Katniss

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Cuando mí teléfono, que había dejado al lado de mi cabeza la noche anterior, empezó a gritar Toxic de Britney Spears la tarde siguiente, casi ruedo de la cama al suelo intentando apagarlo. Me sentía horrible, en parte porque apenas estaba durmiendo últimamente,y la siesta a mitad del día era lo que me estaba sustentando, pero mayormente por el número que había aparecido en la pantalla era él había estado esperando agonizantemente semana tras semana para que apareciera. Silencié la ñoña canción pop con un giro de mi dedo a través de la pantalla e intente sonar más alerta de lo que realmente estaba cuando jadee un tembloroso saludo. No me importaba lo que cualquiera pensara sobre mi horrible gusto en música. Me pasaba por los barrios bajos todo él día. Me relacionaba con yonkis, esposas a las que golpeaban y padres que descuidaban a los niños todo el día. Me negaba a escuchar otra cosa que no fuera pop optimista e infeccioso. Mi trabajo no era siempre divertido, así que me esforzaba mucho con que el resto de las cosas de mi vida lo fuesen. 

—¿Sabes que me dan el alta hoy verdad? Me aparte un mechón de mi cabello rojo de la cara y me arrastré hasta él borde de mí cama. Me mordí el labio inferior e intenté regular la respiración. Por supuesto sabía que hoy salía del hospital. Lo que no sabía es si él me quería a su alrededor cuando finalmente le dieran luz verde para irse a casa. Entrecerré mis ojos y estaba tan agradecida de no estar cara a cara.

Dominic Voss me conocía mejor que cualquier alma viviente en este planeta, y si estuviésemos en la misma habitación sería capaz de sentir la culpa y el auto desprecio que había estado arrastrando últimamente. 

Demonios, si mi estado actual de estrés era evidente hasta para una persona tan descentrada como Peeta Mellark, no había forma de que para mi mejor amigo y compañero pasara inadvertido. Dom siendo Dom, sabría que todo había pasado a raíz de esa llamada del infierno.

—Lo sé. No estaba segura de sí querías que fuera o no. Sé que tu hermana viene para estar contigo hasta que estés bien y no quería meterme en su camino. Sonaba ridícula y patética para mis propios oídos.

Dom y yo habíamos sido inseparables desde que teníamos cinco años. Nunca había habido un momento en el que no me hubiera querido alrededor. Nunca había habido ni un recuerdo de nuestra amistad en el que me hubiera entrometido, incluso su familia pensaba en mí como en un miembro más. Creo que eso hacía que lo que había pasado pesara más sobre mis hombros. Escuché a Dom suspirar y luego juró. Su profunda voz me sonó extraña cuando me regañó. 

—Trae tu bonito culo aquí, Katniss. Te he dejado hundirte durante dos malditas semanas. Supéralo. La mierda pasa y va a seguir pasando porque es lo que pasa cuando eres policía. Llevo una escayola desde mi jodido tobillo hasta mi culo. Tengo un hombro roto, y no puedo respirar sin sentircomo si estuviese bebiendo acido. Me veo y me siento como una mierda de perro golpeado y mi mejor amiga no ha estado por aquí para nada. ¿Puedes parar ahora? —No pude detener las lágrimas que empezaron a salir de mis ojos. Use los nudillos para secármelas mientras me levantaba. Sus siguientes palabras me apuñalaron como sabía que era su intención—: Te necesito aquí, niña.

Siempre nos habíamos necesitado el uno al otro, de las dos formas, en nuestro día a día y en el trabajo. Eso era por lo que me sentía tan mal. Eso era por lo que no podía dejar de pensar en cuánto lo había decepcionado. Se suponía que tenía que respaldarlo, como él siempre me había respaldado a mí, en vez de eso casi consigo que lo maten.

 —Estoy en camino. Colgué el teléfono después de que él bromeara con que ya era hora,y me apresuré alrededor de mí aparentemente intentando conseguir ponerme presentable. Después de una dura noche de bebidas nunca podía estar presentable. Pero al pasar una noche sin dormir y otro rechazo del atrozmente sexy camarero sureño podía coincidir con Dom en elapartado de estar como una mierda. Tenía sombras oscuras bajo los ojos, y tenía feos moretones rodeando cada una de mis muñecas, los que hacían que vergüenza y culpa lucharan una batalla por el primer puesto del torrente de emociones en el que me estaba ahogando. 

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora