Capítulo 22.

485 34 2
                                    

Martina no abrió los ojos hasta las ocho de la mañana del día siguiente. Sebas estaba aun profundamente dormido. Y aun así era guapo, pensó ella contenta de que no la viera echa un desastre. Sebas, en cambio, era la versión masculina de la perfección. Hasta su piel brillaba contra el blanco de la sábana. Tini salió de la cama con menos valentía de la que había entrado la noche anterior. A la clara luz de aquella mañana griega era perfectamente consciente de que se había decidido por un camino del que no había marcha atrás. Sus sentimientos habían llegado a un nivel muy alto, y eso le asustaba. Se puso el pantalón corto y se asombró al ver que era su talla exacta. Se sirvió un vaso de agua y picó un trozo de naranja y de manzana. Necesitaba aire fresco, distanciarse de Sebas, de modo que fue a dar un paseo por la playa. Un hombre que confesaba tener planes para una mujer desde el principio resultaba digno de confianza. Sebas parecía una persona honesta y abierta. Bien, no le hacía feliz haberse rendido y caído en su cama tan deprisa, pero sí le gustaba el hecho de que él hubiera sido su primer amor. Al menos no tendría la sensación de que era una mujer fácil. Más aún, imaginar que ellos dos hubieran podido mantener esa relación teniendo en cuenta que ella era la mujer de la limpieza de su edificio de oficinas rayaba casi en el esnobismo. Pero eso a él no parecía importarle. Además ella era la encargada de la librería del señor Barry, aunque no ganara mucho. En cuanto volviera a casa iría al banco y solicitaría el préstamo. Sólo el miedo a que no se lo concedieran la había estado reprimiendo. Tini miró el reloj y se dio cuenta de que llevaba dos horas paseando. Caminó de vuelta a la casa y vio a Sebas apoyado sobre la barandilla, aparentemente esperándola. De pronto se le quedó la boca seca. Cuanto más se acercaba y lo miraba más la absorbía él. El aspecto de él era sensacional. Llevaba ropa elegante y sencilla, de diseño. Hubiera deseado que no llevara las gafas de sol que ocultaban sus ojos. -Me han llamado por el móvil -dijo él cuando ella estaba aún a unos pasos. Martina se dio cuenta inmediatamente de que algo no iba bien. Su tono de voz era helado, tan carente de emoción que le causaba escalofríos. Se detuvo. Sus ojos marrones traicionaron su ansiedad e inseguridad. -¿Qué ocurre? -En el mismo instante de abrirse las bolsas el precio del stock de la Palco Technic ha comenzado a subir -informó Sebas con una calma letal. Tini se quedó mirándolo inquieta, demasiado temblorosa como para comprender de inmediato lo que había querido decir-. Dijiste que no habías conseguido hablar por teléfono desde el aeropuerto, pero es evidente que mentías -añadió Sebas con el mismo tono de voz indiferente-. Filtraste esa información confidencial y naturalmente alguien se ha aprovechado de ella. Espero que te haya producido importantes beneficios. -¡La única llamada que hice desde el aeropuerto fue con tu móvil! -se defendió Martina -. ¡Por el amor de Dios, Sebas...! Si algo va mal no tiene nada que ver conmigo, yo no he filtrado ninguna información... ¡Ni siquiera hubiera sabido a quién contárselo! -Son demasiadas coincidencias, Martina. Por ejemplo, ¿dónde estabas esta mañana cuando me desperté? - Yo... - Martina parpadeó desconcertada. -Venga, ¿a que tenías miedo de mi reacción cuando me enterara de todo? -inquirió el directo-. Sabías que me iba a enterar antes de que tú abandonaras la isla, pero eras demasiado avariciosa como para pararte a pensarlo, ¿verdad? El sol caía sobre Tini con fuerza, haciéndola sudar, pero en su interior un asombroso frío se extendía como un glaciar. Por fin comprendía de qué la acusaba y aquello, si acaso, la aturdía. - Sebas, lo has mal interpretado todo -protestó ella-. Siento mucho que esa información haya salido de tu oficina, pero no me gusta que me acusen de algo que no he hecho. Te advertí de que había alguien más escuchando... -No insultes mi inteligencia... -contestó Sebas curvando los labios con un hondo desprecio. -¿Qué inteligencia? -preguntó Tini entre irritada y asustada-. Si tuvieras alguna te darías cuenta que es imposible que sea yo la responsable de esa filtración. -Has arruinado mis planes, y después prácticamente te has metido en mi cama prostituyéndote para tratar de aplacar mi ira -la acusó Sebas amenazador. Aquella acusación heló el aire. Martina tembló, se puso pálida hasta la muerte. Sebas se quitó las gafas de sol y la escrutó con ojos brillantes. -No... Ahora que te miro veo que se trata de algo más personal que eso -argumentó Sebas con una insolencia de seda. -¡Eres un bastardo! -susurró Tini reaccionando a aquella crueldad calculada con una instintiva defensa. -Así que por una noche he ido de visita a los barrios más bajos -concluyó Sebas -. Ha sido toda una experiencia, pero no pienso volver a repetirla. -No, he sido yo la que ha ido de visita a lo más bajo, Sebas -le contradijo Martina con ojos brillantes, echando atrás la cabeza-. Tú lo único que tienes es una abultada cuenta bancaria, porque desde luego clase tienes tanta como un pastor de cabras. Jorge hizo una mueca y se quedó helado en su sitio. Tini subió al porche pasando por su lado y entró en la casa. Lo único que deseaba era ponerse unos zapatos y escapar. Se apresuró a entrar en el baño, donde tenía la ropa, y al cruzar un poderoso brazo la detuvo. -Vuelve a decir eso otra vez -la invitó Sebas en voz baja, en tono de amenaza. -Tienes tanta clase como un pastor de cabras - repitió Martina mirando al espacio-. Y desde luego no me cabe duda de que, con esa comparación estoy insultando al pobre pastor. Él puede que sea pobre, pero si no es honrado al menos tiene una justificación.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora