Peeta

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Era tan difícil mantener a raya los recuerdos una vez que la puerta que se había cerrado detrás de todo ellos se abría de golpe. Uno tras otro, me persiguieron a través de todas mis horas de vigilia y bailaron detrás de mis párpados por la noche.

Me acordé de la primera vez que Poppy corrió por el patio entre nuestras casas y me preguntó si quería jugar. Estaba tan acostumbrado a ser pasado por alto, tan acostumbrado a ser olvidado y estar solo, que casi corrí en la otra dirección. Era tan linda, toda rodillas huesudas y largas coletas. Me sonrió y me dijo que podríamos ser amigos para siempre y recordé que incluso a los diez años pensaba que nunca quería estar sin su sonrisa y su bondad. Recordé a Katniss siendo paciente y divertida mientras dos niños la seguían como si fuera la reina del mundo. Nunca se cansó de las preguntas, de la atención, de arreglar mis sentimientos heridos cuando tenía un mal día en la escuela, que había muchos, y nunca me miró como si me encontrara poca cosa incluso cuando todos los demás en mi pequeño mundo estaban tratando de guiarme en una dirección en que no estaba seguro de que quería ir. 

Ella siempre fue mi mayor animadora y nunca importó si era porque marcaba un touchdown o le hacía un dibujo. Junto con todos esos recuerdos vinieron los demás, los que hacían difícil respirar y hacían palpitar mi cabeza y mi corazón herido.

Me acordé de Poppy y sus grandes, ojos tristes diciéndome que nunca me amaría de la forma en que yo la amaba, que íbamos a ser siempre de dos mundos diferentes, por lo que nunca funcionaría. Yo, literalmente, puse mi suave y joven corazón en sus manos y ella me lo había arrojado de vuelta como si fuera nada. Había tenido un flechazo por ella, estaba tan seguro de que la amaba, por lo que se sintió como una eternidad. 

Solo sabía que era mi única. Ella era constante. Era infaliblemente amable y generosa. Era preciosa por dentro y por fuera, pero para ella yo no era suficiente. No tenía el correcto fondo, la correcta educación, y con toda honestidad el correcto color de piel para que ella fuera capaz de llevarme a casa y decirle a su padre que iba a pasar el resto de su vida conmigo. 

Le hubiera dado el mundo, solo que ella no lo quería, o a mí. También me recordé estando de pie en el camino de entrada viendo a Katniss y a su papá gritarse el uno al otro mientras que ella tiraba todas sus cosas en la parte posterior de una oxidada Belvedere y diciéndole sin rodeos que ella nunca iba a poner un pie en su casa o en Loveless de nuevo. 

Era mi mejor amiga. Siempre fue la que hizo todo mejor, e incluso a los quince yo recordaba pensar que nunca haría el resto del camino hasta la preparatoria sin ella. ¿Cómo se supone que iba a escoger la universidad a la que iba a ir?

Iba a decir a mis padres adoptivos, a Poppy, a todo el mundo, que no quería jugar al fútbol, que quería pintar y dibujar. Quería una beca de arte no una deportiva y Katniss era la única que me apoyó en eso. La necesitaba para darme la fuerza para luchar por ello, pero en un abrir y cerrar de ojos se habíaido.

Ella me vio cuando yo estaba al acecho y volvió a salir de ese auto, así me podía dar un beso, un beso real, en los labios y recordé que sabía salado y dulce porque ella estaba llorando mientras me decía adiós. Fue mi primer besoy el recuerdo estaba atado a ver a otra persona que me importaba dejándome solo por mi cuenta. Trató de decirme que iba a escribir, llamar, enviar una paloma mensajera, pero simplemente me alejé de ella porque no podía escucharla y sabía que estaba mintiendo. 

Una vez que se había ido, no es que me importara más, había demostrado ser cierto. Ahora todos esos recuerdos estaban enredados y chocando con los nuevos que tenía del cuerpo adulto de Katniss sintiéndose presionado contra mi.

El recuerdo de la forma en que mi polla se movió cuando la vi de pie en la parte superior de la escalera ese primer día que fue contratada para trabajar en la tienda. 

Peeta Mellark (EVERLARK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora