Katniss

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Ya era difícil mantener en secreto todo lo que Peeta desató en mí, pero viendo a un tipo tatuado, duro y grande sostener a una niña como si fuera algo frágil y precioso, ¿cómo infiernos se supone que mantendré mi corazón cerrado a eso? Cuando Faith y Justin regresaron a casa, todos los niños habían sido puestos en la cama y Peeta estaba dirigiéndose fuera de la puerta. No se me perdió la mirada que mi hermana me dio cuando dijo adiós. Estaba cansada y se suponía que lo tomaría con calma, lo cual es la única razón por la que escapé de su regaño, estoy segura. A la mañana siguiente, mientras estaba en el trabajo, me dejó un mensaje de voz de ininterrumpidos veinte minutos acerca de cómo tenía ahora dos chicos que insistían en hacerse tatuajes de cráneos cuando fueran lo suficientemente mayores. No debería haber pensado que era divertido, pero realmente lo pensé. Quería tratar de tomar la preocupación de Faith en mi corazón. Sabía que estaba preocupada por mí, preocupada por lo que sucedería si Peeta me lastimaba de nuevo, pero algo de lo que me dijo la noche anterior se había quedado conmigo. Había una parte de mí que nunca podría creer que él me veía de la forma en que lo hacía. Nunca me reconocí a mí misma como una criatura hermosa y deseable, y por lo tanto nunca tuve el valor de enfrentarlo cuando me dijo esas cosas. Era confiable en el trabajo, sabía lo que estaba haciendo y era lo que siempre había tenido intención de hacer, incluso aunque me miraba como si fuera el principio y fin de todo, solo no podía encontrar la convicción de que la idea de que Peeta Mellark se sentía de esa manera por mí. Aun no tenía la confianza suficiente para estar segura en cualquiera de las otras áreas de mi vida. No era justo para Peeta que yo fuera un manojo de nervios esperando que demostrara que no era más que un chico típico y eventualmente caería en el denominador común más bajo, cuando todo lo que estaba haciendo era usar mi miedo y debilidades para mantener todas las partes de mí que nunca habían dejado de amarlo bajo control y no estaba permitiendo a lo que había entre nosotros, ahora, crecer y florecer. 

Nunca había estado resentida de mi trabajo o de mi apretada agenda en la Sala de Emergencias. Siempre fui la más feliz, la más centrada y segura cuando estaba cuidando a otros, pero últimamente quería tener tiempo para ver a Peeta. Sabía que Phil estaba empeorando, ese final estaba en el horizonte, y Peeta casi siempre se encontraba a su lado. Estaba tratando de mantenerse por arriba de las cosas en el trabajo y todo lo demás, pero estaba perdiendo peso, y cada vez que me las arreglé para verlo, tenía sombras en su rostro que rivalizaban con el color de sus ojos púrpura y su fuerte mandíbula estaba más que a menudo desaliñada y sin afeitarse. No pasaba más la noche, no más citas divertidas que me hacían reír, y la única vez que nos las arreglamos para follar fue un rapidito durante el almuerzo aquí y allá, lo cual se sentía bien y aunque consiguió el trabajo hecho carecía de toda la intensidad y emoción detrás del sexo que estaba acostumbrada a tener con él. Para alguien, quién odiaba estar desnuda y todo lo que normalmente iba con ello, no podía esperar para que hubiera un momento cuando podría pasar horas sin ropa y debajo de él o encima de él... no era exigente. 

Me dirigía afuera después de mi turno cuando Johanna me pidió que pasara por su oficina. Habíamos estado demasiado ocupadas últimamente para tener algún tiempo real para charlar. Extrañaba su actitud positiva y la manera en que siempre trataba de alentarme. Le sonreí y me senté frente a su desordenado escritorio.

—¿Vas a intentar ponerme al día con comentarios con otro doctor? Desde mi desastrosa cita, los rumores habían volado rápida y furiosamente entre el personal del hospital. Era lesbiana, tuve un ataque y me tuve que ir, estaba secretamente casada con cinco niños... y nadie estaba interesado en la verdad. Sorprendente, ser el tema de conversación, ser de la que chismeaban, no importaba como de tonto fuera, no me perturbaba. Estaba demasiado ocupada con Peeta, demasiado ocupada tratando de averiguar las cosas que realmente importaban, para que me importara algo de eso. Johanna puso sus ojos oscuros hacia mí y me dio una sonrisa enorme.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora