Peeta

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No dejé la casa de Katniss sino hasta que ya era hora de queme fuera a trabajar el martes. Para entonces, los dos estábamos agotados, y la idea de que era solo un poco debajo y sucio sexo conseguía que el ansia pasada fuera una broma.

Todas las razones por las que la había adorado, la necesitaba, la admiraba cuando era más joven regresaron en un instante de rodillas debilitadas justo encima del hecho de que ninguna chica jamás en mi extensa historia de perder el tiempo había volado mi mente en la cama de la manera que Katniss lo hizo.

Ella era divertida. Era rápida y de lengua afilada. Era malvada, astuta y llamaba a las cosas claramente como las veía, pero eso nunca la hacía parecer dura. También era dulce, sexy como el infierno, y absolutamente la cosa más hermosa que había visto desnuda y retorciéndose debajo de mí. Si alguna vez hubo una amiga con quien quería tener beneficios, esa era ella. También estaba agradecido que había dejado pasar nuestro fin de semana juntos sin una sola mención del elefante en la habitación, su hermana. Bromeamos sobre todo de Texas, hablamos de algunas de las cosas buenas que ambos recordábamos, y básicamente tratamos de meter una década de ponernos al día en dos días entre los episodios de sexo que me ponían caliente y cachondo al pensar en ellos. Rememoramos sobre Phil y comparamos los tatuajes que había dejado en nosotros para recordarlo. Para ella era un intrincado de la Señora de Guadalupe, la patrona de México, un grito a su herencia y al tatuaje tradicional. El mío era el tatuaje en memoria de mi mamá. Teniendo en cuenta que Phil era la única otra figura paterna que había tenido en mi vida, parecía apropiado que él fuera el único para rendir homenaje a mi difunta madre con su oficio.

Katniss solo me entendió. Ella entendía mi arte y por qué era mucho más importante para mí de lo que el fútbol lo había sido nunca. Fue agradable pasar el tiempo con alguien con quien no tenía que tratar de justificar todas mis elecciones de vida. También un poco agradable pasar más de un día con la misma chica, aunque me daba miedo acercarme demasiado, acabar demasiado envuelto en ella, porque ella tenía antecedentes de irse. No le dije nada de eso, sin embargo, porque no quería poner un freno al tiempo que tuvimos juntos.

Cuando trabajaba en la nueva tienda en mi turno del miércoles era un poco incómodo. Sobre todo porque quería doblarla sobre la recepción y empujarme contra ella una y otra vez. Se mantuvo toda profesional, pero mucho más agradable de lo que había sido cuando trabajamos juntos hasta este punto. Me preguntó si quería ir a comer con ella, y si bien mi idea de almuerzo habría sido un polvo rápido en el asiento de atrás de mi camioneta, acepté ir con ella de todos modos, y con las hamburguesas y las papas fritas resultó ser casi tan agradable como hubiera sido el polvo rápido. Realmente me gustó salir con ella.

Siempre lo hacía. El resto de la semana estuve ocupado. Tenía un horario lleno además que Finnyck y Nash finalmente me habían conseguido un conjunto de bocetos para trabajar con la ropa y se los había pasado a Katniss para empezar a trabajar. Eso significaba que cualquier noche que pensaba en llamarla ella estaba trabajando hasta tarde y no quería alejarla de su proyecto.

Era extraño estar correteando detrás de una chica. Estaba acostumbrado a que ellas vinieran a mí, y cuando una no tenía el tiempo por lo general solo encontraba otra que lo tuviera. No podría hacer eso con ella. Nadie podría ser una sustituta de toda la belleza de sus ojos. No iba a venderme a corto plazo en conseguir lo que realmente quería, incluso si eso significaba que mis pantalones se pusieran un poco demasiado apretados cada vez que la miraba.

Estaba de vuelta en la nueva tienda el viernes y habría estado mintiendo si no admitiera que estaba más que deseando pasar un día comiéndome con los ojos el trasero de Katniss durante el trabajo. Tenía toda la intención de preguntarle si quería hacer algo conmigo cuando saliéramos del trabajo también. Por supuesto por "hacer algo", me refería a ir la cama y no salir hasta la mañana siguiente, pero la dejaría llenar los espacios en blanco.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora