Capítulo 10.

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Un par de horas más tarde una voz insistente y suave despertó a Tini de un sueño poco reparador. -¿Señorita Martina Stoessel...? Tini se incorporó y se apoyó lentamente sobre los codos. La azafata asomaba la cabeza por la puerta con expresión insegura y una bandeja en las manos. Martina se incorporó otro poco más y sonrió aceptando el ofrecimiento. -Gracias... ¿sí? -Nosotros... bueno, el personal de vuelo y yo nos preguntábamos si querría usted quizá despertar al señor Yatra-señaló la azafata-. Aterrizaremos dentro de quince minutos, y naturalmente ninguno de nosotros quiere molestarlo... -¿Molestarlo? -inquirió Tini preguntándose por qué le hacía aquel extraño ruego. -Alguien tiene que despertar al señor Yatra para que se vista para el funeral. -¿El funeral? –repitió Martina -Me temo que este vuelo va muy retrasado, señorita Stoessel. Entre el retraso sufrido en Londres y el de aquí, a la hora de aterrizar, no queda tiempo. El señor Yatra tendrá que asistir al funeral directamente desde el aeropuerto. Espero que no lo considere una intromisión, pero quería decirle que todos nos alegramos mucho de que el señor Yatra tenga a alguien en quien apoyarse en estos momentos -añadió volviendo a salir. Tini se quedó mirando al vacío, completamente despierta. De modo que Sebas viajaba a Grecia para asistir a un funeral. Y ésa era la razón por la que le había comprado tanta ropa negra. El personal de vuelo debía de haber llegado a la conclusión de que ella era una persona importante para Sebas simplemente por el hecho de que lo acompañaba. Y recordaba haberle oído decir que, precisamente en ese viaje, no deseaba tener compañía. Tini no podía dejar de preguntarse de quién sería el funeral.

Tras dejar la bandeja del desayuno a un lado Martina se levantó y se apresuró a entrar en el baño. Le hubiera encantado tomar una ducha, pero no había tiempo. Sacó el traje sastre negro y se lo puso. El aspecto que adquirió con él la dejó atónita. La chaqueta se le ajustaba como un guante, marcándole la cintura, destacándole los pechos. Y la estrecha falda se le pegaba a cada curva. Estaba fantástica. Tini se ruborizó mientras se miraba al espejo. Aquello era vanidad y superficialidad. Volvió a la zona de pasajeros y vio a Sebas dormido en una posición imposible en el sillón. Apenas cabía con aquellas largas piernas. Su corazón se enterneció. Él se había quitado la corbata y la chaqueta, y llevaba la camisa de seda abierta. El mentón, con la sombra de una barba naciente, le hacía parecer más joven, más accesible. Y además parecía exhausto. Le hubiera ido bien la cama de no haber estado ella. Tini se puso tensa. Todo el personal de vuelo temía molestarlo e inmiscuirse en su dolor, y ella no había hecho otra cosa desde el momento de conocerlo. Se sentía culpable. Era natural que no hubiera estado de humor. Puso una mano sobre su hombro y lo sacudió. Sus largas pestañas se levantaron lentamente. Sebas suspiró y miró el reloj. Se puso en pie y se dirigió al compartimento en el que estaba la cama. -¿Señor Yatra? -lo llamó Martina. Sebas e quedó quieto, pero no contestó-. No sabía que ibas a un funeral. -¿Es que no lees los periódicos? -preguntó él dándose la vuelta con el ceño fruncido. -No, no tengo tiempo. -Es el funeral de mi padre.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora