Katniss

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No había puesto un pie en una iglesia desde que dejé Loveless hacía una vida. No tenía nada en contra de la religión. Creía que la fe y la confianza en algo más grande que uno mismo era una parte importante para hacer las paces sobre lo dura e irritante que la vida podía ser a veces, también dejar mi antigua vida atrás también significaba horas perdidas en una banca escuchando a mi padre liderar piadosamente a su congregación.

Era una sensación extraña regresar como una adulta. Se sentía diferente sabiendo que podía levantarme he irme en cualquier punto del sermón. Ahora que estaba fuera de su control, vivía una vida completa más allá de él y este pueblo, sus palabras parecían tan vacías. Donde siempre pensé que mi padre estaba lleno de convicción religiosa y era conducido por la fe, al verlo en el púlpito ahora me preguntaba si era solo una actuación. Claro que era tan apasionado como siempre había parecido. Sus palabras hacían eco desde las vigas de madera y la gente rodeándome estaba obviamente conmovida, pero había algo ahí, algo que podía ver claramente ahora que había pasado tiempo y él ya no me parecía intimidante o todopoderoso como lo había hecho ante mis jóvenes ojos. Su sonrisa era un poco demasiado brillante. Sus ojos estaban demasiado abiertos y la cadencia de su voz era demasiado ensayada y teatral para ser verdad. Todas sus palabras de amor y respeto, de estar haciendo el trabajo de Dios y viviendo una vida de sacrificio, golpearon una cuerda en mí mientras me daba cuentade que estaba predicando "hagan lo que digo, no lo que hago". Era hipócrita y desee en lugar de estar envuelta en mi propio miseria en casa cuando era más joven, poder haberlo visto a él y a sus mandatos por lo que eran. Se sentía como si probablemente me hubiera ahorrado el cometer un montón de errores por el camino.

Mi mamá me había visto cuando entré al inicio del servicio y tomé asiento en una banca de atrás. Se mantuvo dando miradas nerviosas sobre su hombro hacia mí como si estuviera preocupada de que fuera a saltar sobre mis pies en cualquier momento y fuera a dejar todos los pecados de mi familia al desnudo para que todos los leales feligreses los juzgaran. Simplemente me mantuve sonriéndole con un montón de dientes mostrándose. No veía razón alguna para tranquilizar su mente, no después de la manera en la que ella había vendido a Poppy a un maldito asesino bajo el pretexto de intentar hacerlo que era mejor para ella. Cada vez que ella encontraba mi mirada, tragaba y volteaba hacia mi padre con nerviosismo.

Me imaginé que él también sabía que estaba ahí. Su sermón se centro por completo en el perdón y el pecado. Los pecados del cuerpo. Los pecados de la mente. Los pecados de los bien intencionados y los pecados de los padres y los hijos. Hizo un buen juego de palabras diciendo que todo en este mundo podía ser perdonado por Dios y entonces hizo revolver mi estómago cuando ofreció una plegaria por Oliver Martínez y les recordó a todos los que estaban sentados en la iglesia de pequeño pueblo perfecto para foto, que solo le correspondía a Dios perdonar y juzgar a Oliver por sus crímenes. Ni una palabra acerca de Poppy o del horror que había sufrido, y definitivamente no mencionó que él era la principal razón de que Oliver hubiera encontrado a mi hermana en primer lugar. Quería pararme y marchar por el pasillo hacia el frente de la iglesia y golpearlo fuera del altar. Quería pararme en la banca y gritar a todas estas inocentes personas que estaban escuchando a un fraude y que mi padre realmente pensaba que su opinión y sus creencias eran tan importantes como la deidad que estaba aclamando que era la única que podía juzgar.

No hice nada. Me senté ahí con los brazos cruzados sobre mi pecho y lo observé conlos ojos entrecerrados. Sabía que él estaba intentando sacarme de mis casillas frente a toda esa gente que consideraba sus ovejas, sus ciegos seguidores. Hacía ya tiempo que me había declarado una vergüenza, una pérdida, un alma descarriada que no tenía a Dios y que no valía la pena su guía y tutelaje, así que no iba aprobarle que estaba en lo cierto de ninguna manera, forma o figura.

Mi teléfono vibró de donde lo había escondido y lo saqué para ver eltexto.

Te amo.

Era simple. Era dulce. Era un recordatorio de que después de que todo estuviera dicho y hecho, tenía un lugar a dónde ir. Tenía a alguien que siempre me iba a querer. Nunca había regresado a nada o alguien en mi vida entera, así que esto envió hilos calientes y pegajosos de amor y felicidad através de mí para que no pudiera esperar absolutamente a regresar a casa.

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora