Peeta

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Puse mi teléfono de regreso en mi bolsillo después de que le contesté el mensaje a Katniss y sacudí un poco mi cabeza para aclararla. 

Ha estado mucho en mi mente esta última semana, y no solo porque podía imaginar cada centímetro de su cuerpo desnudo sin ningún esfuerzo. Me estaba preguntando cómo se sentía acerca de finalmente cruzar la línea, sobre finalmente obtener lo que quería. De hecho estaba un poco preocupado de haber tenido éxito en hacerla sentir lo suficientemente mal acerca de sí misma y su deseo de enredarse con un chico como yo, que finalmente la había ahuyentado. 

El hecho de que me molestaba a un nivel visceral hablaba volúmenes acerca de lo realmente mala que era la idea jugar un poco con la bonita pelirroja. Algunas veces despertar y entrar al mundo de los vivos, donde todas esas tenues emociones vivían, realmente apestaba ya que estaba lejos de ser un profesional en lidiar con ellas. Además de estar todo retorcido por Katniss, otras cosas extrañas habían estado pasando toda la semana. 

La atractiva mujer mayor con el chico trofeo había estado de regreso en el Bar dos veces. La primera vez el chico juguete estaba con ella, la segunda vez estaba sola. Pasó la noche entera coqueteando y obviamente tratando de conseguir mi atención, la cual le di alegremente ya que dejaba buena propina. No estaba interesado, no con una sexy policía dando vueltas sin parar en mi cabeza, pero la parte extraña era que quería advertirle acerca de lo que los chicos como yo le harían a mujeres como ella. Era evidente que era de buena situación económica. 

Era una mujer de realmente buen aspecto y aparentemente era toda acerca de un buen momento. Hace algunos años habría hecho un movimiento en ella como si ella fuera una gacela en las llanuras. Me habría insertado a mí mismo en su vida. Le habría mentido, le hubiera contado todo lo que quisiera escuchar. La habría llevado a la cama y le habría dejado pensar que era especial, que la amaba... y entonces la habría limpiado. Habría tomado todo lo que tenía que no estuviera clavado y lo habría hecho sin pensarlo dos veces o algún remordimiento. Ahora solo quería decirle que no fuera una víctima, que se cuidara, porque incluso su descerebrado chico juguete no estaba con ella sin querer algo de ella. En cambio solamente le serví martinis y coqueteé de regreso fácilmente. Sabía lógicamente que no podía detener a nadie de ser una víctima, justo como no podía detener a Katniss de cortejar con los problemas. 

Cuando la mujer me dejó su número en una servilleta de papel, realmente tuve una pequeña lucha interna antes de arrojarla a la basura. Aun así fue realmente difícil para mí dejar ir una apuesta segura. Dinero fácil, toda la suciedad y cosas fáciles que descansaban en el fondo, donde estaba tan acostumbrado a pasar el tiempo, aún tenían un atractivo sobre el que no podía hacer la vista gorda. Eventualmente la realidad del hecho de que quedarme el número significaba que lo usaría y a la mujer que pertenecía martilleó duro en mi sangre.

 Con una maldición ante mi lucha interna arrugué la servilleta y la arrojé lejos, asqueado de que la batalla entre el bien y el mal todavía era librada dentro de mí sobre algo tan obviamente malo. 

También estaba teniendo un problema con Avett. No había aparecido con más marcas negras y azules, probablemente porque no había manera de que Darcy no le hubiera contado a Brite hacerca de la confrontación con su hija. No había nada como un padre enojado que se veía como un antiguo guerrero Vikingo, o un guerrero moderno para el caso, para hacer que un novio manoseador se alejara. Pero estaba taciturna, retraída, y actuaba realmente asustadiza y nerviosa cuando fuera que hablara con ella o alguno de los otros miembros del personal se acercaba a ella.

Había contratado a una de las amigas de Dixie para que trabajara en las mesas con ella y dos camareros de medio tiempo para liberar a Rome de sus turnos durante el día. Uno era un chico bonito todavía en la escuela que encajaría con la multitud universitaria de los fines de semana y el otro era un hombre mayor que había estado alrededor de la cuadra algunas veces. Era un ex Ranger del ejército y era tan hosco y sensato como Rome, incluso si probablemente era veinte años mayor.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora