo también había encontrado un pequeño agujero en la pared en BaJa que me estaba muriendo por convertir en un rustico bar de fumadores. El lugar daba cabida a un máximo de cincuenta personas y estaba lo suficientemente escondido y oculto para que supiera que podía transformarlo en un lugar exclusivo por el que los que siguen la moda se morirían de ganas de entrar. Debido a que había sido tan bueno conmigo desde el principio, le pregunté a Rome si quería comprarlo conmigo y estuve sorprendido cuando me dijo que no. Cuando le dije su respuesta a Katniss ella solo me sonrió y me dijo que el lugar era mío. Rome quería que yo tuviera algo que fuera todo mío, ya fuera que me atascara o saliera adelante, solo en caso de que todo se viniera abajo.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora