Capítulo 51.

494 41 17
                                    



-Bueno, es que Sally me torturó con sus preguntas en el peor momento -contestó Sebas tenso, tratando de calmarse. Martina lo miró con los ojos llenos de dolor-. No me mires así, me lo pones todo mucho más difícil -gruñó Sebas. Tini miró a otro lado instantáneamente. Sí, por supuesto que Sebas veía en sus ojos cómo se sentía. Siempre había sido capaz de ver en su interior. Perpleja ante la idea de que su amor le resultara tan evidente, Martina no puso pegas cuando él alargó un brazo y la condujo hasta la limusina. Sebas recogió el ticket del aparcamiento y traspasó las puertas. Era evidente que se sentía culpable. Sabía cuánto daño le había hecho. ¿Y qué iba a lograr tratando de evitar un encuentro que él estaba decidido a celebrar? Tini lo miró de reojo, en silencio, mientras el opulento vehículo transitaba entre el tráfico. En dos semanas y media él había perdido bastante peso, observó. De pronto le pareció como si un abismo inconmensurable los separara. Nunca hubiera creído posible que Sebas tuviera un aspecto tan sombrío. Aquél era el fin de su matrimonio. -Está bien... -dijo ella. -No, no está bien -la contradijo Sebas -. ¿Dónde has estado viviendo? -En una casa de las afueras, no tenía muchas ganas de buscar -admitió Martina. -¿Y no se te ocurrió que yo me volvería loco buscándote? -exigió saber Sebas, de pronto de mal humor. -¿Y por qué iba a pensarlo? -suspiró Tini -. He cuidado de mí misma durante mucho tiempo, yo no soy una de esas chicas inútiles e impotentes. El silencio se hizo más denso. -No -concedió Sebas -, pero puedes hacerme sentirme impotente a mí. -¿Cómo? ¿Quieres decir impotente al buscarme y no encontrarme? No había ninguna necesidad. No pretendía desaparecer para siempre ni ninguna estupidez de ésas. Te lo dije bien claro en la nota... -Eh... si: « Sebas, lo siento, pero he tenido que vaciar tu cartera... -recitó él de memoria-. Casarme contigo ha sido un error. Estaremos en contacto. No me busques... Bueno, supongo que no ibas a hacerlo, ¿verdad?» -No sé por qué tienes que recitar toda la nota que te escribí -protestó Martina sintiéndose como una estúpida-. Estaba enfadada, y no disponía de mucho tiempo. ¡Tienes suerte de que te dejara una nota! -Supongo que en eso tienes razón -susurró al fin Sebas. Tini lo miró molesta, notando su tensión. -Te aseguro que no pensé que te darías cuenta hasta mucho más tarde... -Más tarde. Tardaste once días en llamar a Sally - le recordó Sebas . -Tenía cosas que hacer. Como por ejemplo tratar de vivir sin él, tratar de descubrir cómo seguir existiendo con aquel dolor agónico que se intensificaba con cada hora que pasaba, tratar de olvidar todos los buenos recuerdos, el sexo. Para Martina hacer el amor con Sebas había sido alucinante, perfecto. ¿Pero cómo podía saber qué había sido para él? Sebas se había mostrado entusiasta, pero quizá fuera sexualmente insaciable. -Y bien, ¿qué has estado haciendo? -He estado haciendo planes –mintió Tini, que no había hecho sino vagar de un lado a otro. Martina salió de la limusina y se dio cuenta entonces de que no habían llegado al apartamento de Sebas , sino a la preciosa mansión georgiana que habían estado visitando justo el mismo día en que lo abandonó-. ¿Qué diablos estamos haciendo aquí? -La compré -explicó Sebas . -Sí, dijiste que sería una buena inversión –recordó Tini abriendo la puerta. -Era una broma. ¿Sería eso cierto?, se preguntó Martina, que había pasado dos semanas recordando cada una de las frases de Sebas y tratando de fortalecerse. Había sido una pérdida de tiempo. Un simple vistazo a aquel cuerpo y estaba hipnotizada. A pesar de aquel nuevo aspecto se sentía tan atraída hacia él como la misma primera noche de Chindos. -¿Y qué has hecho con el resto de mis cosas? -preguntó Tini tratando de llenar el silencio. -Están aquí. -¿Dónde? -En el dormitorio principal. -Ah, bien. Así que no les has dicho a los sirvientes que no iba a volver -comentó Martina comenzando a subir la enorme escalera. -¿A dónde vas? - Voy a hacer la maleta, así aprovecho que estoy aquí. - Tini -comenzó Sebas a decir con voz cansada- ... sé que me he comportado como un completo maldito... - Sebas, no quiero oírlo -anunció Martina subiendo las escaleras deprisa-, no ha sido culpa de nadie. Nos casamos simplemente porque estoy embarazada, y fue una estupidez... ¿de acuerdo? Pero no es para tanto, ¿vale? -¿Cómo que no es para tanto? -repitió Sebas . Tini no pudo resistirse. Al llegar al descansillo de la escalera volvió la vista hacia él. -Escucha, lo único que trato de decirte es que no quiero hablar de ello. No hace ninguna falta. Sebas apareció en la puerta del vestidor mientras Martina descolgaba frenéticamente su ropa de la percha. Las manos le temblaban. ¿Qué le estaba ocurriendo? Un minuto más y se humillaría y lloraría histérica preguntándole qué tenía aquella helada mujer del Ártico para que la prefiriera antes que a ella. -Helena estaba detrás de aquel artículo de la prensa... -declaró Sebas. Tini se quedó muy quieta y luego, de pronto, se dio la vuelta con los ojos muy abiertos. Sebas le devolvió la mirada con ojos marrones y atormentados, con los puños cerrados. -Entonces supongo que habrá caído de ese pedestal donde la tenías... -comentó Martina sintiendo que si dejaba de hablar se derrumbaría y hundiría en sollozos.

Romance Griego -Sebastini- TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora